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Peras al olmo y milagros a Lourdes

7/11/2019 - 

La vida y el fútbol transcurren por caminos estrechos y paralelos. El Hércules sufrió el pasado domingo lo que padecemos el común de los mortales día tras día: esa mala costumbre del destino de, haciendo bien las cosas, no permitirnos llegar a buen puerto. Hacerlo bonito, acertar y aún así no ganar. Pocas pegas se le puede poner el pasado domingo no solo al equipo, también al partido en general. Posesión, buen juego, relativas llegadas con peligro… y todo ello ante un rival de entidad, que también fraguó un gran encuentro.

Llevamos años con la cantinela de que de jugando así, inevitablemente, el conjunto blanquiazul ganará más partidos de los que perderá, pero es que esta entidad es tan humana que se contagia de lo cotidiano y normal que es fracasar. Queda, eso sí, terreno para la esperanza. Carlos Martínez parece que va engrasando la maquinaria poco a poco, Benja está fraguando grandes actuaciones (incluso ayudando en defensa), la zaga parece que se asienta a pesar de la ausencia de Samuel, y el trabajo de Yeray incrustado entre los centrales, como iniciador del juego, comienza a dar sus frutos. Me gustó esa versión del equipo ante el Lleida, y aunque soy consciente de que es un guion que en algunos escenarios puede no ser válido, para los encuentros en el Rico Pérez parece ser buena receta.

Si a todo esto añadimos la heroica figura de Falcón hacia el final del encuentro, nos sale lo que debe ser un candidato al 'play-off'. La única pega es la realidad, esa voz del presente que vuelve para recordarnos que el conjunto alicantino está solo una posición por encima del 'play-out' a Tercera, empatado a puntos con el Nàstic que ocupa puestos de descenso y a 9 puntos de la cuarta plaza. El domingo pude escuchar aquello de "es que solo son tres partidos, no es tanto" y, como comprenderán, uno se pone a temblar. Precisamente porque algo parecido se rumiaba aquella ínclita temporada 2013/14, en la cual el equipo estaba en descenso "y no tan lejos" de la zona noble de la tabla. Sonará a cliché desgastado, pero oigan, domingo a domingo y sin mirar la tabla.

Esa es precisamente otra forma que tiene el pueblo llano de ir capeando los golpes que da la vida. Jugar con un exceso de expectativas suele llevar a la rendición de primeras, en una dieta, en un objetivo deportivo, en uno laboral… y en el fútbol. Al Hércules le ha faltado en los últimos años la humildad de saber medirse con aquellas circunstancias que le tocaba afrontar. Recuerden el año de Primera, recuerden el descenso o los primeros años de Segunda B. Más pies en el suelo y menos pájaros en la cabeza, que luego cuando lleguen las alegrías las disfrutaremos el doble.

Y me van a perdonar quizá la falta de crítica mordaz, dadas las circunstancias, pero es que ahora mismo no le podemos pedir más al Hércules de lo que vimos el otro día. No se lleven a engaño, está lejos el equipo de lograr una racha meteórica que aúpe a los de Muñoz a la parte alta de la tabla y si es este un objetivo que esté en el horizonte, hay que planteárselo a muy largo plazo. Alguien me decía el pasado domingo que la tabla había que mirarla en marzo o abril y no le faltaba razón. Pero claro, en Alicante pedir gestionar los nervios, las exigencias y las urgencias es como querer que Albert Rivera no lleve múltiples complementos a un debate electoral. Peras al olmo y milagros a Lourdes.

El domingo tenemos muchas cosas que hacer. Lo primero, por favor les pido, es que vayan a votar. Y háganlo no como un acto de fe, sino como la demostración de un privilegio que nos hemos dado los españoles, y que hasta no hace mucho, era un derecho anecdótico en nuestra historia. Sepan que un partido político es como un autobús, que no te deja en la puerta de casa, pero te aproxima, no tiene que pensar o defender todo lo que piense o crea usted. Y después de haber cumplido con la democracia, a las 17 horas, tienen un Castellón-Hércules que entra muy bien a un horario muy tradicional. El Hércules tampoco te va a dejar en la puerta de casa, ni te va a subir el sueldo, pero oigan, ya que es nuestro Hércules tendremos que quererlo.

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