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vinculado durante 49 años al museu arqueològic de alcoy, deja la dirección tras dos décadas

J.M. Segura: "Carter disfrutó con Tutankamón, pero para mí fue igual con la necrópolis de La Serreta"

13/06/2020 - 

ALCOY. A José María Segura, la jubilación le cogió casi en pandemia. Y justo por su 66 aniversario. Aunque tenía intención de haberse marchado un año antes, no fue hasta finales de año cuando decidió 'colgar las botas' y despedirse de la dirección del Museu Arqueològic Municipal Camil Visedo Moltó, un puesto que ocupó en 2001 y que ahora pasa a manos de la murera Palmira Torregrosa. "¿Si lo echo de menos? Una parte del trabajo sí, la de empujar un poco el carro, pero el tema administrativo no", bromea. Su relación con la arqueología comienza de muy pequeño, y por otros caminos, sendas que le acabarán conduciendo a la que ha sido la pasión de su vida. "Salíamos con el Centre Excursionista d'Alcoi. Siempre había alguien que entendía de hierbas, o de piedras… A mí me interesaban las plantas, me las sabía de carrerilla, mi padre era un amante de la botánica". Confiesa que aún es capaz de procesar más de 200 nombres en latín, por orden, familia, género, especie. Pero también adoraba otra cosa: ir a un yacimiento arqueológico y llevarse los fósiles para, posteriormente, clasificarlos en el museo. "Tenía una pequeña colección, lo que reflejaba mis primeras inquietudes en este sentido", remarca. 

El hermano paleontólogo Rafael Adrover, de La Salle, fue una de sus fuentes de inspiración. Aunque su aproximación con Vicente Pascual, el conservador en aquel momento en Alcoy -finales de los sesenta, principios de los setenta-, y su hijo, lo que le permitió a Segura conocer 'al dedillo' el funcionamiento del propio museo. "Con diecisiete años yo todavía no sabía qué quería hacer, y a Vicente lo ingresaron por una operación, con una baja bastante larga, lo que suponía cerrar el museo; me ofrecieron la posibilidad de abrir unas pocas horas por las mañanas". Y así fue como comenzó, con este pequeño contrato de "vigilante", recuerda. "A partir de ahí ya no dejé de venir". A los casi veinte años como director, por tanto, se suman otros tantos. Un total de 49 son los que lleva Segura unido a su museo preferido. Tras la dirección de Pascual, pero también de María Dolores Asquerino Fernández, de año y medio aproximadamente, llegó el alicantino Federico Rubio, y, entre el 91 y el 2000, con la reforma inminente de las instalaciones actuales, el profesor universitario Emili Aura. "Con él yo ya era subdirector, me titulé en Historia en los noventa, luego hice cursos de doctorado, etcétera", detalla Segura. Hizo tres oposiciones, ascendiendo hasta la categoría de conservador técnico, y llegando a la dirección del museo.

El de Alcoy es uno de los primeros museos municipales que surgieron en la posguerra. "Por delante de Dénia o Villena. Nada más terminar el conflicto bélico, las autoridades de la República ya tenían claro que este edificio tenía que ser un museo. Primero pensaron en una pinacoteca", relata Segura. También fue la Casa de la Vila, el Ayuntamiento. "Consiguen finalmente abrir en el año 1945, siendo el primer conservador del museo Camil Visedo Moltó, con su colección privada", y que prestaría su nombre al museo tras su fallecimiento, por su labor destacada en las excavaciones en La Serreta en los años cincuenta.

Más de 60.000 piezas conforman en la actualidad el inventario del museo. Expuestas, unas 600; como las grandes llaves que nos muestran y que forman parte de los hallazgos más asombrosos y recientes de los seis años de excavaciones en la zona del Cabeçó de Mariola. El Museu Arqueológic se mantiene con dinero municipal: una partida anual que ronda los 50.000 euros, entre la revista Recerques, que publican cada año y que "sirve de plataforma para darse a conocer fuera", el mantenimiento del edificio, gasto corriente, y, precisamente, las excavaciones, sueldos aparte. En total, unos 200.000 al año, explica Segura, contando inversiones. "Depende de temporadas es suficiente o no; este año, 25.000 euros irán a la creación de una senda en las pinturas de La Sarga", cofinanciada con el Ministerio de Cultura, añade. 

"Aunque los funcionarios podemos jubilarnos a los setenta, no estoy por la labor de hacerme eterno"

En el caso de los trabajos en El Castellar, dirigidos por el profesor Germán Pérez Botí y que finalizan en un par de años, las subvenciona al cien por cien el museo. "Habrá una campaña, con protocolo por tema Covid-19, para finales junio, o julio, con menos gente trabajando, claro", avanza el ex director del museo arqueológico de Alcoy. "En las excavaciones de El Salt no sabemos si finalmente vendrán de la Universidad de La Laguna", confiesa. Aunque para él hay un trabajo de campo que es imborrable, y que ha marcado un antes y un después. Las excavaciones que mejor recuerda fueron las del cementerio, la necrópolis ibérica, de La Serreta, finales de los ochenta. "Palmira, la nueva directora del museo, estaba en el segundo año de carrera. Excavar una tumba ibérica, con armas, que habían tapado tan cuidadosamente hacía 2.300 años, y llegar y encontrarla. Carter disfrutaría mucho con Tutankamón, pero para mí fue igual", ríe, emocionado. Tener el privilegio de encontrarse una falcata ibérica entera, con la cremación, y poderla exponer, es uno de los logros que más le enorgullecen. Y se nota.

"Es muy importante la información que da el objeto", insiste Segura. "La continuidad es lo que más he podido aportar al museo. Yo hice un poco de cadena con mi primer maestro, Vicente Pascual, igual que la transmisión que he tenido ahora durante tres meses –antes del confinamiento- con la arqueóloga municipal y nueva directora", confiesa. "Las recetas de la casa" pasan de generación en generación, y quedan a buen recaudo. Con Palmira Torregrosa asegura por tanto que ha estado trabajando codo con codo durante tres meses. "Ella aprobó la plaza a finales de noviembre y el 2 de diciembre ya venía y fichaba. Hasta febrero hemos estado trabajando juntos", explica. "Es una persona muy preparada, es doctora, además de profesora asociada en la Universidad de Alicante, con lo que el museo podrá servir de laboratorio donde se desarrollen muchos de los proyectos de los alumnos", detalla. Ambos, junto con más expertos "de la casa", trabajan en un libro conmemorativo cuando se cumple el 75 aniversario de la creación del Museu Arqueològic Camil Visedo Moltó. "Vamos a contar la trayectoria en el primer capítulo. Para el resto, hemos invitado a los expertos que han estudiado partes importantes del museo y publicaremos esas colecciones", contado de manera cercana, "coloquial". Diez épocas, narradas cronológicamente, como si se 'volcara' el contenido de las vitrinas, directamente, a través de sus objetos. "Lo queremos tener acabado hacia final de verano. Saldrá en otoño", avanza. Entre los autores, los directores de las excavaciones de El Salt y el Paleolítico, redactores de la tesis del Neolítico, el profesor Ignasi Grau, en época ibérica, y el propio Segura. "No hemos invitado a nadie de fuera, es una obra colectiva, gente vinculada naturalmente al museo", insiste.

Más personal y más espacio

"El museo ha sido un departamento mimado por todos los ayuntamientos, y más por sus regidores, aunque ha habido mejores y peores, los que ni siquiera te cogían el teléfono", reconoce. Trini Miró, en la era Peralta, fue quien le comunicó oficialmente que iba a ser el director del museo arqueológico, que en ocasiones ha dependido de la concejalía de Cultura, otras de Patrimonio. "Antes había dos ayudantes de museo, uno de ellos se jubiló y no han vuelto a sacar la plaza, y el de ahora acaba en tres años", insiste. "Hay departamentos, como el de Servicios Sociales, que han crecido mucho, y me parece bien, pero la plantilla del departamento de Cultura es poca y está envejecida, desde la biblioteca, hasta el Archivo, Casa de la Cultura, y con sobrecarga de trabajo", denuncia. A esta queja se suma otra: la falta de espacio. "Tenemos un solar por detrás, y también por el lado, pues ampliarlo, porque somos el trastero de Alcoy, aquí se guarda cualquier cosa", critica. "Las cosas las tenemos muy apretadas, y como parece que las piedras no se quejan...", insiste. "Lo de las becas es un parche momentáneo; necesitamos gente bien formada y vinculada, para dar a conocer el museo, y tal vez no haga falta excavar más, lo que no podemos perder es personal y lo estamos perdiendo", sentencia.

Cuando le entrevistamos esta semana, está ultimando los trámites para dos subvenciones que ha solicitado el museo. "Aunque los funcionarios podemos jubilarnos a los setenta, y yo me quedé un año adrede, no estoy por la labor de hacerme eterno", confiesa, lo que nos hace reír. "Ahora estoy disfrutando creo que incluso más", dice. "Me mantiene ilusionado que este verano iremos a excavar, mientras que esta mañana he podido hacer los deberes con mi nieta, por ejemplo", celebra. La verdad es que no ha dejado de estar vinculado con el tema que le apasiona, ni con el museo, desde que se marchó como director. "Estoy colaborando con el MARQ de Alicante en un libro y una exposición sobre la Cova de l'Or de Beniarrés, que van a abrir al público, para hablar de los materiales, y preparando artículos para el próximo número de la revista Recerques, que saldrá en octubre". Y más; un estudio de los canelones modernistas tan famosos de Alcoy, con 1.100 estudiados. Todo lo que no ha podido a sentarse a escribir durante casi dos décadas. Y sus orígenes, claro. "Donde más a gusto me siento es en contacto con la naturaleza". Es una enciclopedia, y sus amigos lo saben y le preguntan a él. En su casa tiene una gran biblioteca que va a seguir siendo de uso público, exactamente igual que siempre.

Las curiosas llaves halladas recientemente en el poblado íbero del Cabeçó de Mariola

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