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reflexionando en frío / OPINIÓN

Pablo Ruz es de izquierdas

17/05/2022 - 

Como lo leen: el líder del Partido Popular de Elche es un marxista empedernido, un vasallo de Pedro Sánchez, un agente doble de los servicios secretos sanchistas. Cuando Carlos González deje la Alcaldía le va a ceder el puesto a Pablo Ruz ante la cantidad de enemigos internos que tiene el actual regidor. Un digno sucesor progresista. Nótese la ironía, y si no se palpa ya se lo anuncio yo, que en el mundo de la literalidad donde vivimos nos tomamos todo al pie de la letra. Exagero la realidad ante los titulares en los que diferentes medios de comunicación tildaban las propuestas del PP ilicitano como de izquierdas. Creo que están estudiando la posibilidad de refundar las siglas y llamarlo Partido Socialista Popular. En su cabeza era espectacular. 

Precisamente es el marco mental el que empuja a que etiquetemos las decisiones ejecutivas con espectros políticos. La inercia nos hace ver lo que nos rodea encajonados en unos campos limitantes. Siempre digo que todos aquellos contaminados por la fiebre ideológica no se enteran de la película. Conozco bien este ostracismo vital porque he estado en un partido en el que en un determinado momento sus dirigentes se fueron al baño en medio de la trama. Cuando la evolución argumental dejó de dividirse en hemisferios polarizados ellos enarbolaron el centro quedándose en medio de la carretera. Eso es porque la realidad es demasiado compleja como para simplificarla en meras ecuaciones ideológicas. Lo de izquierdas o derechas, azules o rojos, estaba bien en la Guerra Civil para saber contra quién tenías que luchar, o en la barra del bar con un pincho de tortilla y una caña. Pero en el periodismo, en la vida pública, somos todos muy mayores para hablar con propiedad. 

¿Por qué el fomento de la cultura y la rehabilitación de edificios históricos con dinero público es de izquierdas? No puedo evitar percibir cierta superioridad moral en esa catalogación. ¿Entonces el actual Carlos González es de derechas por sus intenciones de privatizar el convento de las Clarisas y convertirlo en un hotel de lujo? Menudo facha. No verán llamarle eso a sus acólitos. Tenemos que dejar de etiquetar los actos políticos. Quizá dejemos de hacerlo cuando nuestros dirigentes empiecen a actuar por intereses de la ciudadanía en lugar de por las inquietudes partidistas. Tenemos mandatarios que viven en campaña permanente sin que exista un proyecto a largo plazo. Por eso resulta llamativo el planteamiento deslizado por Pablo Ruz de presentar una hoja de ruta a ocho años vista. Eso es lo que necesitamos y no mensajes subliminales con calado marketiniano. ¿Han visto a algún otro alcalde o candidato a serlo plantear esas premisas? Solo veo figuras deseosas de ocupar un cargo para luego perpetuarse sin que nada cambie. Por eso no hay mucha diferencia en la mayoría de las ocasiones a que gobiernen unos u otros porque al final aspiran a lo mismo: tener el poder sin preguntarse para que lo quieren. Después viene la improvisación, los gestos y se termina con el caos.

Es notable la diferencia entre el político que tiene un proyecto para su parcela y el que no. En el 2000 José María Aznar pasó de necesitar a Jordi Pujol en 1996 para gobernar en el famoso pacto del Majestic a ganar las elecciones por mayoría absoluta. Sabía lo que quería, el por qué y el cómo, y los españoles vieron en él a un líder sin que el poder del cargo le pesara. Otros ejemplos más recientes podrían ser un Alberto Nuñez Feijóo que hasta que se mudó a Madrid ocupó de forma hegemónica la Presidencia de la Xunta de Galicia sin que la aparente amortización ejecutiva le pasara factura, o el alcalde de Vigo, Abel Caballero que en el 2019 volvió a ganar las elecciones municipales consiguiendo 20 de los 27 concejales del consistorio tras casi veinte años con la vara de mando. Todo aquel dirigente que vaga melancólico y perdido por los moqueteados pasillos de las instituciones termina siendo expulsado de ellas. El tiempo permite vislumbrar las intenciones de los parásitos que utilizan los organismos como un fin en si mismos, en lugar de como medio para mejorar la vida de sus vecinos.

Nos tienen mal acostumbrados. Paseamos por espacios tan ideologizados que al actuar de manera universal buscando un bien por encima de marcos de pensamiento es denostado. La ideología es la cuartada que buscan aquellos sin principios individuales. Necesitan refugiarse en estelas grupales ante la ausencia de criterio propio. Clamamos por dirigentes con ideales más allá de simples marcos predeterminados reflejo de la hipocresía. Dejar tu pueblo, tu ciudad, tu país, mejor que como te lo encontraste, esa debería de ser la máxima premisa, el resto es mero atrezo que enturbia los verdaderos objetivos. Ni de izquierdas ni de derechas, humanismo. Algo difícil de entender en un mundo en el que el hombre contemporáneo está imbuido de ideología, diría Dani de Fernando.

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