ALICANTE. Let it go, el tema principal de la primera película de Frozen no solo ganó un Oscar, sino que se convirtió en todo un himno para la comunidad LGTBI. Pero el argumento del filme aportaba más ingredientes para que el colectivo se sintiera identificado con sus protagonistas. La princesa Elsa crecía escondiendo una condición que marcaría de forma decisiva su vida y su personalidad: tenía poderes mágicos. Unos poderes que le otorgaban la fortaleza y la valentía que hacían que conectara intensamente con el público infantil, pero también con el adulto. De hecho, el éxito rotundo de la película de Walt Disney Animation Studios garantizó la producción de la segunda entrega, que se ha estrenado este viernes en los cines españoles.
Esa segunda parte de la película ha contado además con el talento alicantino de Paula Benedicto, animadora que ha dado vida y movimiento al personaje de la princesa Elsa, además de otros muchos secundarios. "Una mujer puede ser fuerte e inspiradora y no tiene por qué sentir la necesidad de vivir un amor romántico, ya sea hacía una mujer o hacia un hombre", afirma Benedicto. Ella, que se ha metido en la 'piel' de Elsa, aclara los entresijos del guión y explica así lo que los directores de la película han querido transmitir. "Es un personaje que crece escondiendo algo que ella es, un hecho con el que se puede identificar mucha gente, incluida la comunidad LGBTI, lo que no significa que sea solo una cuestión de este tipo, sino que es una historia que pretende llegar e inspirar a cualquier persona en una situación similar", describe. "Hasta donde yo sé, no hay lesbianismo encubierto en Frozen 2, pero quién sabe que es lo qué tienen en mente los directores. Por el momento no estaban interesados en contar esa historia", sentencia.
Mucho se había especulado hasta la fecha sobre el posible lesbianismo explícito en la segunda entrega de Frozen —sobre todo cuando el trailer adelantó la aparición de un nuevo personaje femenino— un hecho que habría marcado todo un hito en la historia de la cinematografía infantil, contribuyendo a la normalización y la visualización de los valores de libertad y tolerancia entre los niños y niñas. Algo en lo que, de alguna manera, sí ha contribuido, aunque no haya sido de la forma rotunda que se esperaba. De hecho, la adopción del filme como parte del imaginario LGTBI ha destapado la polémica hasta en el ámbito político, donde el sector más conservador ha acusado a la película de manipular la sexualidad de los niños y niñas. "Si Frozen es lesbiana, la niña va a querer el vestidito y va a querer la amiguita", afirmaba recientemente Alicia Rubio, diputada de Vox en la Asamblea de Madrid. "Muchas veces, el personaje más simpático, más maravilloso, es homosexual, con lo cual se trabaja con el cariño del menor hacia el personaje", añadía.
Comentarios homófobos al margen, lo cierto es que la posible aparición de una pareja lésbica en Frozen 2 era un clamor social que se había materializado incluso en campañas virales en las redes sociales con etiquetas como #GiveElsaAGirlFriend —que se convirtió en tendencia mundial impulsada por el grupo LGTBI GLAAD, que previamente había criticado que ninguna de las once películas estrenadas en 2015 por Disney tenía un personaje abiertamente LGTBI—. Y ahora tampoco ha podido ser. De nuevo ha prevalecido el temor de los estudios cinematográficos a despertar excesiva polémica. "No sé si se llegó a plantear que eso fuera así, porque yo no estaba incluida en el proceso creativo de la preproducción", confiesa Benedicto. "En este momento los directores barajan diferentes opciones, pero al no formar parte de eso no sé si fue una opción que se llegaran a plantear", añade.
Pero la animadora Paula Benedicto sí ha conocido el resto de características personales que envuelven a Elsa. De hecho, sus performances —en las que se grababa cual actriz que está interpretando un papel con el fin de conocer con exactitud los movimientos que debía recrear en su personaje— fueron lo que más llamó la atención de su supervisor, Michael Woodside, de quien asegura que ha podido aprender muchísimo a lo largo de esta experiencia. Un año en Los Ángeles, de septiembre de 2018 a septiembre de 2019, desarrollando unas tareas en las que ha podido aprender también de cerca con otros compañeros como Pedro Daniel García Pérez —también español— o los directores de animación Tony Smeed y Becky Bresee. "He disfrutado mucho trabajado con ellos", comenta.
La animadora alicantina estudió Ingeniería Multimedia en la Universidad de Alicante, pero posteriormente hizo un máster de animación en U-tad, el Centro Universitario de Tecnología y Arte Digital. A través de uno de sus profesores consiguió entrar en Ilion para integrarse en el equipo de la película El parque mágico, de Paramount Pictures, y después se trasladó hasta València para trabajar en La Tribu como animadora en la película Red shoes and the 7 dwarfs (Zapatos rojos y los siete enanitos), una disparatada versión del cuento de Blancanieves, reinterpretado por el coreano Hong Sung-Ho. Ahora, tras su paso por Walt Disney en Frozen 2, espera poder seguir formando parte del equipo de Los Ángeles para la producción de Raya and the Last Dragon (Raya y el último dragón). Un nuevo ejemplo del talento alicantino al otro lado del charco.