A fuerza de repetirlo machaconamente, medios de comunicación incluidos, ha calado, y de qué modo, la idea de que determinadas cosas, productos o servicios públicos son gratis. Me voy a remitir al último ejemplo que acabo de registrar: el anuncio del presidente de la Generalitat Ximo Puig de que las personas entre 0 y 30 años no pagarán en varios meses los transportes públicos que dependen de la admistración autonómica. Eso se desveló, aunque ya se sabía, en el debate del Estado de la Comunidad. La formulación retórica es que los citados servicios públicos serán gratuitos hasta los 30 años. Gratuitos. Bueno, alguien los tendrá que pagar. ¿Quién? El erario. Lo que se hace en todo caso es intervenir el precio del transporte del mismo modo que se ha intervenido, con desigual éxito, el de la energía.
Denoto que de un tiempo a esta parte una sobredosis de intervenciones, locales, autonómicas y nacionales, ora para comprar bicis y patinentes (550.000 euros, Ayuntamiento de Elche), ora para ayudas al alquiler de los más jóvenes (250 euros), ora 400 euracos para los que este año cumplan 18 años con el fin de destinarlo al consumo de cultura, sin haber definido previamente qué es cultura: podríamos estar semanas, meses, intentando a acotar el término. Ya saben, alta cultura (Umberto Eco incluyó el cómic frente a la ortodoxia de la Escuela de Frankfurt), cultura de masas, cultura popular y no-cultura. Las ayudas, hasta donde yo sé, no distinguen niveles ni renta; injusticia donde las haya. 400 euros a voleo. Como el cheque-baby de Zapatero, ¿se acuerdan? Yo creo que nos acordamos todos, aunque solo sea por la antológica portada de El Jueves. El resto de intervenciones citadas tampoco distinguen. 400 euros que se ejecutarán en 2023, año electoral.
Todo esto genera un clima de opinión de que las cosas y los servicios públicos son gratis. Como que el dinero viene del cielo, o de una máquina mágica que fabrica dinero sin que nadie se dé cuenta. Y de esa generación, puede venir la degeneración del abuso. No hace falta ser un rabioso liberal, dios me libre, para llegar a la conclusión de que estamos perdiendo mucho el norte. El amor por la cultura se transmite en las escuelas e institutos, y con alivios fiscales a los artistas, compañías, productores y distribuidores. Los escandalosos precios de alquiler en grandes ciudades e intermedias (Alicante) son privativos para muchos estudiantes y jóvenes con trabajos mal pagados: eso se combate construyendo en suelos público albergues y residencias, es decir, ir a lo estructural en vez de intentar de paliar el problema, problemazo, con aspirinas subvencionadoras. No les cuento ya si vamos a la estructura/estructura: combate sin cuartel al paro juvenil y a los trabajos míseros. [Acotación: un rabioso liberal como es la primera ministra Liz Truss acaba de poner en jaque toda la economía británica tras su anuncio de rabajas fiscales que ni la mismísima Thatcher se atrevió a ejecutar]. Gratis, lo que se dice gratis es la contemplación de un amanecer, hacer senderismo por el monte, bañarse en el mar, hacer el bien... y por ahí.
Hace unos años, doce para ser exactos, la Junta de Andalucía tomó la iniciativa de remitir a los pacientes de la sanidad pública el coste determinadas intervenciones quirúrgicas para que tomaran conciencia del coste que suponía para las arcas públicas. A mí me pareció muy lógico. Gobernaba el PSOE. ¿Y quién era consejera de Sanidad? ¡María Jesús Montero! “Es un ejercicio de responsabilidad y transparencia; los ciudadanos tienen derecho a saber en qué se invierte el dinero, en qué se gasta la administración sanitaria los recursos de que dispone”, copio sus declaraciones de un periódico andaluz. Qué vigencia tienen estas reflexiones de la actual ministra de Hacienda.
Nos quejamos, no sin razón, de las listas de espera, que se están expandiendo hasta en el sector privado (no faltan médicos, ni nuevas facultades, falta que la Administración saque más plazas MIR y contrate más sanitarios @Juanjo Ruiz, rector UMH, persistente). Nos quejamos, no sin razón, de la tonelada de burocracia que hay que hacer a veces para unos análisis rutinarios. Nos quejamos, a veces con razón, de los empleados sanitarios, los menos, que tratan a la gente a cara de perro (las oposiciones deben medir también la capacidad del trato al público, y muy especialmente el personal administrativo). Pero jamás nos quejamos de los que abusan hasta la náusea: aprovechones con capacidad adquisitiva que son capaces de tirarse una mañana en el centro de salud para que les receten paracetamol. Total... es gratis. Lo paga Rita, La Cantaora. Y así vamos. De oca en oca, de ocurrencia en ocurrencia. ¿Y la cultura del esfuerzo y del ingenio? Bien gracias. Todos deflactados: unos más que otros y en función de dónde vivas. Y a rifar patinetes y cheques culturales.
CODA: El alcalde de Elche Carlos González se acaba de pedir que el Estado instale en la ciudad la Agencia Espacial Española, siguiendo los pasos de Alicante que lleva tiempo reclamando la Agencia de la Inteligencia Artificial. Algún mal pensado ya habrá reflexionado eso de “culo veo, culo quiero”. Yo no. Todo lo que sea poner en valor Elche, mi pequeño país, me parece poco. Pero sí que parece bastante obvio que el Gobierno, en su nueva política descentralizadora, no va a colocar dos entes estatales de envergadura en una misma provincia, y en dos ciudades que están a 20 minutos de autovía. Por cierto: vaya astracanada la del PSOE alicantino, Miguel Millana, absteniéndose en el pleno municipal de una iniciativa del equipo de Gobierno (PP/Cs) en apoyo a lo de la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial. Si hasta los de Unidas/Podemos votaron a favor...