ALICANTE. El Hércules cumplía este sábado nada menos que 96 años.
En Segunda B, ahogado por las deudas y otro buen número de problemas que amenazan su futuro, pero con pulso. El corazón del Hércules sigue latiendo y no sería la primera vez en su historia que sale de una situación tanto o más comprometida a todos los niveles. Buena culpa de ello la tienen su aficionados, unos herculanos que siempre han sabido hacer de tripas corazón ante los reveses y pueden dar lecciones de cómo saborear un éxito del club de sus amores, porque serán contados, pero bien que se disfrutan.
En el fútbol de los fondos de inversión y el dinero de la televisión, clubes como el Hércules parecen condenados eternamente a sufrir, pero solo lo parecen. Y es que hay decenas de ejemplos en la liga española que invitan al optimismo, a pensar no solo en que los blanquiazules regresen a la primera fila (la historia y estadística herculana dicen que faltan entre cinco y siete años para lograr lo anterior) e incluso se consoliden de una vez entre los mejores, también para ser ambiciosos y aspirar a firmar una gesta deportiva que esté por encima de lograr una permanencia o varias consecutivas o quitarle una Liga un grande.
Por eso, que a cuenta del asunto de Paterna alguno se haya referido al Hércules y sus aficionados en los términos que hemos podido leer estos días no solo constituye una mayúscula falta de respeto, es que con ello pone de manifiesto su ignorancia no solo sobre lo que es el club alicantino y su masa social, también respecto al fútbol donde siempre hay partido de vuelta...