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"Papá, los pantalones"

11/06/2019 - 

ALICANTE. Mi padre tiene la costumbre de llenarse los bolsillos de su pantalón con innumerables objetos, por lo que la parte inferior de su vestimenta suele pesar más de lo habitual. El domingo, cuando Jesús Alfaro disparó a su palo corto y marcó su primer gol con la blanquiazul, a mi padre se le cayeron los pantalones. Y eso solo puede significar una cosa.

Antes de ese momento, yo solo había visto a mi padre recogerse los pantalones celebrando un gol en dos ocasiones: en el Mundial de 2010 y ese mismo año en la grada del Stadium Gal, en Irún. Es la primera vez que se le caen en el Rico Pérez y es la primera vez que ocurre en una fase de ascenso.

Era evidente. La euforia se apoderó de la grada con el segundo gol del Hércules. Y con el primero. El tercero trajo una mezcla entre alivio, incredulidad y felicidad. Una felicidad que hacía mucho tiempo que no se respiraba entre las butacas azules de la casa herculana.

No sabría decir qué fue lo primero, si el huevo o la gallina. No sé si fueron los jugadores los que contagiaron a la grada o los aficionados los que transmitieron la intensidad y la energía a los futbolistas. Lo que está claro es que la comunión entre afición y equipo existe. Y de eso tiene mucha culpa Planagumà.

El Logroñés se adelantó nada más comenzar la segunda mitad y las previsiones no eran buenas. Los riojanos habían demostrado en la primera mitad y a lo largo de todo el curso que era complicado romper sus líneas defensivas y después del gol discutieron el dominio a los blanquiazules. Delante, el Hércules, que no había superado la barrera de los dos goles en ningún partido de esta temporada.

Sin embargo, los jugadores se repusieron, y eso fue lo más admirable del encuentro. Fran Miranda asumió mucha responsabilidad porque, además de hacer su habitual trabajo, tuvo que adelantar metros hacia adelante por el carril central. ¿Por qué? Porque su pareja de baile, Diego Benito, se vio muy limitado en sus movimientos por la continua vigilancia de la medular logroñesa. Pero Sergio Rodríguez, técnico del Logroñés, no tenía escrito en su guion que Miranda es un todoterreno.

Carlos Martínez fue, junto a Alfaro, el principal protagonista del encuentro. Sí, anotó dos goles, pero no es lo que más destaco de él. Asumió responsabilidad, vio el marcador en contra y no quiso permitir salir derrotado. A lo largo de la temporada he tenido a Carlos en el foco de mis críticas, es de los futbolistas con más clase de la plantilla, tiene una calidad superior a la media, pero ha actuado como una pieza pasiva. Es un jugador de sangre fría al que le ha costado hacer daño en la presión y en el trabajo sin balón, pero el domingo vi a un Carlos diferente, con garra, luchador y con orgullo.

Además de Carlos, que anotó su segundo doblete del curso, Alfaro completa la ecuación goleadora. Por poco no salió a hombros por convertir su primer tanto con la camiseta del Hércules en un auténtico golazo, pero la realidad es que no tuvo un partido fácil. Le costó encarar, no estaba aportando profundidad y no estuvo nada cómodo en la primera mitad. Pero hizo daño, vaya si hizo. El control orientado previo al gol es exquisito, da la vuelta y en un arranque corto deja atrás al defensa rojiblanco y le pega con el alma al palo corto. El disparo es seco, fuerte y pegado a la madera. Muy complicado de parar para Buigues.

El gol de Alfaro viene precedido de un pase entre líneas de Pablo Íñiguez. Es asombroso el nivel del central valenciano. En el segundo gol se evidencia su autoridad para dar un pase adelante y siguió adelantando líneas y sumándose al ataque hasta el final del partido. A su nivel para sacar el balón desde atrás hay que sumarle su seguridad defensiva y su capacidad de recuperar posesiones.

No hay que obviar que volvió Chechu. Lo hizo justo después del gol del empate y Planagumà enviaba así su mensaje. "Hemos empatado, pero ahora viene el bueno". Es extraño ver al capitán con el 1 delante del 7 a la espalda. Su entrada supuso un cambio importante al partido, factor el cual se sumó al reciente empate del Hércules. Dos golpes seguidos, algo que en un combate de boxeo suele dar ventaja. Es obvio que ha perdido velocidad, pero su conducción de balón es una delicia, lleva lo redondo pegado al pie y así es difícil arrebatarle la pelota. Y por qué no decirlo, estoy seguro de que debe imponer al rival el hecho de que dos minutos después del empate salga el capitán envuelto en una de las ovaciones más estruendosas de la tarde mientras se corea a viva voz su nombre desde la grada.

En definitiva, la victoria ante el Logroñés es un paso adelante desde la perspectiva ofensiva (tres goles), por el paso adelante de futbolistas como Carlos Martínez o Alfaro y por la vuelta de Chechu. El equipo deberá aguantar en Las Gaunas sin Miranda (Alvarado ocupará, a priori, su posición). Ojalá pueda ver próximamente cómo se le caen los pantalones a mi padre en Luceros.

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