Hace justo un año y un mes, el rector de la Universidad de Alicante, Manuel Palomar, se declaró en público. Fue en las jornadas Diàlegs d'Estiu, en la sede que la UA tiene en el centro de Alicante. Allí, Palomar se derritió como un helado ante el president Ximo Puig para agredecerle el gesto de bajar las tasas universitarias -pese a que parte del mérito también era del conseller Vicent Marzà como titular del departamento-. Me acuerdo que asistí a ese fenómeno, una especie de resplandor entre dos cargos públicos, nunca visto en público. La suerte que tuvieron es que apenas éramos un centenar presenciándolo, y todos eran ya conocidos. Fue una declaración a todas luces, un ofrecimiento a la causa del Botànic. Era un viernes por la tarde, y ese cruce de declaraciones, me dio la idea del artículo que es escribí el domingo siguiente, 16 de julio de 2017. A sabiendas que Puig es fan de Raimon, busqué una canción del cantautor de Xàtiva que resumiera esa escena. Y la encontré: Si un dia vols...
Narré ese día que "Palomar presentó a Puig como hombre de Estado, conciliador, presidente de un Gobierno estable, artífice del cambio, salvador de la patria, el político más reputado en las redes sociales,...una cosa sin igual. Cosas que sólo se escuchan en los congresos de los partidos. O es que Palomar anda ya cansado del birrete, o aquello pareció una llamada imprevista de Cupido en público: ¡Ximo, estoy disponible! Y para que lo sea menester, sea la responsabilidad en la sede de Campanar, si Marzà enloquece (algunos dirán, si enloquece más), o en la Plaza del Ayuntamiento de Alicante".
Hoy un año después, cuando Palomar tiene al alcance de la mano su gran objetivo académico, restaurar el Grado de Medicina en la Universidad de Alicante, ha recibido la frialdad de una parte del Gobierno de Puig, pese a que en el departamento de Educación se encuentra la responsable de Universidades, Josefina Bueno, profesora de la UA y hasta hace dos años, del mismo equipo rectoral del propio Palomar.
Palomar y su vicerrector de Estudios, Enrique Herrero, han celebrado que la Aneca les dé el visto bueno para implantar el Grado de Medicina; ahora, la recta final del proceso depende de la Generalitat, en la que entran en juego la Conselleria de Educación, por supuesto, y la de Sanidad. que debe informar al respecto. Bien es conocido que la antigua consellera Carmen Montón no era muy partidaria de conceder el nuevo grado a la UA -por los convenios que el campus de San Vicente tenía con los hospitales privados-, pero sorprende la cautela de la nueva inquilina del cargo, Ana Barceló, y el poco entusiasmo ofrecido desde Presidència. Marzà ha sido más prudente con su silencio.
De acuerdo que hay que se respetuoso con los procesos, los tiempos y los estudios, pero en otras cuestiones de menor calado y otra índole, el Consell de Puig se ha entusiasmado con cuestiones que eran eran meras conjeturas.
Sobre la mesa hay dos hipótesis que podrían confirmar el distanciamiento entre el presidente Puig -y su gente de confianza- y el rector Manuel Palomar. El primer, está claro. La Agència Valenciana de la Innovació. Palomar ha sido muy critico con que la ubicación ejecutiva no estuviera en Alicante y ha votado en contra de determinados preceptos de la AVI, hasta el punto de que ya no forma parte de su orgranigrama. La segunda, quizás es que Puig quiera esquivar la presión de otros rectores que se oponen al Grado de Medicina de Alicante y lo que ha optado -por boca de Ana Barceló- es darle una patada para adelante al proyecto para que sea el futuro Gobierno valenciano -el surgido de las elecciones de 2019, si no hay adelanto- quien tenga decidir sobre ese marrón, y con otras circunstancias. De esta manera, Barceló cumple con su función de paño caliente a las heridas que dejó abiertas Montón
Pero sí que da la sensación que Medicina ha acabado por romper el amor entre Puig y Palomar, cuando antes hubo ofrecimiento, predisposición, loas y alianzas. Será que otra persona ha entrado en el corazón del president. Será.