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del derecho y del revés / OPINIÓN

No bajar la guardia

6/12/2020 - 

En una semana absolutamente decisiva para nuestro país, se han aprobado los Presupuestos Generales del Estado en el Congreso de los Diputados, con una amplia mayoría de 189 votos. El Gobierno ha superado las votaciones de las secciones de sus Presupuestos, con los votos de Esquerra Republicana, el PNV, EH-Bildu, PDeCAT, Más País-Equo, Compromís, Teruel Existe, Nueva Canarias y el Partido Regionalista de Cantabria. En contra han votado el PP, Vox, Ciudadanos, JuntsxCat, UPN, Foro Asturias, Coalición Canaria y el BNG. Ciudadanos, que estuvo negociando los Presupuestos y consiguió algunas enmiendas a los mismos, acabó desmarcándose de la aprobación final. 

Esta intervención tiene dos lecturas, hay quienes dicen que Ciudadanos lo ha hecho para salvar los muebles en las próximas elecciones catalanas, y quienes creen que se ha visto acorralado por la participación y peso específico de los independentistas catalanes en el acuerdo que ha precedido a la aprobación presupuestaria y ha querido marcar distancias.

Pensar que los herederos de ETA, EH-Bildu, está en el Congreso, no ya solo como meras comparsas, que sería lo menos sangrante, sino diseñando el nuevo Estado plurinacional que tanto anhela Pablo Iglesias, es un drama con tintes trágicos para nuestro país. Tenemos muy flaca la memoria y por lo general las personas tendemos a perdonar y a querer olvidar aquello que nos desagrada o perturba de algún modo. Sin embargo, en el recuerdo de muchos millones de españoles aún perduran las matanzas y daños a cientos de personas, causados por la banda terrorista. 

Miles de víctimas alrededor de un conflicto que muchos jamás pudimos entender. Recordemos aquella impactante portada de todos los periódicos, con Irene Villa y su madre brutalmente heridas, con la falda subida y las medias rotas, que causa un desgarro. Casa-cuartel de Vic o Hipercor son imágenes insoportables. Pensar, como decía, que los herederos de aquellos que cometieron tantas atrocidades, e incluso intervinieron en algunas de ellas, estén ahora decidiendo el destino de todos nosotros como socios preferentes del Gobierno es una circunstancia que no puede dejarnos indiferentes. Atenta contra la sensibilidad y la lógica. Evidentemente es mejor tener cerca a estos políticos, dado que los hemos admitido a comer en nuestra mesa, vigilados con el rabillo del ojo, pero permitirles que nos vuelvan a someter ahora a todos, tener que pasar por la dependencia de sus votos para la aprobación de los Presupuestos es demasiado doloroso, humillante y vejatorio.

Frente al apoyo de EH-Bildu, el de ERC o PDeCAT podrían dar la apariencia de inofensivos. Sin embargo, tampoco lo son. No hemos de olvidar el empeño de estos separatistas por descuartizar España. Siguen obviamente en ello después de su frustrado intento golpista, puesto que no han ocultado en momento alguno cuál sea su hoja de ruta. El Gobierno sigue a la zaga los deseos de los que se han convertido en sus socios favoritos de despenalizar los delitos de sedición y rebelión, e indultar a los golpistas encarcelados. En este sentido, los propósitos de amparar estos desatinos han sufridos dos reveses, el primero viene de Europa, que ha negado apoyar esta reforma del Código Penal, como pretendía argumentar el Gobierno con evidente propósito de justificarla. 

El segundo ha sido la revocación, por parte del TS, de la concesión del tercer grado a los políticos golpistas catalanes. El empeño del Gobierno al parecer, no obstante, es aprobar los indultos lo antes posible. No deja de ser curioso que los separatistas apelen a la violación de derechos fundamentales, que en su opinión habrían quedado conculcados por causa de esta decisión del TS. Pero no se puede sorber y soplar a un tiempo: o la Constitución Española es reconocida por todos como marco jurídico incuestionable, o si no, aparte de que tenemos un grave problema, es absolutamente incoherente que apelen a la protección que dispensan los Derechos Fundamentales recogidos en nuestra Carta Magna quienes reniegan de ella.

Comparto las palabras de Edmundo Bal de esta semana, que decía que "tenemos toda la legitimidad para sospechar que esta reforma es una argucia, una ley a la carta para favorecer a unas personas y para sostenerse en el Gobierno a cambio de concesiones vergonzosas, con la finalidad de humillar a España y postrarse ante el separatismo". Tenemos un panorama de enorme complejidad desde el punto de vista político y la pandemia no es precisamente una ayuda en estos momentos. Ni perdón, ni olvido, ni pasotismo. No podemos bajar la guardia.

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