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tribuna libre / OPINIÓN

Merecemos una escuela de negocios de prestigio

24/10/2022 - 

Hoy preguntaba yo en un grupo de antiguos alumnos de Fundesem por el año exacto en que empezamos a estudiar el Tecom (Técnico en Comercialización y Marketing). Dolores me ha contestado enseguida que empezaríamos allá por el 1995, porque ella lleva desde el 97 trabajando en la misma gran empresa avícola y entró nada más acabar. Juan Enrique montó una cadena inmobiliaria en la Martina Alta y va creciendo más cada año, otros tomaron el relevo de las empresas familiares, se han expandido y las han hecho más rentables.

Toda esa promoción seguimos en contacto desde entonces, y las veces que hemos quedado a comer, nos hemos puesto al día de nuestros progresos, celebrándolo como si los éxitos de uno fueran los éxitos de todos. Sentimos que hay un vínculo especial entre nosotros, realmente somos algo así como una segunda familia. Profesionalmente todos nos criamos por los pasillos de Fundesem y algunos hicimos más tarde el MDM (Master en Dirección de Marketing), o cursos de especialización con grandes figuras de prestigio del mundo empresarial.

En aquellas aulas llegamos a rodar spots publicitarios de productos que creábamos nosotros mismos y que planeábamos lanzar al mercado. Hasta inventamos una bebida que cambiaba de sabor y la dimos a probar a profesores y visitantes para saber su opinión, en un stand improvisado que pusimos en la cafetería. Esa cafetería donde se hablaba continuamente de sueños y de proyectos, y donde era habitual que se cerraran acuerdos entre empresas.

Yo mismo hice una comparativa de la competencia del centro, por aquel entonces, como trabajo final de una de las asignaturas, yéndome a visitar otras instituciones formativas privadas, y las conclusiones que presenté fueron demoledoras a favor de Fundesem, nuestro Fundesem. De su bolsa de empleo salieron los primeros trabajos que tuve como director comercial y gerente de alguna empresa de la terreta. Los alumnos de Fundesem llamábamos la atención cuando entrábamos a trabajar en cualquier puesto. Eso me consta y mis compañeros de entonces están de acuerdo en ello.

Para muchos de los que nos sentimos aún vinculados emocionalmente a Fundesem, la sensación al ver la situación a la que se ha llegado ahora es muy extraña, mezcla de tristeza y estupefacción. Como si nos hubiéramos despertado de un sueño y no entendiéramos cómo se han podido torcer tanto la situación mientras dormíamos. Hay muchas cosas que no alcanzo a comprender, aunque yo no quiero buscar culpables. Ahora ya estamos donde estamos.

Pero es difícil llegar a entender cómo una escuela de negocios de prestigio (ahora ya gravemente dañado), donde me enseñaron a hacer rentables a las empresas, primero llega a la situación en la que está ahora, que eso ya de por sí es muy grave, pero luego se propone como tabla de salvación que venga “otro” a pagar las deudas, en vez de presentar un plan de choque para hacerla rentable en poco tiempo y generar una fuente viable de ingresos sobre el propio negocio al que se dedica.

No leo nada acerca de modernizar la oferta, captar alumnos de donde sea y generar más volumen de negocio que antes, si cabe. Lo único que me parece oír cada vez que leo algo en cualquier medio, es un lamento velado que resuena como un eco y que repite: ¡Ayudadme, que yo soy Fundesem! Esto no es lo que me enseñaron a mí en el Fundesem donde yo estudié. No sé dónde se han escondido aquellos valores. Los busco, pero no los veo.

Si en alguna de las clases a las que asistí en el master, a algún profesor se le hubiera ocurrido explicar este caso, y darnos la solución ahora propuesta, hubiéramos pensado que estaba gastándonos una broma. Pero, es que por si fuera poco y para más inri, ese “otro” que ha de venir de fuera a pagar las deudas es una universidad privada de capital extranjero que se asentará sobre un edificio público en suelo municipal. No creo que sea yo el único que vea aquí un despropósito de magnitudes increíbles.

Fundesem durante muchos años fue patrimonio emocional de los alicantinos y aún lo es en el inconsciente colectivo. Y la solución que se propone para mantener su nombre atenta muy directamente contra los valores de un grupo de empresarios alicantinos que una vez soñaron una escuela de negocios en la terreta que fuera un referente y de la cual todos nos sintiéramos orgullosos.

¿De verdad no hay otra solución? ¿De verdad no podemos hacer nada para que los alicantinos podamos volver a mirar con orgullo a una escuela de negocios que sintamos nuestra y que vuelva a ser un referente?

Me dedico a la consultoría y a la docencia por la ilusión que me transmitieron las personas que encontré allí, pero, sobre todo, porque en esas aulas descubrí que la capacidad de analizar situaciones y de dar respuestas rentables y creativas a los problemas, podía impulsar negocios de manera espectacular. Necesitamos personas que sean capaces de encontrar estrategias rentables para una escuela de negocios, pero también necesitamos planteamientos que nos vuelvan a ilusionar a todos los que una vez nos sentimos parte de ese sueño, respetando el legado y los valores iniciales con el que se gestó la institución.

Si existe otra propuesta alternativa, que sea capaz de hacer resurgir de nuevo una escuela de negocios alicantina, rentable, que recupere su prestigio respetando aquellos principios con los que se gestó aquel Fundesem inicial, y sobre todo que esté respaldada por el tejido empresarial alicantino y que trabaje por y para el empresariado de Alicante, esa es mi opción más deseable, sin duda.

Yo, como muchos, quiero volver a pasar por delante del edificio de Fundesem, detenerme a mirarlo y pensar con una sonrisa de satisfacción: “Esto es de todos nosotros y podemos estar muy orgullosos de lo que se hace ahí adentro”.

Luis Munera Martínez
Consultor en Estrategia de Marketing y Comercialización. Formador en Investigación Comercial, Técnicas avanzadas de venta y Atención al Cliente

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