Mario Casas da el salto de la actuación a la dirección con Mi soledad tiene alas, su primera película que se estrena el próximo 25 de agosto y en la que dirige a su hermano Óscar Casas como protagonista de una historia sobre soledad, barrio y amor. Un film alejado de la idea preconcebida de Mario Casas y que le sirve como experimento para mostrar lo que escribe al mundo
VALÈNCIA. Año 2020, pandemia. Mario Casas, al igual que el resto del mundo, está encerrado en casa. Se refugia en su casa de campo a las afueras de Madrid donde goza de la compañía de su perra y de sus plantas. Para un actor famoso como él el confinamiento se convierte en un momento de “descanso”, un parón obligatorio dentro del mundo de los rodajes y de las promociones, y un momento pausa dentro de una vida frenética en la que siempre te paran por la calle para una foto. Durante el encierre aprovecha y recoge todos sus escritos para crear un guión, un primer borrador de una historia que a partir del 25 de agosto se puede ver en cines: Mi soledad tiene alas. Una historia sobre segundas oportunidades que no salen bien, sobre huir y sobre saber rodearse de las personas adecuadas, también una historia que gira en torno a su hermano Óscar Casas, sobre el que compone el relato.
A su hermano Óscar le rodea un equipo de actores no profesionales, personajes que transmiten una sensibilidad clave que Mario necesitaba en la película. Ahora el actor y director se acerca a los cines Kinépolis de Paterna para preestrenar la película, aunque huye de volver a verla en este caso, prefiere atender a las preguntas de los periodistas que verla como director y seguir sacándole defectos. Con el tercer café del día y haciendo pausas para fumar de su vaper mentolado -muy al estilo de su personaje Hache- contesta a las preguntas de Culturplaza tras el preestreno. Una conversación a la que por primera vez se enfrenta en materia de director y metido de lleno en la historia, en algo que compone con su hermano y que por fin ve la luz tras años y años de trabajo.
-Felicidades por dar el salto a dirigir, ¿cómo te sientes al respecto?
-Contento pero con un poco de miedo. Siempre había escrito algunas cosas pero jamás me había atrevido a enseñarlo. Fue gracias a la pandemia que decidí dar el salto, en ese momento hablé con la guionista Déborah François y nos pusimos manos a la obra. Queríamos contar una historia de chavales jóvenes, en la que Óscar fuera el protagonista, a partir de ahí empezamos a escupir palabras y a las pocas semanas lo mandamos a la productora Nostromo y nos dijeron que siguiéramos adelante. Lo más importante en este punto era seguir y no amedrentarse, he hecho la película que tenía en la cabeza y estoy muy feliz con eso.
-¿Cómo ha sido rodar en familia? ¿Por qué creas una historia para Óscar?
-Desde que decidí que quería contar esta historia tenía a Óscar en la cabeza. Lo más difícil para mi fue crear una relación de actor-director que no manchara la que tenemos de hermanos. Nosotros íbamos separados al rodaje, cada uno en su coche, y a la vuelta más de lo mismo. Trabajamos también con muchos coaches para poder dar las mejores indicaciones a los actores, a los que trataba exactamente igual que a Óscar. Él se merece esta historia, se ha abierto en canal y ha trabajado muchísimo, lo único que puedo decir es que estoy súper orgulloso del trabajo que ha hecho. Nos hemos sensibilizado mucho como hermanos y hemos pasado por lugares que no conocíamos, me quedo con eso sin duda.
-¿Tienes más sensibilidad con los actores por haber sido uno de ellos?
-Creo que tiene que ver más con saber ser buen director. Los directores que más me han marcado, como Rodrigo Cortés, no han actuado nunca. Al final un buen director tiene que saber empatizar con un actor que se siente vulnerable en un rodaje. Como actor siempre te sientes muy expuesto, notas como todo el mundo te mira y está viendo lo que haces y notas que te juzgan todo el rato. La clave es saber hablarles a los actores desde los ensayos y los castings, pensar en lo que están pasando y hablar con ellos desde ese lugar.
-¿Por qué trabajar con actores no profesionales?
-Quiero que la gente empatice con los personajes. Para mi la película tenía que tener verdad, y no hay nada más honesto que lo que te dan los actores no profesionales. Te la juegas mucho, fue un año y pico de castings y mucho trabajo, pero sabía que no quería juntar a Óscar con caras conocidas. Quería que Óscar se metiera en su mundo, que pareciera que eran sus amigos de barrio y que vivía allí con ellos. Yo le dije: “Si conseguimos meterte ahí ellos te van a hacer crecer, van a elevar tu personaje. Tienes que escucharlos y estar a su lado”.
-La sensibilidad es también la clave de la película, aunque por el tráiler y el póster puede parecer que vamos a ver mucha sangre y persecuciones.
-Quería provocar ese choque para el espectador. Quiero que la gente vea al Mario sensible, no algo que tenga que ver con la acción. La película realmente trata del viaje personal de Dan (interpretado por Óscar Casas), los atracos están ahí para contar el punto de partida de los personajes, que se creen los reyes del mundo hasta que la vida les da un gran palo. Hay una cosa de jugar con el espectador en la película, le doy un caramelo que luego le voy a quitar para decirle que la película no va de lo que pensaba, sino de otra cosa.
-Hablamos de jóvenes delincuentes, barrios marginales y drogas. ¿Qué tiene esta película de cine quinqui?
-Realmente solo esos conceptos, pero no consideraría que beba del género. Al final hablamos de un barrio, de caras conocidas y de grupos que se pelean. Es cierto que empieza en una atmósfera muy quinqui pero luego nos centramos en los protagonistas, en con quienes se cruzan y en cómo les cambia la vida cuando tienen que huir de Barcelona a Madrid. Hablamos de los sueños que tienen, lo que persiguen para ser felices y cómo sus caminos convergen a la hora de imaginar su futuro, para mi es el lugar al que intenta llegar la película.
-Se repite mucho la frase “¿Otra vez?” de Vio (interpretada por Candela González) a Dan cuando hace alguna cagada, sin embargo no son capaces de salir de los bucles en los que se meten
-Ahí es donde se vive el viaje angustioso de los protagonistas. Dan quiere huir de su pasado y Vio en realidad se conforma con ser feliz en un lugar tranquilo y con un trabajo. Dan en realidad lo que quiere es salir del barrio, y cuando se da cuenta de que no tiene a nadie más que a Vio y que ella sí que tiene otros sueños ve que lo que quiere es estar con ella. Él no tiene ni puta idea de lo que quiere, pero ella con su sensibilidad le lleva a su lado.
-¿Por qué la soledad como tema central?
-A mí me encanta la soledad. Siempre estoy con mucha gente por trabajo, y en según qué temporadas necesito estar bastante tiempo solo. Creo que el problema es que te acostumbres a eso, es un vicio que no creo que tenga vuelta atrás. Cuando llegué a Madrid persiguiendo el sueño de ser actor me sentí muy solo, empecé a sacar fuerzas de donde no las tenía para ser actor. Luego las alas siempre me han seguido en los sueños, de ahí el título de la película.
-Y ahora que has dado el salto… ¿volverás a dirigir?
-Claro, esperemos que sí. Yo de momento quiero ver como avanza la película y si va todo bien no descarto volver a dirigir. Si no al menos ya lo he hecho y no me he quedado con la espinita, es otra manera de crecer dentro del mundo del cine.
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