ALICANTE. El pasado jueves, en el acto de presentación de una nueva edición del Trofeo Ciudad de Alicante, Juan Carlos Ramírez garantizaba que "el Hércules empezará y terminará la liga".
¡Faltaría más, ..., estamos vendiendo abonos! (por cierto, a un buen ritmo; incluso superior al del año pasado). No, en serio, es de alabar que el presidente del club blanquiazul contrajera de manera pública ese compromiso, tal y como están las cosas: sabiendo que habrá de gastarse en agosto, junto a Enrique Ortiz (al que el empresario vasco defendía también el jueves si bien, como sea el finalmente adjudicatario de la subasta que convocará este lunes el IVF, dirá que lo es junto a Javi Portillo), cien millones de las antiguas pesetas (en el mejor de los casos; puede ser más dinero) para controlar una SAD en causa legal de disolución (me encantaría ver la tasación que encargó el director general del IVF, Manuel Illueca para ver de dónde demonios se saca el tasador el precio de 600.000 euros), que no habrá resuelto para entonces el problema de su deuda con la Agencia Tributaria y, en consecuencia, tampoco el de la que mantiene con sus acreedores ordinarios.
Solo unos instantes antes de que Ramírez dijera lo anterior, el alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri recordaba que la entidad había estado "muy cerca de desaparecer" no hace mucho; y es cierto, si uno vuelve la vista atrás, no queda otra que decirle al primer edil que tiene mucha razón: estuvimos muy cerca de perder al Hércules. Ahora bien, no por culpa de los acreedores que igual que hoy no solicitan la liquidación en el juzgado pese a que siguen sin cobrar, tampoco lo hicieron entonces... Allá por febrero, marzo, abril, mayo e incluso junio, el único que hablaba de liquidación y además voluntaria era el señor Ramírez. Si nos creemos las declaraciones del presidente ahora, garantizando el futuro a medio plazo, debemos creernos las de meses atrás y decir que, en efecto, estuvieron a punto de practicarle la eutanasia a una de las instituciones con más solera de Alicante y provincia.
Tanto Ramírez como Echávarri (que siempre que puede nos recuerda lo herculano que es y, por ejemplo, su predisposición a ayudar a Javier Portillo con la planificación deportiva), aseguraban que a la afición se la ve "más animada". También tengo que darles la razón, aunque no creo que sea "porque se está dando cuenta de que algo está cambiando en el club", como dijo el presidente el día que presentaba una campaña de abonos calcada a la de hace un año, es decir, con los mismos defectos y una prácticamente total ausencia de virtudes; yo creo que los herculanos andan más optimistas porque están convencidos de que no hay mal que cien años dure y ya va tocando, como mínimo, acabar un curso liguero con una sonrisa. Lo anterior contentaría a todos, incluso a los muchos que también ansían un Hércules sin Ortiz.
Yo también espero que llegue de una vez un ascenso y que el constructor se marche, pero tapando antes el agujero que ha generado en Foguerer Romeu Zarandieta y no con una lápida.