CASTELLÓ. El color verde ha invadido el Espai Nivi Collblanc. La galería de arte, ubicada en una masía junto al municipio de Culla, ha visto entrar por su puerta toda la naturaleza que queda fuera del espacio silvestre en el que esta está instalada. Un paisaje, eso sí, que está intervenido por Mónica Jover. La artista alcoyana ha trabajado durante semanas para conseguir que las montañas, los árboles y el césped que hay tras la galería se instalen en ella. Un trabajo que no ha sido fácil ni rápido de hacer. Ha preparado Jover veinte piezas pictóricas y más de 200 hilos que ha repartido, a posteriori, por techo, pared y suelo. ¿El resultado? Un universo natural que vive y crece en paralelo al existente. Al menos, así lo hará hasta el 30 de abril, fecha límite en la que se podrá observar su nuevo proyecto. La artista presenta este próximo sábado, 12 de marzo, la exposición El color de la centinela.
Aunque toda su obra ha estado siempre muy vinculada con el paisaje, la alicantina ha diseñado esta muestra expresamente para el Espai Nivi Collblanc. Es otra de las claves de su trabajo. Jover se adueña del espacio que envolverá sus creaciones para tratar de provocar un impacto mayor en el espectador. En este caso, la artista ha generado, entre otras, unas pinturas que se adaptan a la perfección a las ventanas de la galería. En su lugar, lo que la alcoyana ha colocado son unas ventanas pictóricas con las que poder mirar de otra manera el paisaje que habita fuera. Pero, además, ha colgado por todo el centro cientos de hilos que salen de la profundidad de sus cuadros.
"Jover tensa los hilos para formar planos arquitectónicos insólitos como campos de color. A veces genera incluso escaleras que van desde el verde vibrante hasta el amarillo cítrico. Todo esto da una poderosa sensación de frescura, de bosque verde donde se escucha el murmullo del agua de una arroyo cercano", señala Silvia Tena, comisaria de la muestra, quien asegura que ha sido su manera única y personal de tratar el arte abstracto lo que captó todo su interés. "Si tuviera que destacar algo del trabajo de Mónica es que hace unas pinturas que están a caballo entre lo pictórico y lo instalativo. Me llamó mucho la atención porque es pintura pero también es arte textil. Pero además, los hilos que apuntala en sus cuadros, unas veces cuelgan libremente como si fueran lágrimas que caen de la pintura, y otras veces los saca de la superficie y los engancha al techo o a cualquier otra parte de la sala. Por eso, su obra se convierte a la vez en una pieza instalativa", remarca la crítica de arte.
Así, lo que Mónica Jover plantea no es una obra bidimensional al uso, sino un proyecto que logra colonizar por completo el espacio de su alrededor. Tal como dice Tena, la artista desenvuelve sus hilos por el espacio como si fueran una "tela de araña". Aunque, no busca con ello generar caos. "Son hilos muy rectilíneos", explica Tena, que agrega: "La artista tiene un gran sentido de la geometría. Su trabajo es muy pulcro, nunca verás los hilos enredados."
Desde aquí, la muestra de divide en varios bloques. Sus 'Jardines remendados' trepan para ir más allá de la esquina de la sala. Mientras que sus 'Jardines verticales' derraman el verde por el suelo, logrando con los hilos el efecto de que ha brotado del suelo de la galería césped o incluso musgo. Mientras que sus 'Tótems' se componen de diferente vidrieras que se expanden por la sala. En definitiva, nunca habrá un trazo de pintura solo. Siempre irán acompañados. "Otros artistas han tomado la práctica textil como punto de referencia de sus obras, como muestran las extraordinarias piezas de Teresa Lanceta, los trabajos algodoneros de Asger Jorn o los tapices de Joan Miró. Nada está totalmente incluido en las obras de Mónica Jover. Sus piezas están a la espera de conseguir un contenedor al que adaptarlas, como un guante. Para adherirse como una segunda piel".
Por su parte, dice Jover que trabaja el paisaje porque ha llegado a la conclusión de que "las experiencias, los acontecimientos vividos se quedan anidados en nuestra memoria y de alguna manera conforman nuestro pensamiento y nuestra forma de ser. El lugar en el que hemos vivido, el lugar de dónde venimos, con sus olores, sus imágenes, sus sensaciones, nos deja una marca peculiar y determinada de mirar el mundo". La suya pasa por comprender que el espacio no tiene fronteras arquitectónicas. Un espacio que se puede transitar y apropiar.