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Oraneses en las Hogueras de San Juan

20/06/2022 - 

Siendo Argelia colonia de Francia, muchos alicantinos emigraron a aquellas tierras cuando la filoxera hizo estragos en los campos de viñedos del medio Vinalopó. También cuando se produjeron movimientos migratorios por otras necesidades. Orán fue, principalmente, la ciudad elegida. Después fue también ciudad de acogida para los que huían de la guerra civil española y una vez terminada esta, de los que no podían volver a la península y de los que huyeron de ella. Allí se quedaron hasta la independencia argelina de Francia por lo que los colonos alicantinos tuvieron que marchar de nuevo buscando un mejor provenir. Vaya éxodo para algunos, me dirá, huían de su pasado y no había manera de consolidar los cimientos de su futuro.

Muchos de los que allí emprendieron una nueva vida, hablaban con nostalgia de sus orígenes, de sus mayores. Echaban de menos su terruño, sus actividades mercantiles, sus manifestaciones culturales.

Uno de ellos, Carlos Ramos Pinesa, empresario dedicado a la exportación e importación de vinos, añoraba las fiestas mayores de Alicante, las Hogueras de San Juan. Había sido foguerer de la Hoguera de Benalúa. Ramos era un oranés de adopción. Tenía que hacer algo para paliar esa nostalgia. Por esto, en 1932, como miembro de la amplia colonia española (alicantinos muchos de ellos) y con no pocos franceses allí afincados amantes de la fiesta, constituyeron lo que llamaron “El Comité d´ Orán des Festes d´ Alacant”.  Así lo contó Arturo Moreno de Vicente, una enciclopedia alicantina andante, en una de sus crónicas del blog de Alicante Vivo. Se acordará de esa asociación, fue muy activa cuando Juan José Amores fue su Presidente. Reivindicaban el respeto, el reconocimiento y la protección del patrimonio cultural alicantino en todas sus manifestaciones.

Desde ese Comité hicieron ruido, se manifestaron a propios y a extraños, querían que su sueño se hiciera realidad. Aun estando tan lejos, sus inquietudes llegaron a oídos de representantes municipales en el Ayuntamiento de Alicante. Su Alcalde no quiso que se lo contaran otros y decidió visitar Orán con una delegación representativa de las Hogueras. En mayo de 1933 allí se fueron Lorenzo Carbonell y una amplia comitiva que la componía la Bellea del Foc, sus Damas, la Comisión Gestora y diversas autoridades locales. En junio del mismo año llegaron al puerto de Alicante varios barcos con los que venían a Alicante miembros de ese Comité mencionado con todo lo que les hacia falta para montar su Hoguera en lo que hoy es la plaza del Mar al principio del Paseo de la Explanada. Esta Hoguera tenía el lema “Tornem a lo de antes”, fue construida por el Grupo Unión Arte y consiguió el Premio de la Cámara de Comercio dotado con 200 pesetas. Que oportunos, unos y otros. Fue un acontecimiento social en ambas orillas del Mediterráneo y un punto de encuentro entre ambas comunidades de personas con los mismos anhelos. Unos aquí, otros más allá, querían lo mismo. Divertirse y compartir sus sensaciones como si fueran hermanos, con ese lazo que tanto une.

En 1934, dicho Comité quiso repetir su acción y puso los medios para tener éxito. El lema fue “Ofrenda” y el constructor de la Hoguera el artista alicantino Gastón Castelló. La plantaron en el mismo lugar que el año anterior. Lograron el segundo premio de la primera categoría. Apostaron y consiguieron su objetivo: premio y reconocimiento.

El año siguiente, 1935, una delegación del Ayuntamiento de Alicante volvió a Orán para seguir divulgando las Hogueras de San Juan, esta vez con las autoridades oranesas. El éxito fue rotundo. “El pueblo de Orán se volcó con las fiestas sanjuaneras” – en palabras del cronista Enrique Cutillas. Tal fue el grado de compenetración entre los alicantinos y los oraneses que – nos sigue diciendo Cutillas - el pleno del Ayuntamiento de la capital alicantina, siendo su Alcalde el republicano Alfonso Martín Santaolalla, “concedía el título de hijo adoptivo de Alicante y la Medalla de Oro de la ciudad al abate Gabriel Lambert, alcalde de aquella ciudad”. Aunque duraría poco con esta concesión. Estando Rafael Milla como Alcalde de Alicante en 1937, ya empezada la guerra, la derogaba acusando a Lambert de fascista. Ya ve, una de las muchas contradicciones republicanas.

En Alicante, en 1935 la Hoguera de los oraneses de adopción tenía por lema “Piscina”. También Argel plantó Hoguera, su lema “Argel a Alicante”. La relación de la gente con estas fiestas entre ambas orillas funcionaba a la perfección.

A principios de 1936 una nueva delegación alicantina se embarcó rumbo a Orán acompañado por las más altas autoridades de la ciudad, la Bellea del Foc, sus Damas, la Gestora, varias bandas de música, … El Comité correspondió con una nueva visita a Alicante el 22 de junio de ese año. Fueron recibidos por las autoridades de la ciudad y por los representantes de las treinta y dos Hogueras que plantaban ese año. El título de su Hoguera fue “Dos Chermanes”. Obra de Juan Roca Such, era un homenaje a Air France, compañía francesa que había instalado su centro de operaciones cerca de Alicante en un pequeño aeropuerto en El Altet. Uno de sus principales destinos eran Alicante-Orán-Alicante. Esta Hoguera reproducía un avión sobre una base romboidal. En su base, las Reinas de las Fiestas de Orán entregaban un ramo de flores a Lorenzo Carbonell, alcalde de Alicante. Era una manera de mostrar cercanía y hermanamiento entre ambas ciudades. A su vez, Pierre Gouré, Presidente de ese Comité, entregaba un ramo de flores a Carmela Ramos, Bellea del Foc de las Hogueras de San Juan. Había otros ninots que representaban a pasajeros del avión. También le dieron premio, entregado por la Cámara de la Propiedad Urbana.

Pero llegó la guerra civil española con sus consecuencias y ya nada fue igual. Aunque después de la contienda se siguió con esta relación oranesa, ya no era lo mismo. Poco a poco disminuyó el entusiasmo de sus participantes hasta que, a principio de los años sesenta, desapareció del todo.

Pero permita que no termine esta crónica con algo negativo. Los acontecimientos fogueriles mencionados de 1936 y la travesía entre ambas orillas tuvieron dos testigos que, sin ser actores principales de esa escena, aquél viaje marcó su futuro para siempre. En el de vuelta Orán a Alicante, ocurrió un hecho que cambiaría la vida de sus protagonistas. Una de las damas de la Bellea del Foc tuvo un flechazo. Ya sabe a que me refiero. Se enamoró del capitán del buque. Fue correspondida. Ella, Francisca Soler Álvarez. El, Jean Tassy. Se casaron ese año y se trasladaron a Marsella donde vivieron felices y comieron perdices.

Un final feliz en momentos convulsos de la historia de España, un caprichoso e inesperado desenlace que cambio el porvenir de una pareja que nunca habían imaginado nada parecido para ellos. Ya ve lo que son las cosas y lo que depara el destino.

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