Aunque el run-run era evidente, nadie esperaba, ni quizás los más cercanos, que el vicepresidente del Consell, conseller de Vivienda y la cara visible de Podem en el Gobierno valenciano anunciara que renuncia a su cargo. Nadie lo esperaba por varias razones: más allá de los titubeos, errores y encajes y roces en el seno del Botànic, Martínez Dalmau tenía las ideas claras en su conselleria; otro debate sería si iba camino de lograr el objetivo; había retocado su equipo en los últimos meses y tenía al personal de su confianza, y una vez despejado el horizonte económico de la pandemia, el titular de Vivienda sí que sabía lo que quería hacer. Insisto, otro cosa es que lo consiguiese y que fuese ágil en sus avances. Fundamentalmente, ampliar (y renovar) el parque público de viviendas de la Generalitat; hacer promoción de viviendas pública en régimen de alquiler; extender el decreto de tanteo y retracto, y ahora tenía por delante el reto de los fondos europeos para rehabilitar y promover viviendas con una partida que podía alcanzar los 600 millones de euros en inversión en la Comunitat Valenciana.
Con todo ello, el principal escollo no era el administrativo, pese al retraso de algunos proyectos, y las críticas a algunas de sus iniciativas legislativas. Como se ha escrito, el gran problema ha sido el interno, las diferencias con la síndica de Podem y coordinadora del partido en la Comunitat, Pilar Lima. A las consabidas discrepancias por el nombramiento del/a Secretario/a Autonómico/a de Justicia, para el que Lima tenía unos perfiles y Dalmau otros; y al trauma (para su gente) que supuso el cese de Naiara Davó como portavoz parlamentaria, el gran obstáculo, y lo que ha dinamitado la decisión del vicepresidente, es que el propio Martínez Dalmau se ha visto solo y sin el respaldo de su partido. Más bien, se podría decir que Podemos, el nuevo Podemos de Ione Belarra, se ha alineado con Pilar Lima y ha dejado al titular de Vivienda al albur de los acontecimientos y sin un respaldo explícito, trance por el que Martínez Dalmau no estaba dispuesto a pasar lo casi dos años de mandato que quedan al frente de la Generalitat.
Al parecer, todos estos asuntos, más otros protagonizados por Lima, y que molestaban bastante a la acción de Gobierno de la cartera de Vivienda, fueron expuestos sobre la mesa de Ione Belarra con el con el propósito de convencer a la coordinadora y portavoz del grupo parlamentario morado para que desistiera, o se buscara una posición de consenso. Se hizo con el futuro nombramiento del cargo que correspondía a Podemos en la Conselleria de Justicia; se había intentado con Naiara Davó y se había aconsejado con el tono de oposición de la dirección grupo parlamentario de Podem en las Cortes. Pero en ninguno de los casos fue posible. Y ante la respuesta de la propia Belarra de "no es posible" (convencer a Pilar), Martínez Dalmau ha decidido recoger y marcharse. Pues que sepamos, la dirección de su partido no ha salido en su defensa.
Dalmau se iba a ir en junio de 2023, como ha dicho en reiteradas ocasiones. Su compromiso era este mandato, pero a lo que no estaba dispuesto era a seguir sin el respaldo de Podemos, de Ione Belarra, que es lo que lo ha dinamitado todo. Esa falta de apoyo acaba de romper el triángulo que equilibrios que debía mantener la formación: Lima al frente de la organización, Naiara Davó, en el grupo parlamentario, y el propio Dalmau como la cara del partido en el Consell. Ya había caído una pieza; ahora cae la segunda, de un partido que todavía no acaba de creerse que forma parte del Gobierno.
El conseller de Vivienda ha propuesto un sustituto, que es Héctor Illueca, actual director de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social en el Ministerio. Pero la decisión no está en sus manos; está en las de Puig, que tendrá el dilema de acometer una crisis de Gobierno con la obligación de tener que escuchar (y aceptar) la propuesta de Pilar Lima, que a lo mejor no es la misma que la de Martínez Dalmau. U otra derivada, más arriesgada; que Puig no aceptara la renuncia de su vicepresidente y que se abriera una crisis con Podemos, algo que el Botànic no se puede permitir porque tiene los números justos en las Cortes: 52 frente a los 47 de la oposición. Los votos de los 8 diputados de Unidas Podemos son claves para la estabilidad del actual Gobierno valenciano: Lima controla cuatro; Naiara Davó, los otros cuatro. De momento, Martínez Dalmau sigue, pero a la espera de Puig, no de los suyos. Pero la incógnita que sea abre es ¿qué será de Podemos?