La World Desing reconoce el proyecto 'citrus spray', con el que el estudio castellonense cosechó uno de sus mayores éxitos
CASTELLÓ. Cuando definimos a alguien como pionero suele ser, porque además de ser así, queremos elogiar su trabajo. Sin embargo, la etiqueta de "pionero" suele ir acompañada de una palmadita a la espalda que no siempre cuenta lo muy sacrificado que es ser el primero en algo. Para el estudio Papila ser uno de los pioneros en el food design significa haber tenido que sortear muchos obstáculos. Fue en 2009 cuando este estudio castellonense, fundado por Alberto Arza, abrió sus puertas especializándose en el mundo de la alimentación. En los últimos años el cuidado por la cocina ha crecido y hoy existen hasta másteres oficiales de food desing, pero para llegar a aquí ha hecho falta que muchos profesionales se atrevieran a dar el paso y aunasen esfuerzos.
"Podría crecer mucho más el diseño de alimentación", opina Alberto Arza, que añade: "Es una lástima que no aprovechemos la oportunidad. España tiene una de las mejores imágenes de producto alimentario del mundo, pero no tenemos ni las mejores empresas de vajillas, ni tanta capacidad para vendernos como los italianos". Tampoco, dentro de España Castellón aprovecha todo su potencial, considera el profesional. "Más allá del azulejo, tenemos mucha industria alimentaria. No obstante, la figura del food designer es desconocida. Me llama antes una empresa de Madrid que de aquí".
En su caso, no puede decirse que Papila no haya aprovechado el tiempo. Esta misma semana la organización de la World Desing ha querido reconocer su trabajo. En concreto, la Capitalidad de València ha puesto en valor el 'citrus spray' por su creatividad e ingenio. La creación desarrollada por Arza y Jordi Olucha, del estudio JoanRojeski Estud, forma parte de un listado de 52 proyectos referentes valencianos, que según destaca la organización, han puesto su granito de arena para que la ciudad obtenga tal título. Aunque se trata de un pulverizador de zumo, su desarrollo -desde su concepto hasta su salida al mercado- costó dos años por la complejidad que supone unir en una solo pieza todas las funciones de roscado y filtrado del zumo. El diseño permite obtener un sabor más natural y sin pulpa ni pepitas. A parte de esto, el estudio tuvo que patentar su producto.
No ha sido este, en efecto, el único reconocimiento que ha recibido el 'citrus spray' de Papila. Ya recibió el Premio al Diseño y la Innovación Tecnológica de Madrid Fusión, y ha sido expuesto en ciudades como Milán, París, Oporto, Budapest, Tokio, Seúl, Nueva York, Washington D.C. o Sao Paulo. Además, ha sido uno de los pocos diseños españoles seleccionados para venderse en la tienda de diseño del MoMA. Y la empresa Lekué, la cual se hizo con su comercialización, recibió el Premio Nacional de Diseño en la categoría de empresas en 2013.
"Es casi ya un acto compulsivo en nuestros días, fotografiar la comida con el teléfono y compartir la imagen en las redes sociales. Los smartphones sobre la mesa en los restaurantes, a la derecha del cuchillo, como si se tratara de un cubierto más. En la era de Instagram parece que si no se cuenta lo que uno come es que no se disfruta", señalaba la periodista Greta Borras en un encuentro con la food desingner Elsa Yranzo, en València hace cuatro años.
Pero, aunque parte fundamental del diseño es que los platos que comamos tengan una buena presentación, su trabajo "no es solo una foto bonita para Instagram", manifiesta Alberto Arza. El trabajo que hay detrás va mucho más allá. "Algunas veces es bonito, otras se busca una forma concreta o que se genere una experiencia alrededor del producto. Desde que aprendemos a cocinar, transformamos alimentos. La gente se sorprende cuando oye hablar del food design pero es lo más natural que hay", incide el diseñador.
Por su parte, el estudio no únicamente se encarga de cuidar y potenciar la imagen de los alimentos, también abarca otras áreas relacionadas como el diseño de productos. Así, entre otros trabajos, ha diseñado un ahumador para el restaurante estrella Michelín Cal Paradís, de Miguel Barrera; ha creado una vajilla de tres piezas inspiradas en los paisajes más emblemáticos de la Comunitat para la Agencia Valenciana de Turismo; se ha encargado del etiquetado de una bodega; realizó el diseño de un minibar para la fábrica de muebles Bustper; y creó un molde de pan con forma de 'B' para la Barcelona Desing Week. Pero no queda la cosa aquí, también ideó Papila verduras con forma de chuchería, souvenirs efímeros de chocolate, velas de mantequilla para el desayuno o cafés sólidos para tomar en cualquier momento.
Además de los encargos, Papila Studio ha ideado por su cuenta muchos de estos proyectos y ha decidido reunirse directamente con chefs y ferias para plantearles ideas creativas. "Aunque cada proyecto es de su madre y de su padre, sí hay una intencionalidad detrás de todos ellos, que es intentar sorprender", concluye Alberto Arza.