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Negar lo evidente

21/11/2019 - 

Negar lo evidente no parece la mejor receta para solucionar cualquier mal que asole. Minusvalorar la crítica situación que vive el Hércules no se me antoja positivo desde ningún punto de vista. Ni siquiera pensando en proteger anímicamente a una plantilla que, cierto es, no debe estar pasándolo demasiado bien. 

El pasado domingo el equipo dio un nuevo paso atrás con su partido ante el Mestalla; lejos mejorar su desempeño, desanda el camino recorrido desde la marcha de Planagumà y la llegada de Muñoz. Y este miércoles, nos encontrábamos con una situación que hacía tiempo que no veíamos: Ramírez dando un toque de atención a la plantilla, algo que no me extraña. 

El año pasado, durante aquellos días de vino y rosas, el buen rendimiento del equipo y la barricada planagumista impidieron cualquier tipo de injerencia de los socios capitalistas de la entidad, Ramírez y Enrique Ortiz. Este año, las cosas cambian. No me muevo un ápice de mi postura en cuanto a este tipo de manifestaciones, ya que siempre entendí que las respuestas a los problemas deportivos, son mensajes deportivos. Y voy más lejos, las broncas, siempre desde el organigrama, que al final con tanta visita desde la zona noble puede quedar desvirtuada la autoridad del entrenador.

El año pasado funcionó la estrategia de la intensidad, del compromiso, de la creencia en un fútbol que tampoco enamoraba, pero que era efectivo. A estas alturas del curso 2018/19 el Hércules había marcado cuatro goles menos y, si bien es cierto que los partidos ante Barça B y Ebro pueden desvirtuar la estadística, viajar al guarismo de los goles en contra sustancia la diferencia: Falcón ha ido a retirar el balón del fondo de su portería 17 veces durante esta temporada, por las siete de hace un año. Ese es el frío dato que nos permite concluir que se atraviesa un bajón defensivo considerable, más allá del tanta veces criticado (y hoy ausente sin reemplazo) Samuel.

Mantener el nivel de entrega que tuvo la plantilla el año pasado era harto complicado y no hablo de talento, ni de buen juego o goles, hablo de identificación de la causa. Las victorias por la mínima durante el primer tercio de pasada campaña fueron la tónica dominante y a la vez escondían un frágil equilibrio siempre compensado desde atrás. Por contra, este curso, ni el mejor Falcón en años es capaz de iluminar las sombras que se ciernen sobre la zaga, aunque bien saben ustedes que no solo defienden los de atrás. Es en estas donde me preocupa tener que ver a Benja en algún partido bajando a tapar huecos por la banda derecha. Los canteranos son bienvenidos, pero uno se hace profesional encajando también las críticas, la presión y las exigencias.

Volviendo a Ramírez, se comenta que en su visita ha reforzado la posición de Javier García Portillo al frente de la dirección deportiva. Recuerdo la última vez que ratificó a alguien en un cargo: fue a Tevenet, con toda la plantilla como convidada de piedra. En menos de una semana el sevillano estaba haciendo las maletas. Y si a lo anterior le unimos las fricciones entre el empresario y el exfutbolista (recuerden el desencuentro con la renovación de Planagumà)... Como alguna vez ya les he dicho, se resulta complicado imaginarme un Hércules sin Portillo, sin Ortiz continúa al frente. Pero no me escondo y no se cuánto tiempo más, con el equipo al borde del descenso a Tercera, se puede seguir defendiendo la gestión del madrileño. Yo a la plantilla, salvo por el fondo de armario que esta temporada parece algo más escaso, no le pongo pegas pero claro, los resultados mandan y más después de haber apoquinado más de dos millones de euros.

Desde luego que no, nunca fue buena idea negar lo evidente. Esto lo está haciendo el PSOE en Andalucía con el Caso de los ERE: practicó la técnica del avestruz durante años y miren, lo que parecía una dinastía de más de 30 años de gobierno en una comunidad autónoma, se transformó en un doloroso y traumático viaje a la oposición, con proceso judicial incluido y voces autorizadas y antiguos dirigentes socialistas haciendo el ridículo. Ya ven, nada es imposible y nada es para siempre. Tampoco Portillo, tampoco el Hércules y, desde luego, que con nombres y apellidos no se garantiza nadie la permanencia. Tampoco en Segunda B.

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