EL SUR DEL SUR / OPINIÓN

No es oro todo lo que reluce en el PSPV

5/09/2021 - 

Aunque da la sensación de los socialistas valencianos viven un periodo de aparente paz, una vez que Pedro Sánchez desterró a los sanchistas de pata negra, siguen los bandos, las familias y los primos. Nada ha cambiado, excepto la orden del propio Sánchez de apartar a los suyos más suyos y de apoyarse en el partido para intentar salir indemne de la crisis pandémica, tras el batacazo de Madrid. Esa paz tiene fecha de caducidad: noviembre de 2021, cuando el finalice el congreso del PSPV. Sánchez no dio la orden de ir a por Ximo, como algunos auguraban, y soñaban, por tanto, hay que estar con Ximo. Es más, se podría decir que ahora ambos se necesitan más que nunca.

De ahí que esta semana los principales sectores del socialismo valenciano hayan pactado las listas de delegados al congreso federal del PSOE, que se celebrará en octubre en la ciudad de València. Ese acuerdo catapulta a los tres cabezas de listas de la delegación congresual: Mercedes Caballero en Valencia; Ximo Puig en Castellón y Ana Barceló, en Alicante. El resto será un reparto casi equitativo entre ximistas y sanchistas (o abalistas, si todavía vale esa etiqueta). Es decir, sólo habrá una única lista y la representación de delegados al cónclave federal del PSOE se aprobará por asentimiento. Y si hay que ser generoso, se será.

Y es posible que dentro de un mes, suceda lo mismo con el congreso del PSPV, siempre y cuándo se respeten esa pax romana instaurada por el propio Sánchez por necesidad vital (política) y por necesidad de dar tiempo y consolidación a las nuevas referentes que él mismo ha creado; es decir, las Diana Morant, Raquel Sánchez, Pilar Alegría o Isabel Rodríguez.

El domingo 14 de noviembre, cuando el PSPV concluya su XIV congreso, pasarán dos cosas: una, que Ximo Puig será de nuevo secretario general del partido, pese a que en la cita anterior, celebrada en julio de 2017 en IFA, dijo que era su último mandato; dos, que esa pax romana recaerá y los sanchistas intentarán reeditar el poder en las tres organizaciones provinciales. Ya controlan Castellón y Valencia, e intentarán liderar Alicante después de dar respaldo al oficialista José Chulvi, del que ahora parecen arrepentidos. Y más allá de filtraciones interesadas, y de intereses particulares, será Alejandro Soler quién intente asumir ese rol de referente del partido en la provincia de Alicante como hombre de Sánchez. Es posible de aquí a allí, haya llamamientos a la unidad, a los candidatos de consensos y a las listas únicas, pero la del congreso provincial de Alicante los sanchistas ya hace tiempo que la tienen apuntada, que van a por ella y que no va a escuchar cantos de sirena ni del veterano Ángel Franco ni del Palau. Si hay que jugársela a votación, irán.

En estos momentos, el principal interés de Franco (y de una parte del Palau) es que Ana Barceló sea la candidata a la Alcaldía de Alicante. El senador sabe que tiene lo que necesita el Palau para llevarla en volandas, si se da el caso, para ser la rival de Luis Barcala. Ahora bien, Ferraz todavía no ha abierto la boca, y queda mucho tiempo. La otra parte del Palau quiere a Ana Berenguer, director general de Estudios de la Generalitat. Entre medias, pueden surgir outsiders de la casa como la propia Trini Amorós o el geógrafo Jorge Olcina, o que los sanchistas le den otra oportunidad a Paco Sanguino en un pacto todos contra el propio Franco. Las otras asignaturas pendientes también son conocidas. Los sanchistas tienen la de Benidorm clara; faltaría saber si hay plan para Torrevieja. El resto no tiene misterio, más allá de lo que se elija para el cap i casal, y otras ciudades que escaparon a su control en 2019, como Alicante. Pero aunque ahora todo parece un balsa de aceite, no es oro todo lo que reluce en el PSPV. Hay una pausa.

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