Un 12 de agosto sin coronavirus las Fiestas de Elche estarían en plena ebullición. Los racós del medio día y algunos actos como las mascletás, serían el foco de atracción de miles de ilicitanos e ilicitanas así como visitantes, que disfrutarían del tapeo, la música y la pólvora.
Hace dos años que hemos dejado de poder hacer este tipo de actividades y aunque para los que trabajamos en esos eventos, al principio fue incluso un alivio o un descanso, este segundo verano sin fiestas, (sin besos dice el chiringuito de Formentera), nos ha dejado mal gusto y finalmente nos hemos dado cuenta que esas tradiciones tienen una función, una utilidad concreta.
Las fiestas son una ruptura con la cotidianeidad, simbolizan tiempo de descanso y de ocio, generan memoria y recuerdos comunes y contribuyen a construir un sentimiento de sociedad y de identidad con elementos que unen.
Y es ahora, cuando hemos perdido la posibilidad de repetir parte de estas tradiciones cuando las echamos de menos. Pero también es buen momento para reflexionar sobre algunos de los actos “festeros” que habíamos ido añadiendo a esas tradiciones centenarias y pensar si es posible mantenerlos dadas algunas condiciones actuales. Me refiero al calor y las altas temperaturas. Si alguien tiene interés y quiere profundizar en lo otro, hay varios estudios etnográficos y antropológicos sobre el sentido de las fiestas populares muy interesantes, e incluso artículos del político, filósofo y ex alcalde de Elche Manuel Rodríguez. A él le escuché por primera vez hace mil años la frase “un poble que treballa es un poble que fa festa” que me dio mucho qué pensar.
Voy con lo que quiero explicar y es sobre las fiestas y el calor. El refrán tan ilicitano Quan baixa l'Àngel refresca ya no es cierto. Y mira que el refranero popular es todo verdad verdadera, pero los que se refieren a la meteorología no han tenido en cuenta el calentamiento global.
Y yo me planteo que sería necesario, ante esta situación algunos cambios, de momento en los eventos de las fiestas de agosto. No se si esperar miles de personas al sol a las 14 horas a la mascletà apelotonadas durante varios minutos es lo más adecuado en pleno verano en Elche con una sensación térmica por encima de 40 grados y una humedad del 75%.
Es un rato, lo sé pero parece de poco sentido común comer y beber en las horas centrales del día en carpas y casetas o proponer talleres para niños y niñas en la Rotonda del Parque Municipal con lo que cae.
Quizá hace 10 años era tolerable pero las olas de calor van en aumento con el cambio climático y coinciden con estas fechas. Es como si nos empeñáramos en hacer procesiones de Semana Santa bajo aguaceros. No lo hacemos, se anulan.
Lo comenté el otro día en una conversación y un amigo muy festero me dijo, “qué exagerada, mujer son solo unos pocos días y son fiestas”. Es cierto pero yo pienso en los que deben trabajar en esas condiciones, hosteleros, periodistas, técnicos, barrenderos, policías, sanitarios... incluso en las personas de salud más delicada que no se pueden atrever a semejante osadía... y no lo veo necesario. No es obligatorio organizar esos actos a esas horas en esas condiciones. Así que propongo repensar esos horarios o esas circunstancias.
Lo mismo que leí como también hubo gente que se alegró de que al llegar la pandemia se dejaran de hacer semanalmente varios actos protocolarios, a medio camino entre trabajo y ocio, (lo marquetinianos dirían networking puro y duro), que convertían en interminables las jornadas laborales y que, sobre todo a las mujeres, pero también a muchos hombres, les hacía casi inviable la conciliación de la vida profesional, personal y familiar. Pensemos qué debemos retomar de todo lo que hemos perdido con la crisis vivida y qué hay que modificar, cambiar e incluso eliminar.
Y de paso demos una pensadica también al cambio climático, las elevadas temperaturas, las olas de calor, las lluvias torrenciales y ¡ojo!, ayer hasta un meteotsunami en Santa Pola. A lo mejor, solo digo a lo mejor, esto va más rápido de lo que pensamos y no estamos solo hablando del planeta que dejamos.