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'Una historia particular'

Manuel Vicent repasa la historia del siglo XX con la "memoria fermentada por su imaginación"

24/05/2024 - 

VALÈNCIA. (EFE) El escritor y periodista Manuel Vicent (Vilavella, Castellón, 1936) ve la política española, que considera "agresiva y plebiscitaria", como el que va "a un teatro malo": "trato de ponerme a salvo considerándolo como un espectáculo, pero empieza a ser siniestro", asegura a EFE.

Manuel Vicent acaba de publicar Una historia particular (Alfaguara), un relato autobiográfico que es también la historia del siglo XX a través de su mirada de cronista y que define como "una memoria fermentada" por su imaginación.

Mientras que en una biografía hay que ser exacto, en unas memorias se escribe sobre lo que se recuerda, lo que es literatura en sí, indica el autor. Y son también unas memorias compartidas con los lectores porque en sus recuerdos están la música y los libros de su vida, los viajes que ha hecho, sus perros o las casas que ha habitado a lo largo de los años.

También la política se hace un hueco en estas memorias, en las que asegura que a estas alturas no sabe qué significa hoy ser de izquierdas o de derechas: "ahora la lucha se reduce a ser simplemente un demócrata y una persona decente".

El escritor recalca cómo "ese odio candente que hay ahora mismo, esos insultos, esas lenguas largas y venenosas, el que todo insulto esté permitido y replicado, toda esa basura es absolutamente peligrosa" y cree que el mundo está lleno de dementes.

Vicent asegura que conoce a campesinos analfabetos "mucho más elegantes, serios y profesionales" que cualquier diputado que grita en el Parlamento. Un ambiente que le produce "angustia vital" al saber que se respira "aire contaminado por el odio".

En el libro, rememora anécdotas y sensaciones de su infancia, entre ellas la "medio bofetada" que recibió de su maestro por olvidarse de que llevaba el bocadillo del recreo, de atún, en la mano cuando alzó el brazo derecho para realizar el saludo reglamentario al izado de la bandera: y desde entonces asoció los himnos al atún en escabeche, más que a un ideal patriótico.

Una "posguerra terrible", recuerda, a pesar de que fue un niño que vivía en un pueblo rodeado de naranjos y de mar, una vida al aire libre.

De su vida, señala Vicent, asume lo bueno y lo malo "como algo inevitable". Y asegura que seguirá escribiendo "mientras tenga mecha" pues concibe su trabajo de escritor como el de quien va a una fábrica. Asegura que le gustaría escribir un último libro "maravilloso, ideal, perfecto", el que todo autor quiere, aunque sabe que no existe.

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