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'Test drive'

MINI Cooper S 3p AT: con más equipamiento y homologado para WLTP

23/03/2019 - 

MADRID. La reciente entrada en vigor del sistema de homologación de emisiones y consumos WLTP ha sido aprovechada por algunas de las marcas que habían hecho los "deberes" con antelación para incluir en sus modelos mejoras estéticas y de conectividad que les hagan casi imposibles de resistir.

Es el caso de Mini, marca aspiracional donde las haya, que en julio pasado -dos meses antes de la entrada en vigor del WLTP- anunciaba que sus motores ya cumplían con la normativa y además presentaban cambios.

Para conocerlos en profundidad Mini ha prestado a Efe una unidad del tres puertas Cooper S.

Las versiones de tres puertas representan el 18% del total de las ventas de la marca británica, a las que habría que sumar el 11,6% si se trata de la carrocería descapotable.

Los modelos con mayor peso son el SUV Countryman (32,6%), el Mini 5 puertas (32,3%) y el Clubman (5,5%).

Pues bien, para esos que compran más con el corazón que con la cabeza, es para los que va dirigida esta versión gasolina de tres puertas.

¿Por qué? Porque, al contrario que los Mini 5 puertas, Countryman y Clubman, el tres puertas solo está homologado para cuatro ocupantes.

Además, su posición baja respecto al suelo y el solo disponer de dos puertas para acceder al interior (el asiento del conductor tiene función de memoria) es algo que se debe tener cuenta para justificar la compra de este vehículo frente a los citados.

Pero como ya hemos dicho este vehículo no está pensado para disfrutar en familia, ni para ir al supermercado a hacer la compra del mes (el maletero cubica 211 litros).

El conductor de este tracción delantera lo que busca es ir las máximas veces que pueda a hacer gestiones, pero lo más alejadas posibles de su domicilio para poder disfrutar al volante de su inversión (desde 32.050 euros).

El motor que lo propulsa es un dos litros turbo de cuatro cilindros y 192 CV (141 kW).

Los registros que le ha homologado la marca son una velocidad máxima de 235 km/h, una aceleración de 0 a 100 km/h en 6,7 segundos, un consumo medio de 5,6 l/100 km/h (en nuestra prueba ha sido de 7,7 l/100 km) y unas emisiones de 127 gr/km.

Para conseguir estas cifras nuestro Mini monta la nueva caja automática Steptronic de dos embragues multidisco y siete relaciones. Su palanca ha mejorado en ergonomía y es muy similar a las de la casa matriz, BMW.

Su funcionamiento es muy cómodo a la hora de engranar directa o marcha atrás. Tiene modo secuencial, pero desde la propia palanca, no con levas en el volante.

Para cambiar la fluidez en las transiciones el conductor dispone del Mini Driving Modes con tres modos de conducción: Mid, Green y Sport.

Los dos primeros tienen función vela: se desengrana la caja y se circula en punto muerto lo que redunda en consumos menores.

Con el Sport sucede todo lo contrario. En todo momento la caja pide más y las sucesiones de relaciones son mucho más rápidas sin que por ello se produzcan pequeños tirones en los cambios, que sí se pueden percibir en el modo más económico Green cuando vamos en una conducción relajada y demandamos un incremento raudo de la potencia para un adelantamiento.

La elección de un modo u otro también influye en el sonido del escape que llega al conductor y a los pasajeros, no es del John Cooper Works, pero no está mal.

Lo que no ha cambiado es el buen comportamiento del chasis. Sus medidas compactas, su peso de menos de una tonelada y media y su grado de rigidez torsional le hacen el perfecto candidato para enlazar curvas.

Si a esto se le une una suspensión con un tarado duro, el coche parece ir pegado al asfalto en todo momento, lo que transmite mucha seguridad al volante y nada parece imposible.

Aunque esa dureza de la suspensión es de agradecer en conducción dinámica, en el día a día se hace un poco molesta por los rebotes que provoca al interior, especialmente si se opta por el modo Sport.

La dirección a veces parece que está un poco más asistida de lo que debería, pero es solo una impresión, porque las ruedas van sin rechistar donde se las dirige.

Por lo que respecta al interior, los cambios más significativos afectan a la posibilidad de personalizar las molduras gracias a la tecnología de impresión 3D y al grabado láser.

Con el denominado Mini Yours Customised el propietario puede incorporar su nombre o dibujos a las molduras de las puertas o a las luces que se proyectan en el suelo desde los retrovisores.

También se va a encontrar con un mayor equipamiento de serie. El One First suma los sensores de lluvia y luces, el ordenador de a bordo con pantalla de 6,5 pulgadas (incluye bluetooh y audiostreaming) y el volante multifunción.

El One/One D añade el control de crucero, el Cooper/Cooper D las luces LED delanteras y los antinieblas de LED, el Cooper S/Cooper SD el paquete Media Connected, el sensor de parking trasero, los modos de conducción Mini Driving Modes, el reposabrazos delantero y la preparación para poderlo compartir con otros usuarios.

Exteriormente, los cambios afectan principalmente a los faros. La firma lumínica delantera ahora es más limpia, mientras que la trasera puede llevar -como en la unidad probada- la bandera Union Jack.

Los aditamentos deportivos más visibles se mantienen como la entrada de aire sobre el capó y la doble salida de escape central.

Lo que sí se ha modificado es el logo de Mini, que ha pasado a ser en 3D en vez en 2D como en los modelos anteriores.

En definitiva, lo mejor de este coche es que un perfecto "todo en uno", que se puede disfrutar en cualquier circunstancia.

No es exigente si el conductor tiene cuenta donde están sus límites. Para los que gusten de emociones a buen ritmo, decirles que donde más a gusto se sentirán es en carreteras de montaña donde saldrá a relucir el buen trabajo de los ingenieros.

Lo peor -para los que no tengan una cuenta saneada o un presupuesto flexible- es el amplio listado de opcionales que pueden incrementar la factura mucho más.

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