ALICANTE. El Día Mundial del Sueño se conmemora este viernes, 19 de marzo. Una iniciativa con la que se trata de concienciar de la importancia de procurar un descanso reparador para lograr una vida sana y saludable. La doctora Paula Giménez, directora de la Unidad del Sueño de la clínica HLA Vistahermosa, incide en ello. "Dormir poco o tener un sueño fragmentado secundario a un trastorno del sueño puede derivar en trastornos del estado de ánimo", afirma la especialista. En entrevista para Alicante Plaza da las claves para medir la calidad de nuestro sueño y detectar posibles trastornos antes de que se agraven.
— ¿Cómo ha afectado la situación sanitaria por la covid-19 a los trastornos del sueño?
— La pandemia ha afectado a numerosas facetas de la vida y el sueño no ha sido una excepción. La pandemia ha traído cambios importantes en nuestros hábitos y rutinas que han afectado a nuestro descaso nocturno:
— ¿Cuál era el contexto o la situación prepandemia?
— Las largas jornadas laborales, el hecho de continuar trabajando en casa más allá de las 20:00 horas con el ordenador, los horarios españoles de comer y cenar tarde y un prime time televisivo entorno a las 22:00 horas hacían que los españoles nos acostáramos tarde y durmiéramos de media 6,8 horas, menos de las 8 horas por noche recomendadas. Por otro lado, más del 30% de los españoles sufrían de insomnio, además de otros trastornos del sueño como el síndrome de apnea del sueño o el síndrome de piernas inquietas, que fragmentan y alteran nuestro descanso nocturno.
— ¿Existe una relación directa entre el sueño y la salud mental?
— El sueño es nuestro taller de reparación, donde nuestro cuerpo se prepara física, cognitiva y emocionalmente para el día siguiente. El sueño REM es la fase del sueño donde se produce la consolidación de lo aprendido durante el día y la regulación emocional. Dormir poco o tener un sueño fragmentado secundario a un trastorno del sueño puede derivar en trastornos del estado de ánimo como irritabilidad, mal humor, ansiedad e incluso depresión.
— ¿Qué índices podemos estudiar para medir la calidad del nuestro sueño y valorar la situación?
— La manera de “medir” si una persona descansa adecuadamente, es decir, si la cantidad de horas que duerme y la calidad de las mismas es la adecuada, es ver cómo se encuentra durante el día. Las horas recomendables de sueño diarias varían según la edad. Esto es lógico si pensamos en un recién nacido, un organismo que se está desarrollando neurológica y físicamente y lo comparamos con un anciano, en el que ya no se generan conexiones neuronales nuevas y su nivel de actividad es bastante reducido.
En el primer caso, el recién nacido, necesita unas 14-17 horas de sueño diarias; sin embrago las recomendaciones generales para un anciano son de 7 horas diarias. Un adulto, de media necesita 8 horas para estar bien, es decir, para poder llevar su actividad cognitiva (laboral o estudios) y física con normalidad, sin presentar síntomas compatibles con poca o pobre calidad de sueño: cefaleas matutinas, sensación de falta de descanso, presentar somnolencia durante el día ante situaciones monótonas, irritabilidad, falta de concentración, pérdida de memoria. Esta es la medida de medir si nuestro sueño es reparador: si al día siguiente llevamos nuestra actividad física, intelectual y emocional con normalidad. Si no es así, debemos revisar las horas que le dedicamos a nuestro descanso nocturno o consultar con un especialista en Medicina del Sueño.
— ¿Qué indicios nos pueden llevar a detectar un trastorno y qué importancia tiene detectarlos a tiempo?
— Hay más de 80 trastornos del sueño. Muchos de ellos comparten síntomas comunes (somnolencia, alteraciones del estado anímico, cefaleas…) y otros son característicos de algunos de ellos: los ronquidos y las paradas de respiración por las noches, presentar frecuentes despertares nocturnos o sensación de sueño superficial o poco reparador, ensoñaciones violentas durante el sueño, inquietud o necesidad de mover las piernas por las noches... Es importante detectarlos y tratarlos, ya que los trastornos del sueño no tratados a medio-largo plazo pueden asociarse a patologías cardiovasculares (hipertensión arterial, infarto agudo de miocardio y arritmias cardiacas), enfermedades cerebrovasculares o trastornos metabólicos como la obesidad o diabetes entre otros.
— ¿Está en nuestra mano prevenir situaciones críticas o crónicas? ¿Puede ser reversible una situación grave?
— La mayor parte de los trastornos del sueño tienen un tratamiento eficaz, mejorando la calidad de vida de los que los sufren y de sus familiares. Como todo en medicina, un trastorno del sueño cogido a tiempo tendrá una mejor evolución que aquel más cronificado, que posiblemente ya haya desarrollado otras patologías secundarias a ese trastorno del sueño sufrido durante largos años. La cuestión es que la población conozca la importancia del sueño en nuestra salud y bienestar, que tengamos educación sobre hábitos saludables de sueño: educamos a nuestros hijos en que hay que comer 5 piezas de fruta, comer sano y en la importancia de realizar ejercicio físico. Sin embargo, no recibimos educación en hábitos de sueño, primordiales para dormir bien y prevenir trastornos del sueño y consecuencias negativas para nuestra salud.
— ¿En qué momento debemos solicitar ayuda al especialista?
— Todos podemos pasar una racha o un periodo en el que nos cueste dormir o nos despertamos a mitad de noche porque un aumento del estrés o preocupaciones particulares. Si la situación se alarga o produce un deterior diurno significativo es recomendable consultar con el médico quien nos dará las pautas necesarias.
— ¿En qué consisten los tratamientos que se ofrecen al respecto?
— El tratamiento va a depender del trastorno de sueño en cuestión. Lo importante es un correcto diagnóstico. Para esto es clave una consulta con un especialista que valore los síntomas, antecedentes y patologías asociadas que tenga el paciente. En muchos trastornos del sueño (insomnio, síndrome de piernas inquietas, sonambulismos…) no hace falta una prueba de sueño, ya que se llega al diagnóstico en la consulta.
En el caso del insomnio disponemos de estudios de cronobiología que nos permiten estudiar el sueño y los hábitos del paciente durante las 24 horas de siete días consecutivos, un estudio profundo que nos permite un tratamiento muy personalizado. Por el contrario, otros trastornos como el síndrome de apnea del sueño, la narcolepsia, el trastorno de conducta del sueño REM o las epilepsias nocturnas, requieren de una prueba de sueño o polisomnografía para un correcto diagnóstico y tratamiento.
Dicho esto, es importante recalcar que el tratamiento del insomnio debe basarse en un buen diagnóstico para establecer un correcto tratamiento cognitivo-conductual encaminado a reeducar aquellos pensamientos y conductas que están perpetuando el insomnio, relegando las pastillas para dormir a un segundo plano y siempre con control médico y a la mínima dosis eficaz, Las hierbas naturales como la valeriana, melisa, pasiflora e incluso la Melatonina pueden ser una buena alternativa.
— En la madrugada del 27 al 28 de marzo se producirá el cambio de horario de primavera. ¿Afectan estas situaciones positiva o negativamente a la calidad del sueño?
— En primavera y verano estamos expuestos a un número considerablemente mayor de horas de luz. La luz es el principal sincronizador de nuestro ritmo circadiano de sueño, marcando y preparando nuestro organismo para estar despiertos o para dormir. El que a las 20.00 o 21.00 horas sea de día implica que hasta esa hora estamos expuestos a luz con lo que irremediablemente nos dormimos más tarde, pues para fabricar la hormona del sueño (melatonina) necesitamos condiciones de oscuridad. Esto provoca que nos durmamos más tarde y que en definitiva durmamos menos pues la hora de levantarse, salvo en periodos de vacaciones, se mantiene. La exposición a más horas de luz por la tarde-noche (en junio anochece sobre las 21:30horas) junto al calor, es uno de los motivos por los que en verano dormimos peor.