El último pleno municipal del Ayuntamiento de Alicante duró más de nueve horas: toda una barbaridad. Ha habido plenos de mayor extensión, los he sufrido en distintas etapas de mi dilatada vida profesional (dilatada, qué cursi). Y un dato sorpresivo: la sesión fue seguida en streaming (por por youtube) por una media de 54 espectadores, es decir, tuvo que haber muchos ratos, ratazos, que no lo vio ni dios. Creo firmemente que habría que acotar las duraciones de los plenos municipales, máxima expresión de la soberanía popular a nivel local, a un tiempo prudencial, no sé....3 ó 4 horas. Algo razonable.
El problema es que los ediles, de todo el arco político, se vienen arriba a la mínima de cambio y confunden el pleno con una sesión de Naciones Unidas, donde lo mismo se denuncian los nulos escrúpulos morales de los fondos buitre a la hora de ejecutar un desahucio (turbocapitalismo salvaje) , que se dirime sobre el cambio climáticos (zonas de bajas emisiones), que se reivindica a la mujer a propósito de la celebración del 8 de Marzo: ya hay que tener ganas de aburrir para debatir tres declaraciones institucionales y que ninguna de las tres obtenga el respaldo necesario. Se aburren a sí mismos y aburren a los muertos. Y repetir lo que ya se ha debatido hasta la saciedad en otros foros, como el cambio de postura del PP con respecto a la Ley del Aborto. Lo dicho, se piensan que están en la ONU y que van a rescatar al mundo mundial del patriarcado, de la discriminación salarial de las mujeres, del techo de cristal, y del toro que mató a Manolete.
Si yo fuera concejal, señores Barcala, Mari Carmen Sánchez (que ya lleva el aburrimiento puesto), Natxo Bellido, Xavi López y Ortolá (El Removido), me lo haría mirar: lo de las nueve horas, me refiero. Incluyamos las piruetas escénicas como la que protagonizó la concejala de Acción Social, Julia Llopis, ofreciendo su cabeza a cambio de que la izquierda apoye los presupuestos, a sabiendas de que se trataba de un órdago quimérico como dejó bien claro el alcalde. Les da tiempo hasta de jugar al póker. No me queda claro si lo que ofreció doña Llopis fue una dimisión integral (dejar el acta de edil) o parcial (cambiar de competencias, o de incompetencias...).
Y entre tanto jaleo, cuestiones cruciales para el futuro estratégico de la ciudad pasan como de puntillas, o se disuelven en el grotesco multi-miting en el que se han convertido los plenos: piensan que son observados por todos los votantes alicantinos. Me refiero por ejemplo al plan del parque central de Renfe (Operación Integrada número 2) que salió a colación por una iniciativa del PSOE y que , agárrense al asiento, colea desde 2003. ¡Veinte años casi vacíos¡ Mientras, en otras ciudades como València operaciones similares avanzan sin prisa pero sin pausa. Las asociaciones vecinales de esta gigantesca área ya solo reclaman más iluminación y seguridad debajo del Puente Rojo. Casi que ni se acuerdan del OI2 como el germen para revolucionar por completo el paisaje urbano y urbanístico de Alicante: ya tiene faena la candidata socialista Ana Barceló. 54 espectadores. 53 si descontamos a ese pedazo de periodista que es F.J. Benito, que a partir de ahora se va a dedicar a otras cosas, a vivir fundamentalmente. 52 si descontamos a Ortega Smith, de visita a la capital de la provincia para proclamar que la primera medida que adoptaría Vox en el gobierno local es la eliminación de un plumazo de las zonas de bajas emisiones (exigencia de la Unión Europea para todas las ciudades de más de 50.000 habitantes). Marchando una ración de CO2. Bueno, que sean dos.
CODA 1: Cs readmite en el partido al concejal Eduardo García-Ontiveros en Elche tras su expulsión al poco de las elecciones de 2019 por nombrar a una asesora que no contaba con el plácet del crisolato argüesiano. A buenas horas mangas verdes. El microcosmo de Cs, en Elche y en toda la Comunidad Valenciana, deviene en el sainete de la señorita Pepis. Sainete exponencial con lo de la rebaja del 3%: y aún nos ofrecerán alguna que otra tarde de gloria.
CODA 2: El tiempo me dará la razón. La reconversión del cine Ideal en un hotel de alto nivel era la opción más viable, más realista si se prefiere, para conservar la fachada y la estructura del edificio. El grupo Baraka, Trinitario Casanova, anda ahora tras las instituciones, la Diputación, para que se lo alquilen con fines museísticos con el reclamo (inverosímil) de Tita. Y la Generalitat, que contempló una partida presupuestaria para la compra del inmueble en atención a los presupuestos participativos, ni sabe ni contesta. Un desaguisado. Ximo Puig prefiere permutar palacetes.