La historia muestra que el Gobierno italiano permanece de media en el poder menos de dos años como ha ocurrido desde la Segunda Guerra Mundial
MADRID. No vemos las próximas elecciones de Italia como una preocupación relevante. La historia muestra que el Gobierno italiano permanece de media en el poder menos de dos años, como ha ocurrido desde la Segunda Guerra Mundial. Por lo tanto, el abrupto final del Gobierno de Mario Draghi y la posibilidad de un Gobierno más conservador, simplemente acaba de anticiparse un semestre.
La soberanía real y la capacidad de acción de cualquier Gobierno están bastante limitadas por las funciones de supervisión del Banco Central Europeo (BCE) y de la Comisión Europea (CE), y el diferencial del BTP -el mejor indicador del factor de incertidumbre de los inversores en torno a la política italiana-, ya está valorando el resultado más probable: un Gobierno de derechas, con un apoyo inferior al máximo registrado en 2018, cuando Italia tuvo una coalición de gobierno antieuropeísta (Lega Nord y Movimento 5 Stelle).
Además, sigue existiendo un mecanismo del BCE, el Instrumento para la Protección de la Transmisión (TPI, por sus siglas en inglés) que debería proporcionar una protección de último recurso en caso de que el BTP sea el blanco de los inversores internacionales. Además, a cualquier nuevo Gobierno le convendría seguir cumpliendo con los compromisos acordados con la CE para seguir recibiendo transferencias de la UE (Plan Nacional para la Recuperación).
En resumen, aunque efectivamente estamos entrando en una fase recesiva para los próximos trimestres y la crisis energética pondrá a prueba una vez más a los ciudadanos y empresas italianas (Italia es el segundo mayor importador de gas ruso después de Alemania), cabe destacar que la economía del país está mejor posicionada que al principio del último periodo recesivo (2016-18): el impulso del PIB es más fuerte que el de Alemania o Francia gracias al buen trabajo del Gobierno de Draghi, a las favorables transferencias de fondos de la UE (PNR) y al mecanismo del BCE para mantener bajo control el coste de financiación de Italia.
Por último, el mercado de renta variable de Italia, junto con el de Alemania, suele ser el más cíclico y altamente sensible al punto de inflexión del PIB de la UE. En caso de que el impulso económico de la región se agotara en cualquier momento de 2023, hay que tener en cuenta que la renta variable de Italia es la más barata, la que tiene menos accionistas y la más sensible a que la recesión toque fondo y a la mejora de las perspectivas económicas.
Hannah Piper es gestora de Schroders
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