Después de fundar el barrio de Benalúa (1884), algunos de “los diez amigos” que idearon e hicieron posible esa barriada pensaron que sería bueno acercar el centro de la ciudad a sus viviendas, sus calles y sus plazas, a través de un tranvía. También a sus negocios. Y ya puestos, ¿por qué no extenderlo más lejos? Eran gente con talento. Y con ambición.
En seguida se lo cuento pero antes dejen que mencione unos datos sobre sus orígenes. El tranvía por tracción animal fue inventado en 1775 por el inglés John Outram, aunque como medio de transporte los pioneros fueron los neoyorquinos que inauguraron la primera línea en 1832 a través de su constructor John Stephenson. El talento tenía el mismo nombre del inventor, ya es casualidad, aunque no similar proyecto. A su vez, el tranvía eléctrico fue construido en 1888 por el norteamericano Frank Sprague en Virginia. En España, el primer tranvía de tracción animal se estrena en Madrid en 1871 y la primera línea electrificada se inaugura en Bilbao en 1896: unía esta localidad con Santurce.
En Alicante, ahora se lo cuento. El 17 de septiembre de 1890 se creó una sociedad para su construcción urbana, así como para llegar a sus caseríos y poblaciones limítrofes como Santa Faz, San Juan, Muchamiel, Tánger, Villafranqueza y San Vicente. La primera Junta Directiva con carácter interino la formaron José Carratalá, Ramón Guillén López, Román Bono Guarner, Enrique Guillén Belllob, Joaquín de Rojas, Manuel Gironés Puerto, Francisco Puigcerver, Alejandro Harmsen, José Vidal Bossio, Ramón Martínez Grau, Luís Penalva y Hugo Prytz.
La burguesía se impacientaba, veía una oportunidad de emprender y hacer negocios con el tranvía.
El 3 de febrero de 1892 Quintín Fernández Morales, en nombre propio y en el de Ricardo Beneyto y Andrés Puigcerver, presentó un proyecto de tranvía que aprobó el Ayuntamiento sin perjudicar los derechos que ya tenía Federico Lucini Biderman, concesionario del tranvía Alicante-Crevillente y peticionario de otra concesión de tranvía urbano por tracción animal, también llamado “de sangre”. El 18 de mayo el concejo dio conformidad al pliego de condiciones. El 8 de julio el Ayuntamiento aprueba el reglamento provisional posterior a la presentación de documentos por José Soler Sánchez, presidente de la sociedad concesionaria “Los nueve” a la que le fueron cedidos en diciembre los derechos de la empresa que representaba Fernández Morales. Fueron miembros de la sociedad de “Los nueve” el doctor José Soler Sánchez, José Carratalá Cernuda, Agustín Bay, Amando Alberola Martínez, Primitivo Pérez Sánchez, Enrique Ferré Vidiella, Victoriano Nuño Beato, Manuel Martínez Sánchez, y José Mollá Escoto. Ya ven que la burguesía se movía, les motivaba estar en este proyecto empresarial al que le veían tantas posibilidades de desarrollo. El encargado de las obras fue José Álvarez de Coiñas. La primera piedra de la Estación de Benalúa se puso el 6 de agosto de 1892. La inauguración solemne de la vía fue el 12 de julio de 1893. Los primeros trayectos fueron: de Benalúa a la plaza de San Francisco, por las calles Foglietti y Ramales; de la plaza San Francisco a la de Ramiro, por las calles de la Constitución y Alfonso XIII. En septiembre de ese año se inauguraron otros dos itinerarios: de la plaza de Ramiro al Teatro Circo, en Alfonso el Sabio, por Méndez Núñez; y de la plaza del Teatro a la carretera de Villafranqueza por Castaños, Alfonso el Sabio, San Vicente y plaza de Santa Teresa.
Diversas líneas de tranvía a vapor conectaban la ciudad de Alicante con Muchamiel (1902, primero de mulas y al año siguiente a vapor), Elche y Crevillente (1905), y San Vicente de Raspeig (5 de mayo de 1906): la inauguración de la línea fue un acontecimiento social. El pueblo entero reunido para celebrar esta novedad. Y a partir de eso, cada madrugada se amontonaban los obreros que iban a las fábricas, cerámicas y al puerto porque todos querían subir el primero, era tanta la impaciencia y la alegría. Ya no tendrían que hacer ese recorrido a pie. 30 céntimos costaba el billete de ida y vuelta.
Es a partir de 1924 cuando se empiezan a electrificar las vías a cargo de la empresa Transportes Eléctricos S.A. financiado por el Banco de Vizcaya, y se amplían las líneas al barrio de Las Carolinas, Florida-Portazgo, San Blas y Plá-Hospital.
Sin embargo, el desarrollo de la industria del automóvil, y del autobús, provoca el fin de los tranvías. Las dos últimas líneas - Benalúa y Plá Hospital - cerraron su tránsito el 14 de noviembre de 1969.
Pero la nostalgia del tranvía, la necesidad de un transporte limpio, la innovación de un medio moderno, hizo que volviera a la ciudad de Alicante el 17 de marzo de 1999 inaugurando una línea experimental entre la estación de la Marina y la plaza del Mar y, posteriormente, otra entre esta estación y la Albufera. Fue tal el éxito de pasajeros que en 2003 se abre una línea nueva a Campello y actualmente llega a Villajoyosa-Benidorm-Altea-Denia (línea heredera del trenet), a las urbanizaciones de la playa de San Juan y Cabo la Huerta, y a San Vicente del Raspeig.
Un dato hace prever que este medio de transporte no sólo se consolide sino que se multiplique. Vean. En 2019 usaron el tranvía (TRAM) en Alicante más de 12 millones de pasajeros en sus 6 líneas. Y siendo tan popular se echa de menos que el tram aún no llegue hasta los barrios más alejados del centro como San Gabriel, a los pueblos cercanos como San Juan y Muchamiel, a la estación de Renfe y al aeropuerto de Alicante-Elche. Es esta una reivindicación que no puede caer en saco roto porque es bueno para Alicante y su imagen de ciudad moderna, empresarial y turística. Y por pedir que no quede, también reivindico que el tranvía no esté pendiente de un hilo, es decir, que no tenga cables eléctricos visibles. Recientemente he estado en la ciudad francesa de Burdeos, por razones laborales, y allí los tranvías no tienen cables eléctricos aéreos porque estos están enterrados bajo los raíles. Esto también lo quiero para Alicante. Que así sea.