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La amenaza del ERE vuelve a planear

ALICANTE. Hace una década que las cuentas no salen (ese es el tiempo que ha transcurrido desde su último concurso de acreedores), pero desde 2014 el Hércules vive directamente del auxilio financiero de terceros, concretamente de Enrique Ortiz y Juan Carlos Ramírez, quienes, por ejemplo, dentro de dos semanas canjearán 4,3 millones de euros que han inyectado al club en los dos últimos ejercicios por acciones de un euro de valor nominal.

Con el descenso a la cuarta categoría del fútbol español la mala situación económica del club blanquiazul se va a acentuar, pues los ingresos menguarán aún más (por muchos abonos y entradas que se puedan vender, el precio no puede ser el mismo, como tampoco el de la publicidad), tampoco el citado auxilio económico será el mismo (solo Ortiz asegura que continuará prestándolo y por un importe inferior, mientras que Ramírez se resiste a continuar y no está claro que se sume otro padrino, el cual, además, ahora mismo solo parece que pudiese llegar de la mano de Toni Freixa), reaparece también la obligación de cumplir con los acreedores ordinarios (habrá que pagarles 1,2 millones el 30 de junio de 2022), los gastos generales seguirán siendo prácticamente los mismos (los vinculados al estadio Rico Pérez, por ejemplo) y si se desea aspirar a un ascenso la plantilla no podrá costar menos de 1,3 millones (ese es el cálculo que maneja el director deportivo, Carmelo del Pozo) y, eso, siempre que se consiga aligerar masa salarial...

El club se mantiene ahora mismo parado, a la espera de que se aclare qué sucede con la negociación entre Ortiz y Freixa, pero una vez se retome la actividad (normal), se salga del actual bloqueo voluntario (con Freixa o sin Freixa, traiga un inversor, dos o ninguno), uno de los primeros pasos a dar será el de rebajar el gasto en personal comprometido, especialmente el deportivo.

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