No es hyperpop, no es reggaeton, es Lil Ella

VALÈNCIA. Siempre le hacen la misma pregunta, pero es que la respuesta resume perfectamente cómo es su universo: “¿Haces reggaeton, hyperpop o qué?” “Me cuesta definir lo que hago”. Intentamos entonces una segunda pregunta: “¿Cada estilo forma parte de una época que has explorado o realmente tu identidad musical es una mezcla tan heterogénea?” “Sucede todo a la vez. Me interesaría ser una persona que funcionara por ‘eras’, pero no es así y es muy difícil limitarse. Te puede dar por algo, pero nunca te deja de gustar lo que te ha gustado. En mi cabeza convive todo”.

Se trata de Lil Ella, que desembarca este sábado en Electropura junto a Juguete, Ariezzz y Delmascarell, en una noche en la que se juntarán universos sonoros que pueden sonar distintos pero que combinan perfectamente. Como los tauro y los acuario. 

Volviendo a la artista, en sus canciones explora la mezcla del reggaeton más clásico con el nuevo pop, mientras su voz permanece invariable. “Me he hecho a mí misma pero está claro que influye lo que escucho. No paro de estar inspirada constantemente. A veces me doy cuenta que algún artista del pasado que llega hasta hoy. Pero bueno, soy quien soy, y mi música es mía”, explica preguntada sobre si la mezcla de géneros depende de lo que escucha o de lo que hace.

Karma C es una de sus grandes alianzas en la producción: “Vivimos juntos, así que es todo súper orgánico. Hay veces que ocurren cosas juntos sin pretenderlo y otras que quedamos directamente. Puedes tener algo claro, pero también me gusta quedar y ver qué pasa”. Lo mismo ocurre con otra artista de referencia en sus temas, marinadorciud. En su último disco, MYHYV, también cuenta con el valenciano Turian Boy para dos temas: “Quedamos Marco [de El Buen Hijo] y él y pasamos varios días juntos. Con Hándicap me costó un poco más porque en ese momento el tema que trataba en la letra era un tabú para mí. En Avaqs? intenté ser más divertida. Turian Boy es un genio”.

Si en lo sonoro, Lil Ella propone no encajar en nada concretamente, en las letras el amor es el gran tema que lo barre todo. Muestra de ello es su último release, Saudi Riddim, una versión de Yung Beef que quiso publicar para San Valentín. Sobre abrirse en sus letras, comenta: “soy una persona reservada, así que me cuesta, en un primer momento, hablar de cosas que me dan un poco de vergüenza. Pero las canciones son como rezar un Padre Nuestro, lo recitas sin pensar. En el momento en que las escribo significan una cosa, pero después simplemente entran a formar parte de mi repertorio. En todo caso, me hace gracia pensar que la persona sobre la que he escrito una canción la vaya a escuchar. Es fuerte”.

Una artista con una escena detrás

Ya han salido varios nombres en unos pocos párrafos. Y es que, si bien la música de Lil Ella es eminentemente suya, forma parte de una microescena del pop en Madrid ya muy reconocible desde fuera de ella. El público les conoce por sus canciones, por formar parte muchos de ellos, ellas y elles del sello Jeanne d’Arc, e el microcosmos que han construido en sus redes sociales. “Es muy importante para mí estar rodeada de ellas. Me motiva mucho estar viendo el trabajo de otra gente, me inspira muchísimo y ver que hay gente en tu misma escena pero que trabaja de una manera diferente, que tú no habías visto, me fascina. Es un motor para mí. La música es algo comunitario, una experiencia colectiva”, opina.

Auténtica, Lil Ella rechaza ser un alter ego o un personaje: “es una versión más estilizada de mí, pero sigue siendo totalmente yo. No pretendo que haya un personaje, aunque claro que quiero que mi proyecto musical exprese unas cosas concretas”. ¿Se nota esto sobre el escenario? “Sí, intento ser bastante natural porque me tranquiliza mucho. Pero hay momento que quiero darle un poco de excitement, ser más misteriosa… Pero lo sutil es la performance, a veces me pongo a ser yo misma y se convierte en El club de la comedia”.

Y a la pregunta de rigor provinciana sobre València, no duda en decir que es “una ciudad perfecta” aunque lo vea desde fuera: “me encanta ir, comer paella, tomarme un roncola a las cuatro de la tarde… Lo siento, València, ¿por qué eres la mejor ciudad? Tengo muchas muchas ganas de ir en fallas, además”.