MEMORIAS DE ANTICUARIO

Cuando la manufactura del mueble se convierte en patrimonio cultural

20/11/2022 - 

VALÈNCIA. Continuamos con la serie dedicada a las manufacturas valencianas que por derecho propio constituyen patrimonio cultural y artístico, siendo el del mueble, quizás, otro de los pilares que lo conforman después de la cerámica de la que ya hablamos en los dos capítulos anteriores. Antes que nada, permítanme que recomiende la interesante exposición que hasta el día 27 de este mes ocupa una de las salas del Centro Cultural Bancaja que bajo el título “ El diseño y la modernidad. Pioneros del diseño en la industria valenciana del mueble (1898 – 1986), ha sido realizada en el marco de World Design Capital Valencia 2022”. La sugerente muestra, comisariada por Xavier Giner Ponce, recorre de forma cronológica algunos de los más icónicos diseños de mobiliario de la Valencia del siglo XX y que llevaron a nuestra ciudad y sus fabricantes a ser referentes internacionales en el sector. Como aquí también manejamos criterios cronológicos, será en el próximo artículo cuando nos centremos en este diseño y en la exposición citada.

Volvemos a decir lo mismo que con la cerámica: la pujanza del sector industrial en los siglos XX y XXI no es casual, siendo fruto de siglos de tradición constructiva y de diseño que se remonta al periodo de transición entre la Edad Media y el Renacimiento. El mueble valenciano tiene especial importancia en el panorama artístico español a lo largo de cuatro siglos hasta desembocar en el exitoso siglo XX. Hablamos de un mueble que destaca por la gran calidad en la construcción, siguiendo las corrientes estilísticas españolas y europeas del momento, pero también de un mobiliario de impronta valenciana también en la tipología y el diseño arquitectónicamente hablando y de los motivos decorativos incorporados. Es una realidad que hoy por hoy existe poca literatura sobre el mueble antiguo valenciano y percibo que es un asunto muy poco estudiado a pesar de la necesidad de poner orden en un panorama cronológicamente amplio y denso. Una oscuridad que se prolonga hasta poco antes del siglo XX, como resulta lógico, puesto que a partir de este momento la documentación siempre está aparejada a la fabricación, con lo que todo se ve con mayor claridad. Dicho esto, cabe citar los importantes artículos que el historiador Carlos Soler publicó en la revista “Anticuarios” editada por la Federación Española en el año 1998 sobre el mueble de dos cuerpos y la cómoda de sacristía valenciana de los siglos XVII y XVII. En dichos artículos ya Carlos Soler se hace eco de este “silencio” sobre las artes suntuarias valencianas, más allá de la cerámica, citando a un investigador catalán, Mainar, como única fuente importante que cita al mueble valenciano en sus estudios. Eso sí, lamentablemente y de forma abusiva los cita como muebles catalanes, de forma, cuando menos, manifiestamente errónea.

Los entornos industriales existentes en un determinado territorio tienen normalmente un componente tradicional e histórico que se pierden en el túnel del tiempo, y el caso de Valencia y el mueble no es una excepción puesto que desde el siglo XVI es destacable la manufactura del mueble en el panorama español. Por ejemplo, lo es con los primeros ejemplos, los denominados bargueños, escritorios o también papeleras, puesto que además de ser utilizados para escribir al descender la tapa que los protege, se emplean para archivar en sus numerosos cajones toda clase de documentos de una forma más o menos ordenada. Solían ser muebles en muchos casos para ser transportados con facilidad por lo que en los laterales suelen llevar asas en hierro forjado para su agarre. Muebles de clara impronta arquitectónica con decoración de frontones partidos, bolas en los laterales de estos, decoración abstracta, geométrica, estípites, ménsulas. De influencias escurialenses.

Es en el siglo XVII con las denominadas cómodas de sacristía valencianas y los muebles de dos cuerpos cuando se desarrolla un tipo de mueble de impronta claramente valenciana. Las primeras suelen ser de gran tamaño, por su función, y altura, achaflanadas en sus esquinas, con una importante decoración de marquetería en boj o ebonizados con motivos geométricos, alfardones etc que se repetirán también en muebles de menor tamaño como mesas o escritorios. Los muebles de dos cuerpos son de gran formato, en alguna ocasión incluso monumentales y traducen el origen renacentista, arquitectónicos, con almohadillados, ya que los primeros que se citan corresponden a las últimas décadas del siglo XVI. El cuerpo superior tiene una tapa que sirve de escritorio y el inferior dispone de puertas para el almacenamiento.  Ambos muebles se fabricaban en nogal, con los interiores en pino.

El siglo XVIII el mueble valenciano por antonomasia, que también se da en tipologías parecidas en el ámbito catalán y mallorquín, es la cómoda papelera con cajones en la parte inferior. Un mueble de gran utilidad puesto que además de la tapa que sirve de escritorio, tiene cajones en su interior para archivar documentos y bajo la tapa lleva al menos tres cajones más de gran tamaño como si fuera una cómoda al uso. Es decir, se trataría de un híbrido entre la antigua papelera, al menos en la función, y la cómoda dieciochesca. Se trata de un mueble que generalmente se trabaja en nogal, con interiores de los cajones de pino, y que gozó de gran popularidad entre mediados del siglo XVIII y las dos primeras décadas del siglo XIX, por lo que abarcó los estilos Carlos III y Carlos IV. El diseño difiere en que en el primer caso las líneas son más curvas y panzudas y los grandes tiradores de los cajones en bronce, mientras que el Carlos IV coincidiendo con el estilo Neoclásico el mueble se hace más rectilíneo y tiradores redondos. La cómoda papelera valenciana por antonomasia suele pertenecer a la primera tipología y suele carecer de decoración. En las últimas décadas del siglo XX fue un mueble que gozó de un enorme éxito no solo en España sino fuera, principalmente entre los anticuarios italianos lo que se tradujo en una alta cotización.

Ya en el siglo XIX, una vez tomamos contacto con los muebles fabricados en Carlet y con su peculiar decoración de marquetería en color, cuesta poco distinguirlos. No se conoce del todo el origen de estos fabricantes y hay quienes piensan que podría ser una serie de familias de origen italiano que se instalaron en la localidad de la Ribera Alta y que llevaron a cabo estos peculiares diseños, puesto que no existen antecedentes en la zona de esta tipología. El problema es la inexistencia de constancia documental sobre quienes se hallaban detrás de estos muebles. No hay recibos, encargos, facturas o diseños en papel. Hace aproximadamente diez años la concejalía de cultura del ayuntamiento de Carlet hizo un llamamiento para que todos aquellos que poseyeran muebles de esta manufactura informaran de ello con el fin de elaborar un catálogo.

Llegado el siglo XX, el próximo capítulo estará copado por los nombres propios que convierten al mueble valenciano en referente dentro y fuera de las fronteras en la vanguardias de las principales corrientes artísticas europeas. Nombres como Martínez Medina, Mariano García, Punt Mobles, Michavila, Alfaro, Federico Giner o Ventura Feliu…

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