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Otros cardan la lana

11/11/2019 - 

Si hay un barrio en Alicante con personalidad propia, es este. No es el que se imaginan, ya se lo digo yo. Caminando por sus calles con la ciudad a sus pies ya se ve la importancia de su fábrica por muy humildes que sean algunas de sus casas. Es importante porque fue el primero y el origen urbano de Alicante al pie del Benacantil. ¿Saben cuál es su nombre?

Es el barrio de San Roque. Para algunos habrá sido una sorpresa porque muchos alicantinos tienen por el más antiguo "el barrio", o sea el barrio de Santa Cruz. El de San Roque está pegado a ese pero no es el mismo. Este es más pequeño y un poco más bajo en la ladera del Benacantil. Ya ven que aquí el tamaño sí que importa pero no tanto por su extensión sino por su humildad. Este barrio no es tan famoso, pero ahí está por derecho propio.

Permitan que les mencione su ubicación geográfica para situarlo en el mapa. Lo importante que es esto para todo, no lo duden. El barrio de San Roque colinda con el de Santa Cruz, según he mencionado, más alto que este y hacia el oeste del monte. Estos se unen al noreste con el Raval Roig, antiguo barrio de pescadores., y al noroeste, con el barrio de San Antón.

Cabe destacar, por importante, entre sus inmuebles a su ermita. Su origen viene del mar, como tantas otras cosas en Alicante. Cuenta la leyenda que durante una fuerte tormenta en alta mar tres obispos que iban a bordo de una embarcación a vela, que las olas zarandearon como un juguete, prometieron a Dios misericordioso que si salvaban la vida fundarían una iglesia a favor de San Roque en el primer puerto en el que tomaran tierra después de la borrasca. Y así fue. Ese puerto fue el de Alicante. Imaginen esos obispos ya en tierra, recompuesta la compostura, aseados y vestidos con su vestimenta de diario con su sotana negra, sus botones, fajín y solideo color púrpura, una rodilla doblada sobre el suelo y orando para dar gracias a Dios de seguir vivos y poder solicitar a las autoridades del lugar la construcción de una ermita consagrada a San Roque. Se construyó en 1549. Haría falta un artículo entero sólo para comentar sobre esta ermita, la primera y las venideras después de sus reformas, pero eso lo dejaremos para otra ocasión. Sólo añadir que en su interior actualmente se cobija el “Cristo de los Gitanos”, muy venerado, que sale en procesión el Miércoles Santo desde la ermita del barrio de Santa Cruz.

San Roque es un religioso francés, nacido en Montpellier, santo piadoso que hizo muchas curaciones allí donde fue. Cuando San Roque enfermó de peste después de ayudar a aquellos que habían contraído esta enfermedad, su perro le lamía sus heridas pestilentes para aliviarle, y lo consiguió porque no murió de peste, sino mucho después acusado de espía en la misma tierra que le vio nacer. Su perro, llamado Guinefort (Melando para otros), también le llevaba la comida para que sanara pronto. Se representa en pinturas y esculturas con un trozo de pan en la boca caminando junto a San Roque. Un excelente compañero, sí señor. Ya saben que el perro es el mejor amigo del hombre, y de la mujer. En la escuela española se popularizó el trabalenguas “el perro de San Roque / no tiene rabo /porque Ramón Ramírez / se lo ha cortado. Algunos logopedas lo utilizaron para corregir a aquellos niños que pronunciaban con la 'g' lo que debían pronunciar con la 'r'. Ya ven, San Roque para todo.

Bien merece la ocasión caminar por el barrio de San Roque, por sus calles empinadas y sus plazas tranquilas y desconocidas. Destacan las fachadas color pastel de algunas de sus viviendas, con macetas de geranios y rejas ostentosas en sus ventanas, como las de la calles Toledo o Lepanto, así como las casas en escalera de la calle Pedro Sebastián. Curiosa es la plaza del Marqués de Cagalaolla, con un pozo en medio del mismo nombre. La leyenda urbana de este personaje no deja de ser llamativa: tenía su trabajo en el puerto de Alicante con la estiba de mercancías. Con el tiempo se fue refinando conforme aumentaba su fortuna, fruto de su trabajo y de su esfuerzo. Tanto que en el barrio le llamaban “el marqués” por la distinción que estaba adquiriendo. Se lo tomó con humor, incluso hizo esculpir una escultura de un niño sentado sobre un orinal haciendo sus necesidades que lo colocó en la fachada de su casa. Lo importante es que hablen de uno, aunque sea mal, sino no existes, debió de pensar y dejó correr la broma. Y lo que comenzó como un mote, se convirtió en realidad. El Marquesado de Cagalaolla es un título pontificio concedido por honores por el Papa Pio X, y también, al parecer, por un importante donativo. El primer Marqués de Cagalaolla, afincado en Alicante, fue Juan Bautista Rocamora Picó. Amasó una gran fortuna adquiriendo muchas propiedades en el propio barrio de San Roque, en otras partes de la ciudad, así como en las poblaciones limítrofes de Alicante. Se dice de él que fue muy generoso, incluso que ayudaba a sus inquilinos cuando tenían dificultades para pagarle el alquiler de sus casas. Actualmente, este título sigue existiendo a través de los descendientes del primer Marqués.

Por aquí hace muchos años se oía el rumor del agua de la fuente de San Antonio, en una esquina de la calle Toledo. Las aguas en Alicante, vinieran de donde vinieran, siempre fueron bienvenidas por su escasez. Muy cerca de aquí se dio culto al agua con los Pozos de Garrigós, construidos en 1863, situados junto al cerro de la Ereta, hoy parque del mismo nombre. Podían guardar 807.000 litros de agua. Antonio Garrigós consiguió llevar esta agua —mediante una acequia y una tubería— hasta una casa en el número 47 de la calle Mayor, esquina con la calle Maldonado, donde la vendía en cántaros a precios populares. Es impresionante la imaginación y el ingenio que le echaron para recoger el agua de lluvia. Estos pozos son grandes depósitos excavados en la roca que hoy se pueden visitar desde su base a través del interesante Museo del Agua que allí se encuentra. Se accede desde la plaza del Puente. Esta plaza se llama así porque antaño hubo un puente. Es la plaza más antigua y más castrense de la ciudad. En esta plaza es donde los parroquianos celebran sus fiestas populares, principalmente las fiestas de agosto. San Roque es co-patrono de Alicante. Junto a esta plaza está el torreón de la pólvora, excavado y restaurado no hace mucho.

El barrio de Santa Cruz es el barrio más conocido y más famoso del casco antiguo por los alicantinos, y el de San Roque…. Ya lo dice el refrán, que el refranero español es muy sabio, “unos tienen la fama y otros cardan la lana”.

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