VALÈNCIA. La crisis de natalidad que atraviesan tanto la Comunitat Valenciana como toda España se acentuó de nuevo en 2021, un ejercicio en el que, según los últimos datos proporcionados esta semana por el Instituto Nacional de Estadística (INE), se volvió a registrar la cifra más baja de alumbramientos desde hace al menos medio siglo. En suelo valenciano, con poco menos de 35.700 nacimientos contabilizados durante el pasado año, el escenario más habitual es que el número de defunciones supere al de recién nacidos en la mayoría de los municipios, aunque existen todavía varias decenas de ellos que resisten y presentan un saldo vegetativo positivo.
Así pues, en el último lustro, casi el 11% de las localidades de la Comunitat Valenciana suma más nacimientos que muertes pese a que la tendencia general es, desde 2015, justo la contraria. La gran mayoría de estos municipios, además, tiene una característica en común: son poblaciones que se encuentran enmarcadas en el área metropolitana de alguna de las tres capitales de provincia de la región valenciana. Ello podría evidenciar que es precisamente en la periferia de estas grandes urbes donde, debido a distintas razones entre las que podría encontrarse el encarecimiento de la vivienda, se agrupa una parte importante de la población joven.
Esta situación se produce por ejemplo en las inmediaciones de València, donde se cuentan alrededor de 25 localidades con más recién nacidos que defunciones. En algunas de ellas, como Paterna, el balance de los últimos cinco años arroja un saldo positivo de más de 900 personas, mientras que en otras poblaciones cercanas como San Antonio de Benagéber o la Pobla de Vallbona los nacimientos acontecidos en ese mismo periodo superan también en varios centenares de personas a las muertes. Con un crecimiento vegetativo igualmente positivo, pero más ajustado, se encontrarían municipios como Rafelbunyol, Gilet, Bétera o Almussafes, a la vez que València, la capital autonómica, registra desde 2017 casi 10.000 muertes más que alumbramientos.
Del mismo modo, en la provincia de Alicante grandes poblaciones como Elche o Sant Vicent del Raspeig presentan un saldo positivo entre nacimientos y defunciones, una realidad que comparten con Callosa de Segura, Aspe, Crevillent o Pilar de la Horadada pero no con la ciudad de Alicante, donde en los últimos cinco años han fallecido 1.627 personas más que las nacidas. Además, un fenómeno similar, aunque a menor escala, se da en varias localidades que colindan con el núcleo turístico de la Marina Baixa que conforman Benidorm y l’Alfàs del Pi, ya que ambas tienen un balance vegetativo en negativo mientras que Finestrat y la Nucia obtienen uno positivo de varias decenas de personas.
Por su parte, en Castellón, tanto en Almassora como en Borriol, Onda y Sant Joan de Moró los nacidos superan a las defunciones, pero en cambio Castelló, ciudad con la que lindan, tiene un saldo vegetativo negativo en más de mil personas. Más al norte, otras localidades como Benicarló se encuentran igualmente con un balance favorable, aunque es en esta provincia donde menos se produce ese escenario. Solo un 5% de los municipios registran más recién nacidos que fallecimientos desde 2017, una realidad en la que bien podría influir la despoblación, puesto que Castellón es la provincia valenciana más afectada por la pérdida de habitantes.
Precisamente debido a este fenómeno, podría suceder incluso que el número de ciudades castellonenses con crecimiento vegetativo se redujera todavía más en los próximos años. De hecho, y pese a que el balance del último lustro todavía les es favorable, en Onda el año 2021 fue el primero con más muertes que nacimientos en al menos diez años, mientras que en Oropesa y Benicarló llevan ya dos ejercicios en negativo y podrían haber consolidado un cambio de rumbo tras varios años con un saldo demográfico en positivo.
La tendencia al incremento de la mortalidad y la disminución de los nacimientos va, no obstante, más allá de Castellón, ya que el pasado año el número de localidades donde estos últimos superaron a las defunciones cayó a 51, un 9,4 % del total de municipios de la Comunitat Valenciana. En Valencia, por ejemplo, Torrent registró un balance negativo por segundo año consecutivo, una situación en la que se encuentra también Elche, ya en Alicante, que ha reducido su saldo progresivamente hasta que registrar más muertes que alumbramientos.
Por su parte, las áreas que en términos absolutos vieron más nacimientos en 2021 se corresponden con los grandes polos económicos y poblacionales de la Comunitat Valenciana, como son las tres capitales de provincia y sus entornos además de muchas localidades costeras. A ellas habría que añadir algunos municipios de la Vega Baja como Orihuela, Torrevieja o Pilar de la Horadada, aunque el pasado año hubo también 77 poblaciones que no vieron un solo nacimiento. Por lo general, muchas de ellas se concentran en las comarcas castellonenses del Alto Mijares y del Alto Palancia, además de en el Comtat, en Alicante, y el Rincón de Ademuz y Los Serranos en el caso de Valencia.
Además, y pese a que ya existen datos completos referidos a la natalidad para las dos primeras décadas de este siglo, todavía existen cinco municipios valencianos donde no se han producido aún nacimientos. Son Torralba del Pinar y Villamalur, precisamente en el Alto Mijares; Famorca y Quatretondeta, en el Comtat; y Castell de Cabres en el Baix Maestrat.
Por otro lado, el INE también publicó esta semana datos definitivos de población que alcanzan hasta el primer semestre de este año. En ellos se observa cómo, una vez más, los movimientos migratorios compensan el saldo vegetativo negativo en la Comunitat Valenciana, que registró el tercer mayor aumento de habitantes tras Madrid y Baleares hasta las 5.072.550 personas. Ello se debe a un crecimiento tanto en la migración exterior como en la interior.
En el conjunto estatal, la población de España aumentó en 182.141 personas durante la primera mitad del año y se situó en 47.615.034 habitantes. Durante este primer semestre la población creció en 14 comunidades autónomas y se redujo en las tres restantes (Extremadura, País Vasco y Castilla y León), así como en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.