2022 pasará a ser recordado como uno de los mejores que se recuerdan para nuestra cinematografía. Por primera vez en mucho tiempo, se puede constatar que hay un potente recambio generacional, que nuevas voces se han incorporado, buena parte de ellas, femeninas y han contribuido a dotar de una mayor diversidad a las historias. Además, nunca el cine español había tenido una presencia tan rotunda en los festivales internacionales, en prácticamente todos, de Cannes a Berlín pasando por Sundance, Karlovy Vary, Toronto, Venecia, Annecy y, por supuesto, San Sebastián.
La cantidad, y variedad, de películas que se habían estrenado este año era tal, que había mucho (demasiado) dónde elegir. Por primera vez, el pastel no se repartía entre los grandes nombres de siempre (entre ellos, nuestro trío más internacional, Almodóvar, Amenábar, Bayona) y solo Alberto Rodríguez, con Modelo 77 representa ese modelo de cine de autor industrial que hasta el momento había dominado los premios.
Los Goya tenían que reflejar, por fuerza, este nuevo panorama en sus nominaciones y una de las claves en esta edición ha sido ampliar a cinco el número de candidatas en todas las categorías, no solo en la de mejor película, la única que hasta el momento alcanzaba esa cifra, sino también en todas las demás. Eso ha permitido que un mayor número de películas hayan accedido a los premios, aunque fuera con dos o tres nominaciones, aunque, como suele ser habitual, algunas obras han monopolizado algunas candidaturas. Así, La consagración de la primavera, de Fernando Franco, La piedad, de Eduardo Casanova o Suro, de Mikel Gurrea, se encuentran presentes, pero quedan fuera de las categorías principales, mientras que As Bestas o Modelo 77 monopolizan la mayor parte de los apartados, especialmente los interpretativos: la primera con 5 nominaciones en diferentes categorías (Denis Ménochet, Marina Foïs, Marie Colomb, Diego Anido y Luis Zahera) y la segunda con 4 (dos protagonistas, Javier Gutiérrez, Miguel Herrán y dos de reparto, Fernando Tejero, Jesús Carroza).
Mientras, títulos como La maternal o Mantícora, se han colado en las categorías principales con dos y cuatro nominaciones respectivamente, en el caso de Carlos Vermut optando a mejor dirección, guion, actor (Nacho Sánchez) y actriz revelación (Zoe Stein). En los márgenes, la ópera prima de Juan Diego Botto alrededor del drama de los desahucios aparece representada en dirección novel, mejor actor (Luis Tosar), actriz de reparto (Penélope Cruz), actor revelación (Christian Checa), mientras que dos ambiciosas producciones como la vasca Irati, de Paul Urkijo y Los renglones torcidos de Dios, la adaptación de la novela de Torcuato Luca de Tena por parte de Oriol Paulo han conseguido colarse en un buen número de categorías, en su mayor parte técnicas, pero también en guion adaptado o actriz (Bárbara Lennie).
En ese sentido, una de las grandes perjudicadas ha sido Un año, una noche de Isaki Lacuesta, el brillante drama sobre las secuelas psicológicas que acarrean dos supervivientes de la matanza del Bataclán. Ni sus dos excelentes intérpretes, Nahuel Pérez Biscayart y Noémie Merlant, ni película, ni dirección. Tanto solo, guion adaptado, montaje (fundamental en la película) y sonido. Aunque la ausencia más flagrante es la de Albert Serra y su Pacifiction, la única película española presente en la competición del último Festival de Cannes y que en Francia ha sido considerada de forma unánime como una de las obras más importantes del año. Tampoco hay rastro de la ganadora en Karlovy Vary, Tenéis que venir a verla, de Jonás Trueba, una de las mejores reflexiones que se han hecho sobre cambio en las relaciones personales después de la pandemia. El cine de autor más exigente carece todavía del suficiente predicamento entre los miembros de la Academia.
Una de las claves de esta edición es sin duda la contundente presencia de las mujeres en las diferentes categorías. Nunca había habido tantos nombres femeninos en los premios: Carla Simón con Alcarràs (mejor película, dirección y guion), Pilar Palomero con La maternal (película y dirección), Alauda Ruiz de Azúa con Cinco lobitos (película, dirección novel y guion), Carlota Pereda con Cerdita (dirección novel y guion adaptado) y Elena López Riera con El agua (dirección novel). Además, las mujeres productoras se encuentran detrás de buena parte de los títulos: María Zamora (Alcarràs), Marisa Fernández Armenteros, Nahikari Ipiña y Sandra Hermida (Cinco lobitos) y Valérie Delpierre (La maternal).
Más mujeres, nominados más jóvenes, historias de lo más variadas que abarcan del terror de Cerdita a la crítica social de En los márgenes, un predominio de la vuelta a lo rural, una mayor diversificación de temas, películas que hablan de la maternidad, que abordan el bullying, los cuerpos no normativos, la adolescencia, la precariedad, la historia reciente de nuestro país, la lucha de las clases sociales y la imaginación más desbordante, como es el caso de Unicorn Wars, la animación adulta de Alberto Vázquez que desafía y deslumbra a golpe de irreverencia.