Twitter es un buen lugar para seguir las elecciones en USA y desde ahí, ir saltando de enlace en enlace, hilo en hilo, para llegar a medios nacionales e internacionales y leer opiniones, análisis, estilos de narración, infografías varias e incluso, nuevas narrativas periodísticas. Los periodistas hicimos eso anoche y los políticos parecido, pero fijándose en los discursos, la puesta en escena, los porcentajes de voto de colectivos con un perfil determinado y el resto de cuestiones que les llaman la atención.
Alguien en alguna tertulia dijo anoche en un momento dado, algo así como “mientras tú te informas de como van las elecciones en un país a 7.600 kilómetros del tuyo, aquí te roba la cartera tu vecino de detrás y ni te enteras”.
Las elecciones en Estados Unidos nos quedan lejos en distancia física y tampoco se parece nada a nosotros ni su sistema electoral, ni su forma de gobierno, ni su cultura política. Está claro que nos afectan más los resultados electorales en Alemania, Italia, Reino Unido o Francia y sin embargo los seguimos mucho menos.
Pero es que las elecciones norteamericanas son un espectáculo nivel final de la Champions o de la Superbowl, que dirían allí. Entre todo lo que he leído y escuchado estas horas de seguimiento, me gustaría detenerme en algo que me toca muy de cerca. Preguntado a un analista español que vive en New York qué explicación daba al error que se aventuraba una vez más en las encuestas, y que daban hace días una holgada mayoría al candidato demócrata, entre otras razones decía lo siguiente. El periodismo local ha desaparecido en Estados Unidos.
En los últimos años han desaparecido centenares de pequeños periódicos locales que ofrecían información diaria muy cercana de cuestiones relacionadas con asuntos casi domésticos. Las grandes cabeceras y cadenas de televisión nacionales, a través de estos diarios, emisoras de radio y pequeñas televisiones locales, pulsaban las tendencias, los sentimientos y las opciones políticas de estos municipios. Ahora han perdido esa referencia. La mayoría de estos medios de comunicación han desaparecido.
Por muchas razones, largo de contar ahora. Pero una de las primeras consecuencias es que la percepción de lo que opina “la gente” acaba siendo solo lo que opinan los habitantes de las grandes ciudades y nadie sabe a pie de campo qué pasa por ejemplo en el pequeño condado de Arlington (Virginia). El país del sueño americano está plagado de pequeñas localidades dentro de condados, en un entorno rural y con estructuras de gobierno en algunos casos arrastradas desde el siglo XIX.
No tiene nada que ver lo que puede pensar, desear o temer un americano o americana de Washington o de Nueva York con otro de la pequeña localidad de Danville en Kentucky, de 17 mil habitantes. El periodismo local ya no existe allí y eso entre otras consecuencias, distorsiona la visión que se tiene en las grandes urbes de lo que ocurre en las pequeñas localidades.
Entre esta hecho y la arrolladora llegada de las redes sociales y sus algoritmos, la percepción de la realidad es un espejismo y hoy en día no sabes si lo que crees que está pasando, pasa realmente o alguien hace que tú creas que está pasando. Complejo y peligroso.
Para defenderte es mejor ver venir el peligro. No hablo de Trump ya. Ni de política en USA. Generalizo. Corremos el riesgo de meternos en una burbuja y no saber qué está pasando ya no en el otro lado del Atlántico, sino en el barrio de al lado.
El periodismo local es necesario, enriquecedor y maravilloso, incluso aunque además, sea en ocasiones duro y desagradable y te partan la cara a la primera de cambio. Como la política local donde, como pasa con demasiada frecuencia, los políticos locales acaben sirviendo de sucursales de sus centrales. Esta semana el PSOE defendía en Elche unos presupuestos que el PP y resto de partidos de la oposición van a criticar a golpe de pleno extraordinario, otra vez. Y de esta manera, unos y otros dejan huérfana la política local y por extensión la mirada cercana que permite, como los medios de comunicación locales, saber lo que siente y anhela su vecino y vecina e intentar resolverlo.