ALICANTE. "En un momento en que el mundo se cae a pedazos ante nuestros ojos, en que el salvajismo ha resurgido y la bestia está en libertad, ¿qué hace la poesía entre todo este horror? ¿Qué une y qué separa a un poema de amor y a la barbarie?". Una invitación hacia la reflexión con la que se presenta el poeta chileno Héctor Hernández ante el auditorio de jóvenes universitarios que acuden a escucharlo. El escritor ha ofrecido una conferencia sobre su compatriota, el también poeta -y doctor Honoris Causa por la Universidad de Alicante (UA)-, Raúl Zurita, figura y obra literaria sobre la cual se encuentra realizando una investigación.
La charla llevaba por título Raúl Zurita y la Época de la Ira: una lectura de su pensamiento poético y se ha celebrado en el Centro de Estudios Literarios Iberoamericanos Mario Benedetti (CeMaB), en la Facultad de Filosofía y Letras de la UA. El nombre de la ponencia no es resultado del azar, puesto que la época de la ira es la denominación que Zurita otorga a "este espacio de tiempo desde la Iliada hasta el día de hoy; desde la cólera de Aquiles hasta la de Putin", explica Hernández. Y matiza que el que vivimos "no es un presente singular, sino que existe un punto de inflexión en el cual la historia no es lineal ni progresiva, porque el sujeto y los hechos se repiten".
En este presente continuo e inacabable pone el foco Hernández, debido a que el ámbito histórico constituye el primer punto clave en la literatura de Zurita. En él se cuestiona qué es la escritura y afirma que "no es que las obras literarias estén en la vida, sino que lo que vivimos está siempre dentro de una creación literaria", es decir, que los seres humanos "estamos dentro de una obra", esclarece Hernández. Y añade que su poeta convecino piensa que "la poesía es la respuesta a la única gran verdad que conocemos, la muerte".
Este concepto, el de la muerte, resulta un tema recurrente en la actividad poética del chileno, lo que conduce hasta el segundo de los tres puntos fundamentales de la obra de Zurita, el ámbito literario, donde el autor expresa que "la poesía es el lenguaje de los muertos", parafrasea Hernández, "ya que una lengua constituye la suma de las personas que hablaron, rezaron o murmuraron; en definitiva, de las personas que ya no están". Al hilo de este pensamiento, el conferenciante asegura que "el o la poeta se convierte en el portavoz del lenguaje de los muertos, en una especie de médium".
El último ámbito hace referencia a la filosofía, donde conviven los conceptos de la violencia, que, según Hernández, supone "el horror donde se unen la locura y el dolor"; el arte, que, en palabras de Zurita, "es el resultado del fracaso de lo humano, ya que la vida en sí es una obra artística y crear otro subproducto conlleva al fracaso"; y el amor, entendido como la unión, en la que "la muerte no puede separar algo que se encuentra unido desde antes", premisa que supone "la esperanza del mañana", opina Zurita a través del testimonio de Hernández.
"Aunque resulte trágico -sostiene el poeta invitado- Zurita es un poeta optimista", con palabras que no se encuentran vacías, sino que contienen un sentido trascendental. Es por ello que Hernández garantiza que "su poesía te hace preguntarte cosas, te hace pensar y no se trata solo de la expresión de sentimientos".
"¿Qué une y qué separa a un poema de amor y a la barbarie?", planteaba Hernández al inicio de la charla. Retoma el interrogante con "la idea de una poesía que puede contrarrestar, aunque sea, un ápice del horror" y considera que esa forma "la inquietud inicial para repensar cuál es el sentido de la literatura y del arte, cuál es su necesidad y su urgencia, y cuál es su lugar en un mundo casi sin lugares".
En cuanto a la producción literaria del invitado, Hernández suma ya 30 poemarios publicados, aunque es una trilogía la que actualmente ocupa su tiempo de escritura. Ahora estrena Los nombres propios, un libro que supone la continuación de su anterior Buenas noches luciérnagas, una autobiografía literaria plagada de crítica en la que explica "el comienzo de un chico de 19 años en la poesía, quien descubre este género a través de un taller literario y se lanza a escribir, hallando así un mundo en el que se siente como en casa", revela el poeta. "En el libro conversan muchas personas, se encuentran sus amigos y enemigos, sus amores y desamores", continúa Hernández, "y no es solamente un relato, sino que hablan las personas que están en contra de ese poeta que soy yo".
Esta segunda obra profundiza en lo que ocurre previamente a Buenas noches luciérnagas, ya que trata sobre "ese chico pobre de Santiago, un niño homosexual, con una familia disfuncional y el desarrollo hasta que llega a ese taller de poesía con 19 años", describe. Y añade que "es la historia de cómo este niño herido va construyendo un mundo aparte de lo que le rodea y de ese bullying; es el intento de la vida por llenas las heridas de la infancia". El tercer volumen que será el que complete la trilogía llevará por título Contra el amanecer, un libro que el escritor ha "ido armando durante estos tres últimos meses", con los viajes por España, Francia y Portugal, y reflejará "la parte final de este poeta que ha recorrido ya muchos países y que realiza una reflexión más sesuda sobre la poesía y no tan revolucionaria como en las dos obras anteriores", adelanta Hernández.