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No lo tendrá fácil À Punt

5/11/2017 - 

Retomo este artículo del domingo, que suelo escribir en varias tiradas, según leo, observo o me cuentan, tras la interesante lectura de una pieza de Salvador Enguix en La Vanguardia titulada El PP, la argamasa del Botànic. Enguix viene a decir que las tres formaciones de izquierda que sustentan al Govern del Botànic no tienen más remedio que llevarse bien y disimular sus diferencias -y escaramuzas, que las hay, mucho más de lo que sucede en el Ayuntamiento de Alicante, tierra aparte, siempre, como dijo José Vicente Mateo en su ensayo Alacant a part- porque la alternativa es el PP, a cuya estrategia se ha entregado Ciudadanos sin nada a cambio, como ha contado en más de una ocasión la compañera Marta Gozalbo.

Más o menos, sabíamos que la disputa electoral de 2019 iba a ser un contienda de bloques, lo cual aún podría depararnos alianzas impensables o irreconciliables. Pero desconocíamos, a estas alturas, tener un contexto como el de la crisis de Cataluña, que lo embarra y lo pone en discusión todo. Desde que la causa soberanista catalana decidiera saltarse sin tapujos la Constitución con la Ley del Referéndum y la Ley Transitoriedad, ambas anuladas por el TC, Bonig y el PPCV ha centrado su oposición en eso. Lo de Marzà ya ha quedado en fuegos florales -ni siquiera se ha tenido en cuenta que haga una nueva ley plurilingüe con los cánones de Font de Mora-: ahora, como todos sabemos, la idea es presentarse al PSPV de Ximo Puig como alternativa a Compromís y Podemos. Los primeros, por su rechazo a la aplicación del artículo 155 y los segundos, por su insistencia en aplicar la tasa turística. Todo ha pasado a segundo plano (incluido el descenso del paro o la llegada de las entidades financieras a la Comunitat), excepto la televisión.

À Punt, la nueva televisión autonómica valenciana, ultima los detalles para poner salir en antena y poder emitir el próximo mes de abril. Como hemos sabido esta semana, primero será la radio la que comenzará a emitir y paulatinamente, conforme se cierre la selección de personal, deberá llegar al objetivo de estar en antena en primavera.

Como todo, siempre hubiera sido deseable que la futura televisión naciera con consenso y, a ser posible, con unos directivos respaldados por todos, algo que no ha sido posible. Y ante este panorama, no va a ser fácil lo de À Punt. Desgraciadamente -y ojala me equivoque- va a nacer en momento delicado, con la cuestión catalana on fire, y con el Partido Popular y Ciudadanos haciendo campaña contra todo lo que huela a catalanismo. Ni si quiera el buen momento económico que atraviesa la Comunitat y las áureas de estabilidad que el president Ximo Puig exhibe, si además logra pactar el sistema de financiación, van a ser suficiente. Con À Punt, por desgracia, hay -o va a ver- muchas cuitas pendientes.

Lo normal, en una sociedad democrática madura, sería que la televisión fuera bienvenida por el hecho de poder de tener un medio de comunicación autonómico, público y, en nuestro caso, en valenciano, que sobrepusiera la imagen del peor Canal 9 como elemento de propaganda, y que ejerciera de medio vertebrador y divulgador del patrimonio y riqueza cultural de todos los rincones de la Comunitat. No hay mejor manera de hacer más Comunitat que divulgarla entre sus ciudadanos para que la conozcan, recomienden y hablen con conocimiento de causa, no por lo estereotipos. 

En las manos de los nuevos rectores, con Empar Marco, como cabeza visible, está hacer una televisión plural, abierta y que, sobre todo, examine la Comunitat de manera diferente a la actual: no del cap i casal hacia al resto, sino de Vinaròs, el Rincón de Ademuz y Pilar de la Horadada hacia València. No tengo dudas de la profesionalidad del nuevo equipo; aquí el problema está en saber si esa parte de la sociedad que no quiere una televisión -algo que me parece legítimo- se va a dar por satisfecha haga lo que haga esa televisión, aunque sea de calidad, por ser en valenciano, o por no estar dirigida por los suyos. No va a ser fácil. Haga lo que haga el equipo de Empar Marco va a recibir críticas: va a tener que generar mucho consenso en un nacimiento polarizado.

Porque la televisión, por desgracia, se ha convertido en la excusa de todo para ir contra ella. Que si no rescatem persones y destinamos dinero a la televisión; que si gastamos 100 millones en la televisión -dice el PP- y no destinamos dinero a comprar vivienda pública,... y así muchos más ejemplo. La televisión es la nueva ocurrencia del Botànic olvidando los 1.600 operarios que tuvo el ente en los tiempos de Camps y de Fabra. Es poco serio.

En este caso, el posicionamiento debería ser más sencillo. ¿Se quiere o no se quiere televisión? Si no se quiere, no hay nada más que hablar. Si se quiere, esto debería tener el mismo consenso y dedicación que PP y Ciudadanos han ofrecido con el Pacto de Violencia de Genero -que por cierto, incumplen-. Pero boicotear por boicotear, no le veo sentido. Es más fácil decir no. Y ya está. 

Pero todo ello pone a À Punt y al equipo de Marcos en una encrucijada: no les vale con hacerlo bien, deberán convencer y, además, hacerse de notar, posiblemente, invirtiendo esfuerzos en la información meteorológica y en las fiestas y tradiciones de la Comunitat. Posiblemente, sea lo único que nos una.

Un debate sosegado nos llevaría a pensar que es una oportunidad, sobre todo, para disponer de un servicio público y, al mismo tiempo, crear industria con el sector audiovisual, pero no. À Punt va camino de ser una especie de nueva desaladora: denostada en su día, necesaria en la actualidad. En este caso, nacerá cuestionada por unos, e imprescindible para otros, incluso, en el futuro. Ya lo verán.

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