Mal se tiene que estar poniendo la cosa cuando Bruselas ha empujado a los países miembros de la UE para que trabajen en la lucha contra la desinformación, que la Comisión define como «información verificablemente falsa o engañosa» que, de forma acumulativa, «se crea, presenta y divulga con fines lucrativos o para engañar deliberadamente a la población» y «puede causar un perjuicio público». Y es que están comprobando que la desinformación se está utilizando para acciones tan peligrosas como desestabilizar países o influir en la opinión pública.
Para luchar contra esta desinformación, la UE ha publicado un código de buenas prácticas que incorpora aspectos como la inclusión de elementos de protección contra la desinformación, mejorar el análisis de los anuncios publicitarios para reducir los ingresos de proveedores de desinformación, garantizar transparencia de publicidad política y relativa al interés general, aplicar y promover políticas contra declaraciones falsas, intensificar y demostrar eficacia de recursos para cerrar cuentas falsas y establecer sistemas y reglas para los ordenadores zombi y garantizar que sus acciones no se confundan con interacciones humanas, intensificar y garantizar la integridad de los servicios en relación con cuentas de desinformación, invertir en medios tecnológicos para dar prioridad a información pertinente, auténtica y precisa y autorizada en canales de búsqueda, de información o en otros canales de distribución clasificados de forma automática, garantizar la transparencia para que el usuario sepa por qué ha sido objetivo de x publicidad, reducir la visibilidad de la desinformación facilitando la localización de contenido fiable, valorar la opción de empoderar a los usuarios mediante herramientas que permitan una experiencia en línea personalizada e interactiva para facilitar el acceso y descubrimiento de contenidos y fuentes, así como proporcionar herramientas para denunciar fake news y permitir acceso a datos compatible con la protección de la intimidad para actividades de verificación de datos.
Coincide la publicación de estas directrices europeas con la aprobación en España de un Plan Integral de Cultura de Seguridad Nacional, en cuya presentación, el director del Departamento de Seguridad Nacional, General de Brigada de Artillería y Doctor en Ciencias Políticas, Miguel Ángel Ballesteros, regaló a la audiencia unas cuantas perlas.
“Los ciudadanos ‘deben volver al periodismo’ y no informarse a través de las redes sociales, en cuentas que no corresponden a medios de comunicación. Tienen que ir a los periodistas, que publican contrastando la información”.
No podíamos soñar los periodistas con un apoyo tan claro, nítido y elocuente de quien está al mando de la Seguridad Nacional. Y sobre todo porque estas palabras las acompañó con otra perla cuando aseguró que este plan también persigue que los españoles “contrasten los datos y que sean críticos en la información que reciben”, es decir, “volver al origen de las fuentes” para huir de la desinformación. Ni el más prestigioso gabinete de comunicación podría transmitir mejor la idea de lo que necesitamos en el sector de la información en estos momentos.
El objetivo global de este plan del Gobierno español es aumentar la conciencia social sobre el carácter imprescindible de la Seguridad Nacional y de la corresponsabilidad de todos en las medidas de anticipación, prevención, análisis, reacción, resistencia y recuperación respecto a los riesgos y amenazas a los que se enfrenta la sociedad española y el propio país. Además, busca que los ciudadanos tomen conciencia sobre la ciberseguridad y la desinformación y que esta no pueda engañar o influir en la opinión pública tanto en unas elecciones como en otras actividades.
Pero hay más perlas. Ballesteros comentó que “si me permiten, cuanto más contribuyamos a que no exista polarización, mejor. Se lo digo a todos desde la más absoluta humildad de quien ni está en el debate político, ni quiere estarlo”. Y añadió que los actores estatales extranjeros se aprovechan de ella intentando aumentarla para interferir en los asuntos nacionales. “Por eso mi recomendación es que intenten no caer en la trampa”, les ha insistido a los parlamentarios.
Y la última joya: “Este plan cuenta con una Comisión contra la Desinformación, en la que, ha asegurado Ballesteros, ‘nunca’ se entra ‘en el análisis partidista, sea de un lado o de otro’, ni tampoco en analizar los medios de comunicación”. “Jamás he visto yo que se ponga el foco de atención en ningún medio periodístico” ha dicho sobre la comisión, la cual, según ha avanzado, se ha reunido ya en cuatro ocasiones, la última con motivo de las elecciones del 4M en la Comunidad de Madrid. Cuatro reuniones de las que la ciudadanía no ha tenido conocimiento previo ni posterior, y las dudas sobre censurar a los medios o controlarlos sigue en el aire.
Y me pregunto… ¿dónde estaba este señor escondido? Ha insistido para que la sociedad acuda a los medios de comunicación fiables y ha rogado que acabe ya este punching ball entre los partidos políticos. Mi general, ¡gracias por dejarlo todo tan claro!