"España es una tierra para cruzar huyendo". Un país enredado y enamorado desde la Contrarreforma de su propia mitología. La hoguera del fuego eterno hasta la próxima epifanía. Nos absolvemos en el misterio de un toro prendiendo el bosque con sus astas incendiadas. Divorciados de las consecuencias de nuestros actos, no existe el principio de responsabilidad. Esta es la tragedia del Partido Popular tras la muerte de Barberá en la habitación de un hotel. Un tótem sin sacrificio. Ni catedral. El cardenal Cañizares vociferando en medio del foro romano rodeado de senadores. Y puñales. Volvemos a Ribera. Weber. Goya. Saura.
William Gaddis en Los reconocimientos –"la madre de todas las novelas norteamericanas", "el mundo se divide en dos en los que la han leído y en los que no. Ni más ni menos".- describe una España enterrada en vida en la que sus ritos, mitos y símbolos castran la civilización, cualquier atisbo de una convivencia normalizada, de vida social sana, laica. A garrotazos hasta la agonía. Eduardo Zaplana, ni una palabra sobre su enemiga Rita Barberá. Aznar, sí: la vuelta al pensamiento mágico. Sonia Castedo lloró en el tanatorio de la vieja guardia del Partido Popular.
Lo que para destacados nuevos e inexpertos dirigentes populares se considera un mero incidente de recorrido, ha cambiado el relato del País Valencià. Y, seguro, su realidad y futuro político. Isabel Bonig se ha convertido en el chivo expiatorio del comportamiento de los suyos. Y no es una hiena. Pablo Iglesias e Íñigo Errejón se equivocaron en el Congreso confundiendo espectáculo, narcisismo y soberbia con duelo, tal y como ha señalado, con una clarividencia y lucidez extraordinarias, José Antonio Palao Errando, profesor de Ciencias de la Comunicación de la Universitat Jaume I de Castelló. Podemos y Guanyar Alacant siguen humillándose a sí mismos y, lo más grave, a los ciudadanos que representan. Antonio Montiel, bajo el prisma, la sensibilidad y la cercanía al territorio, apeló al sentido común, el respeto, el cariño: la razón. Joan Ribó se ha abrazado a la otra media Valencia. Ximo Puig ha sabido ser lo que es: el President de la Generalitat Valenciana.
Pedro Sánchez cruza España empezando su ruta en Xirivella y Sueca. Pdro Sánchz, nuestro Jack Kerouack, renunció voluntariamente al altavoz como diputado –asegurándose la continuidad de la presencia en los medios y el correspondiente liderazgo social- para empezar, al otro lado de la carretera, la revolución de las bases contra los barones en la reconquista del poder del Partido Socialista Obrero Español. Sánchez –no creo que se suicidara del todo como referente social en Salvados con Jordi Évole –arrastra una tropa entusiasta, cabreada y libre. Pero, en realidad, el exSG se apoya, en el micromundo intrapartidario -aparte de en los descontentos y descartes-, en las disidencias territoriales, en los coroneles, los señores de la guerra, que aquí se llaman, con perdón por no ser exhaustivos, José Luis Ábalos o Gabriel Echávarri. Estas operaciones, estos movimientos tectónicos hacen las delicias de los científicos sociales, de sociólogos como Juan Antonio Roche y Antonio Balibrea. Y a su análisis se dedican con fruición, tanto en su trabajo de campo, formulación especulativa – ni que pintada la Teoría del conflicto- como en sus estudios predictivos, con una delicadeza forense, entomológica, antropológica, de artesanía y vocación cibernética y monacal. Estas conspiraciones de salón también hechizan y engolosinan al antiquísimo, prestigioso y poderosísimo Departamento de Perder Elecciones del PSOE, formado por verdaderos profesionales del enfrentamiento –militantes o no- que desconciertan y acaban de desencantar al votante siempre tan exigente, perezoso e indisciplinado votante de la izquierda sintiente. La política es una descarnada lucha por el poder. No sabemos con certeza si Pedro Sánchez cruzará huyendo o encontrándose con España.
Poco queda, en apariencia, de aquella piel de toro de los años cuarenta que con veinte y pocos años vivió a lo bestia –vino, sardinas, putas, opio- William Gaddis. La impostura de la vida, del arte, la fiesta interminable entre New York, Roma o el desierto manchego; el intelectualismo decadente, la revelación catártica y destructiva de las drogas, el desgarro post-religioso, la vuelta al mitraísmo y el rechazo a los fundamentos escritos, forman parte ya de lo que somos o intuimos. Pero la palabra sagrada, la escritura, la lectura siguen siendo el sedimento de nuestra cultura. Un tesoro incógnito e incalculable custodiado por guardianes como Fernando Linde -23 años de sacerdocio- en la Librería 80 Mundos, una microbiblioteca de Alejandría, nuestro scriptorium medieval alicantino en el que podemos redescubrir, descifrar a Umberto Eco, Mariano Sánchez Soler, Carles Cortés, Marcos Ana, Joan Fuster, Enric Valor… a sus copistas y falsificaciones…
Del buen salvaje a la visión Etic. Nuestra fenomenología de la religión, con su ritual ante la muerte, el exotismo de nuestro enfrentamiento y atraso ancestral, ha sido un verdadero imán para eruditos y viajantes. Como los altivos y despreciativos visitantes de una Alicante desaparecida, los clásicos románticos Éduard Manet o Henry Swinburne tal y como acredita el profesor de Historia -y de todo- Emilio Soler. Estos primeros exploradores derivaron en la figura del "hispanista insigne" en una eterna revivificación lorquiana. De hecho, ya hay hispanistas españoles y hasta españólogos. La deriva decayó –o alcanzó su cumbre- en el costumbrismo esplendoroso de un Hemingway, feliz en el alcohol y la fiesta continúa de los señoritos de la dictadura del General Franco. El mito de la España negra como atracción ha desangrado en un turismo de masas nutritivo y a punto de morir de éxito. Lo único fantástico para los indígenas –el hallazgo del viaje burgués decimonónico, del descubrimiento del otro- es la lluvia de estrellas Michelin que han caído en el horizonte de nuestra tierra. Que debemos creer que están ahí arriba inalcanzables. Nosotros también cruzamos huyendo meteoritos. Buscando una muerte y un entierro digno. Rodeados de nuestros mejores enemigos. Tótems y menhires. Atentos a cómo nos cae la tierra. Aullidos. Aquí abajo. Al fuego. Para volver al camino. Barberá, Marcos Ana, Castro…"He visto a las mejores mentes de mi generación destruidas por……"