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reflexionando en frío / OPINIÓN

No eres un héroe por ir ayudar a Valencia

31/12/2024 - 

Advierto que corro el peligro de que este artículo se convierta en un desahogo, en una especie de confesión sacramental pagana del solsticio de invierno sin la absolución de los pecados. Vicio cargado de vanidad con grandes dosis de sincericidio. Llevo rumiando varios meses un pensamiento, una catarsis proyectada en la crisis existencial de nuestra sociedad, una que necesita referentes, generando la necesidad de crearlos elevando tótems más grandes que los propios campamentos. Todas las crisis necesitan a unos héroes que los salven y ante la ausencia de dirigentes políticos que sean capaces de echarse una causa a la espalda, partiendo de la base de que hoy en día no hay ningún líder que construya un objetivo más grande que sí mismo, se colma el anhelo de ser guiados o esperanzados con los primeros atisbos de valentía. En la pandemia fueron los sanitarios, parece que han pasado décadas de cuando salíamos miméticamente al balcón a aplaudirles, y en la Dana han sido los voluntarios, jóvenes que en su mayoría han tirado de maña y fuerza para hacer lo que tendrían que haber hecho otros.

Era un orgullo, se te ponía la piel de gallina cuando tenías frente a ti a tanto altruista capaz de invertir su tiempo y sudor en una causa tan grande. Al cabo de los días, las redes sociales se echaron en tromba para caricaturizar unas declaraciones de Arturo Pérez-Reverte en las que criticaba a las generaciones de cristal y echaba por tierra la capacidad de resiliencia de los jóvenes. Tras unos meses de silencio, de reflexión en el rincón de pensar, el académico de la RAE habló de las fantasmagóricas declaraciones de las navidades pasadas y destacó que seguía pensando lo mismo, reseñando que cuando él hizo esa confesión se refería a los valores de la juventud. Nunca se ha achantado el escritor cuando una masa enfurecida le ha llevado la contraria, al contrario, se crece y su vanidad engrosa el mito irreverente que quiere ser. 

Pese a que las críticas vertidas van en contra de los intereses de mi generación, estoy de acuerdo. En los tiempos de paz que nos han tocado vivir, necesitamos estímulos, creernos hombres y mujeres extraordinarios, proyecciones reales de aquellas películas de superhéroes con las que se ha criado toda una quinta. No quito valor a todos aquellos que fueron a Valencia a quitar lodo (a veces entorpecieron más que ayudar tomando decisiones tan profanas como la de echar barro en las alcantarillas, aunque no se puede exigir más a quienes no estaban especializados en la materia), sin embargo, creo que se está exagerando cuando se invoca su heroísmo. Cuando Reverte sigue en sus trece con las críticas a las nuevas generaciones lo hace porque tiene la legitimidad de haber sido durante décadas corresponsal de guerra, de conocer de buena tinta lo que es salvar una vida, morir por una causa y ser mutilado por una acción heroica. Los jóvenes voluntarios que estuvieron en Valencia han hecho una gran labor, han estado donde no estaban a los que se les requería, pero ya está, no podemos convertir en extraordinarias todas las acciones porque corremos el riesgo de banalizar el espíritu de lo genuino.

Durante las semanas que se llevaron las labores voluntariosas en Valencia, proliferaban las publicaciones de post en redes sociales, de stories dejando constancia de una solidaridad mediatizada y poco silenciosa. Daba la impresión de que si no estabas allí eras un desalmado, un insolidario. Miles y miles de botas manchadas de barro se sucedían en Instagram, era como una seña de identidad de la catástrofe, un símbolo de una nueva causa moderna. Cuanto más manchadas tuvieses las botas más héroe eras, más te habías implicado en la salvación de los valencianos; me estoy acordando de Rubén Gisbert cuando le pillaron infraganti manchándose a propósito su atuendo en medio de una conexión en directo para el programa Horizonte de Iker Jiménez.

Lo de la Dana sí que ha invocado a muchos fantasmas… 

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