ALICANTE. Pedro Muiño (Irixoa, 1954) puso en práctica desde muy joven su virtud con la pintura, la cual ha desarrollado a lo largo de los años en diferentes etapas y con diferentes estilos. Desde el surrealismo inicial, pasando por la figuración y llegando hasta una obra más psíquica e introspectiva de tintes minimalistas. "Ha sido un proceso de depuración y limpieza que me ha hecho llegar hasta algo mucho más simplificado y más limpio", explica el autor, que ahora expone una muestra de 25 cuadros de gran formato que se podrán visitar hasta el 9 de marzo en la sala de exposiciones del Palacio Provincial de la Diputación de Alicante.
Bajo el título De los silencios, invita a valorar e interpretar algunas de las obras que ha ido creando entre 2006 y 2017. Sin embargo, no es un nombre escogido a la ligera, sino que apunta la importancia que tiene el silencio en ese proceso de contemplación. "Un museo es el mejor sitio para ver el arte porque podemos apreciar las obras bien iluminadas y además encontramos el silencio necesario para prestarles atención e interpretarlas", explica. Por contra, en su opinión no ocurre lo mismo en otros espacios que se están poniendo cada vez más de moda y que no permiten al público centrarse en lo que está viendo. "Las ferias de arte, por ejemplo, son el peor lugar para ver las obras".
Con el título y lugar de la exposición, ya queda clara la intencionalidad de Muiño para que el visitante permanezca atento a lo que va a observar. Obras que han sido seleccionadas meticulosamente de un conjunto de series que cuenta con más de 200 piezas y que el artista ha ido pintando en paralelo a la obra que en teoría era su principal ocupación en ese momento, pero que no ha llegado a mostrar. "Normalmente trabajo en varias cosas a la vez, ya que una me da pie a otra y así sucesivamente", explica. En algunos casos, las que no eran las principales le van ganando protagonismo a las otras, hasta convertirse en las más importantes", describe.
En todo ese proceso, la luz y la geometría siempre son elementos constantes en toda su trayectoria, pero también lo son las connotaciones simbólicas. Sobre ese trabajo anterior asegura que poseía una relevante carga barroca. Y es que siente un vínculo clásico que de alguna manera influye en su pintura. Sin embargo, poco a poco trata de depurarlo en cuanto a las formas, los colores y las texturas. "Es un trabajo mucho más limpio y con menos elementos, que viene impulsado por mi necesidad de simplificar", matiza. Aunque reconoce que en muchas ocasiones vuelve su vena clásica y se esfuerza por matizarla. "En relación a mi trabajo anterior, lo actual es mucho más minimal", comenta.
"Los tiempos, la reflexión y la intención son elementos que aquí viajan juntos", explica Muiño. En esta última parte de su obra, el fondo negro ha ido ganando terreno poco a poco y los colores han pasado de naranjas y ocres a tonalidades más oscuras. Unas piezas que por esto y por otros motivos podrían calificarse como "series negras", según el autor, ya que se trata de trabajos que no se mostraron al público en el momento de su producción y que pertenecen al tipo de obra que permanece en el estudio y que aflora con el tiempo, haciéndose así visibles.
Pedro Muiño ha decidido sacarlos ahora a la luz seleccionado estos cuadros entre varias series de todo este período. Y lo hace motivado porque además considera que su obra posee un alto grado de desconocimiento en la ciudad, pesar de sus 21 años viviendo en ella. Una obra que, pese a todo, insiste en alejar de la palabra ya que, como él mismo asegura, está "destinada a la contemplación". En su opinión, "la pintura es frágil cuando se acude a la palabra para intentar explicarla", sentencia el autor.