ALICANTE. Paz Castelló consigue que los planetas orbiten a su alrededor, casi sin proponérselo.
Habíamos quedado en una cafetería que ella misma, con una ostensible impuntualidad por anticipación, se había encontrado cerrada. Cambio de localización de última hora, apenas unos metros, hacia un lugar, en principio, desconocido. Cuando llego, ella se encuentra de espaldas a la puerta, muestra de despreocupación y control total, llamando a la camarera por su nombre de pila, desde su mesa en el centro exacto de la sala, hablándole con la familiaridad de los clientes habituales, y siendo correspondida con total naturalidad. Paz Castelló se adueña de las situaciones con el gesto sencillo de una sonrisa que fácilmente se puede convertir en un pica hielos, aunque como ella misma observa "no tengo picahielos en casa, cualquier objeto sirve para matar", manteniendo la sonrisa.
Se encuentra al inicio de la promoción de la que es su segunda novela publicada, después de aquella La muerte del 9 de 2013, ambientada el turbio mundo del fútbol. Esta vez ha decidido poner el foco sobre el tampoco demasiado transparente mundo de la literatura, la edición, los egos de los escritores y la proyección de los traumas negro sobre blanco. No podíamos empezar de otra manera que con un por qué se empieza a escribir, pero la respuesta ya coge las riendas dela conversación. "¿Por qué no? Yo no tengo conciencia de cuando empecé a escribir. Sí que sé que desde muy niña la manera natural de expresar mis sentimientos, cuando algo me preocupaba, o alguna reflexión interna, empecé a escribir diarios. Es algo que llevas innato, cada uno tiene una manera de expresarse, el ser humano tiene esa necesidad de comunicación, hay quien dibuja, hay quien tiene otro tipo de expresión, la mía fue la escritura siempre".
Pero de la expresión personal a través de textos poéticos, reflexiones, desde ese automatismo que va de la mente al boli bic azul sin capucha, hasta la profesionalización que supone entrar en el circuito editorial debe haber un clic, un momento de transición. "En 2008, 2009, viene la crisis económica, yo tenía una página web de servicios de comunicación freelance, con mi propio nombre y, al quedarme sin trabajo, me planteo cerrar la página o transformarla. Así es que con la ayuda de un amigo,en unos días la tenía convertida en un blog. En agradecimiento al trabajo que había realizado, tomé la decisión de ir llenándolo de contenido, con todos esos escritos que tenía guardados en un cajón, en libretas, esos escritos íntimos que circulaban sólo entre el entorno más cercano. Textos breves de prosa poética que tuvieron mucho éxito y llevaron a que Sandra Bruna, la que ahora es mi agente literaria, se pusiera en contacto conmigo, después de los dos primeros años de vida del blog, y me ofreciera la posibilidad de publicar una novela". Dicho y hecho. Tres meses después había nacido La muerte del 9, una gestación intensiva. El gran momento de los blogs, desde 2005 a 2010, justo antes de la explosión de las redes sociales, fue el efecto multiplicador que sirvió para que el gran boca-oreja llevara los textos de Castelló hasta la agencia barcelonesa, demostrando que se había entrado de lleno en la aldea global, y no es necesario “irse a Nueva York tres meses para aislarse y escribir”, cuando se puede hacer desde el salón de casa “en pijama”.
Romper el estereotipo de este falso glamour, de este “maquillaje”, junto con la lucha de agentes y autores noveles y desconocidos por atravesar las barreras impuestas por una maquinaria anticuada,que todavía genera personalidades detrás de tapas duras y hojas casi en blanco,para poder publicar y ser visibles en las estanterías y los lineales de las librerías, es el origen de este Mi nombre escrito en la puerta de un váter.
¿Pero por qué de nuevo el género de intriga,el thriller? "Porque yo siempre digo que tengo doble personalidad. Mantengo el perfil más filosófico, poético, en el blog, pero tengo una parte perversa que gusta mucho de la psicología criminal, y me gusta mucho que me sorprendan.Mantengo en las novelas el gusto por los sentimientos y el perfil psicológico de los personajes, pero también que mantengan en vilo al lector, hasta el final. Agatha Christie y Alfred Hitchcock son mis dos referentes clásicos. Sobre los contemporáneos prefiero no dar nombres, siempre te dejas fuera a alguien a quien querrías citar". Duda Paz sobre si todo está ahí, así es que añade una coletilla que abre nuevas vías. "Aunque todas mis novelas tienen como hilo conductor las visión periodística, creo que he creado el género de la novela protesta, del thriller protesta. Utilizar la literatura de una forma pseudoperiodística, para denunciar lo que ocurre en determinados sectores. Ahora mismo, con este váter, hacer una reflexión sobre lo que ocurre con la literatura en nuestro país. Como industria y también como lectores. Por qué compramos un libro, porque nos interesa su contenido o porque nos han vendido a su autor o autora desde una campaña de marketing omnipresente, ya que se trata de la firma de un presentador de televisión, de un actor, de un youtuber…".
Demuestra que no ha abandonado el mundo de la comunicación y el marketing, porque consigue lanzar un par de eslóganes contundentes, que deberían haber sido impresos en una de esas fajas que envuelven las segundas, terceras y cuartas ediciones de los libros.
"Tenemos que desdoblarnos y, cuando vamos a comprar un libro, tenemos que saber si somos consumidores o lectores, o ambas cosas". "Convirtamos al escritor en un producto y que forme parte del engranaje de la industria, pero no convirtamos a un personaje en un escritor".
Aún así, si tuviera que (y pudiera) elegir entre la comunicación y la literatura, elegiría la literatura, "la literatura es una forma de comunicación".
Observad con detalle las puertas de los aseos públicos, tal vez encontréis allí vuestro nombre escrito. La culpa, seguro, de Paz Castelló.