CHARLA 'VOCES DE IRÁN Y AFGANISTAN' ESTE JUEVES EN ESPACIO SÉNECA

La mujer en Afganistán: "Una oveja es más valiosa"

8/03/2023 - 

ALICANTE. ERA, miembro del equipo del Mando de Operaciones Especiales (MOE) de las Fuerzas Armadas Españolas, con sede en el cuartel de Rabasa (Alicante), estuvo en Afganistán en 2007 como jefa de seguridad del grupo que se desplazó allí para garantizar el funcionamiento de los operativos desplegados en Calinao (Qala i Naw), donde el ejército español estuvo durante ocho años, de 2005 y 2013, para liderar la reconstrucción de esta pequeña y pobre urbe al oeste del país.

Acompañaba a las autoridades para que pudieran desarrollar sus funciones. Allí convivió durante casi un año, de marzo a diciembre, no solo con sus compañeros, sino también con la población, palpando de primera mano los contrastes socioculturales de un territorio en el que una mujer tiene menos valor que una oveja. Pocas son las ocasiones en las que un miembro del ejército relata públicamente sus experiencias en este tipo de misiones, pero ella lo hará este jueves, 9 de marzo, en Espacio Séneca, a partir de las 19 horas, en una charla organizada por la concejalía de Cultura de Alicante que se enmarca en la conmemoración del Día Internacional de la Mujer.


Allí el clima es extremo, con momentos cálidos y gélidos, y la escasez de recursos hacía que se extendieran y agravaran los problemas medioambientales. “Me dio tiempo a contar hasta siete plagas distintas en todo el tiempo que allí estuve”, afirma. El bosque de los pistachos no era bosque porque, cuando llegaba la época de colecta, era completamente arrasado y perdía su cometido natural. “Venían con camiones, incluso de otras provincias, y el Gobierno ponía a militares”. El único objetivo es sobrevivir, pero no solo a las condiciones extremas, sino a la extrema pobreza. “No había cultura de previsión; la gente vivía preocupándose de con qué iba a alimentarse ese día”, recuerda. Un condicionante que coartaba el comportamiento de la población en casi todas las facetas de la vida cotidiana.

“Plantaban trigo y las plagas suponían un problema, pero si les daban productos para fumigar los vendían, en lugar de aplicarlos, y pedían un sueldo al Gobierno si quería que fumigasen”, recuerda. Una falta de previsión en lo cotidiano que condicionaba su desarrollo y no permitía que se pudiera implantar una clara perspectiva de futuro. Situación que se agravaba en el caso de las mujeres, que estaban, y siguen estando, absolutamente relegadas. “La mujer está en casa y, cuando las veías en la calle, era porque iban acompañadas de algún hijo o del marido; iban completamente cubiertas y solo podías distinguir si era joven o mayor por sus pies”, relata la militar. “Solo vi mujeres en el campo durante la colecta de la sandía y porque provenían de familias muy pobres”, apunta.

La anulación más absoluta

El relato es sobrecogedor. “Solo les vi la cara cuando se asomaban a la puerta de casa para pedir agua o alguna cosa para sus hijos y cuando entraba en sus casas, ya que me metían directamente a la zona de mujeres, porque la casa estaba dividida en dos, aunque como invitada también podía estar en la zona de hombres, porque acudía con las autoridades”, recuerda. Sin embargo, lo que para ella era un claro contraste sociocultural, parecía vivirse con cierta naturalidad en las urbes más pequeñas y pobres, donde el extremismo islámico estaba más presente, antes de que se desplegara por completo incluso en las capitales. “Son roles asumidos y lo que hagamos los occidentales parecía que ni les va ni les viene”, explica.

La anulación era y es tan absoluta que así se evita cualquier tipo de cuestionamiento. “Lo que se sale de los roles establecidos podía acarrear la muerte, así que procuraban no infringir unas reglas que se daban por hecho”, asegura. Pero, en su caso, ser una mujer en un territorio en el que predomina el extremismo islámico no le suponía excesivo peligro al considerar su paso por allí como algo transitorio. “Al verme con el pelo corto y sin burka, preguntaban si era chico o chica para hablarme o ignorarme”, cuenta la militar. “Como mujer, sentí tristeza”, confiesa. “Fue impactante ver a una mujer sentada en el maletero de un coche porque en los asientos iban unas ovejas que llevaban a vender; daba tristeza y me hacía preguntarme qué tipo de valor le daban a una mujer, que es inferior al de una oveja”.

La rebelión de las mujeres: voces de Irán y Afganistán

Cuando se van a cumplir dos años de la salida de Estados Unidos del país y ya no protagonizan las principales noticias de los medios de comunicación, y cuando más se agrava la situación de la mujer y las minorías sociales en estos territorios, Foro Espacio Séneca recupera testimonios de excepción con el objetivo de que no dejen de estar presentes en las reivindicaciones de los derechos humanos a nivel internacional. De esta forma, ERA contará su experiencia, junto con la joven iraní Shaghayegh Norouzpour, cuya familia abandonó el país cuando apenas había cumplido cinco años, en busca de un futuro en libertad, durante la charla La rebelión de las mujeres: voces de irán y Afganistán.

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