ALICANTE. El momento de efervescencia digital que vive la provincia de Alicante ha atraído la mirada del mayor congreso de espacios colaborativos o coworking de España, la Coworking Spain Conference (CWSC). Su fundador, el emprendedor Manu Zea, visitó el jueves Alicante para presentar la octava edición del cónclave, que pretende ser la más internacional. Un objetivo que explica, entre otras razones, la elección de Alicante como escenario. El 24 y 25 de abril en el Adda.
-¿Por qué han optado por Alicante para celebrar la octava edición de la conferencia?
-Alicante está viviendo un momento muy bonito, convirtiéndose en un hub tecnológico gracias al proyecto del Distrito Digital. Pensamos en venir aquí y en cuanto hablamos con la Diputación de Alicante todo fue muy fluido, enseguida se pusieron manos a la obra. También influyen las buenas comunicaciones de la ciudad, que hacen que esté cerca de todas partes.
-Unas condiciones que, supongo, se han tenido en cuenta por la voluntad de internacionalizar el evento.
-Claro, queremos dar un salto y meternos en el circuito internacional de conferencias de coworking. Que la gente que viene a la conferencia europea piense también en acercarse a la española. Este año vamos a traer muchos speakers europeos, y esperamos que un 25% de los asistentes sean extranjeros. Por eso habrá un servicio de traducción del español al inglés.
-¿Qué momento atraviesa el sector, si se le puede llamar así, del coworking? ¿Es un buen momento?
-Sí, sí, es un sector. Se ha profesionalizado mucho, a nivel nacional llevamos dos años frenéticos, con crecimientos del 20% anual. Por eso muchos fondos de inversión y grandes inmobiliarias están entrando en el negocio o tienen los ojos puestos en él. El paradigma sería Colonial, una gran inmobiliaria española que está apostando mucho por los espacios compartidos. También Spaces o WeWork están protagonizando operaciones muy significativas. Antes en estas reuniones hablábamos de la forma de trabajar que teníamos, y ahora lo hacemos de una industria. Ese es el salto que ha dado el sector.
-¿Es el coworking el nuevo foco de interés de los grandes fondos?
-Sin duda, pero fíjese que el principal operador del sector es el gigante británico IWG, que opera con las marcas Spaces para coworkings y Regus para centros de negocios. En cualquier caso, el gran gurú del sector es WeWork, de Estados Unidos, valorada en 30.000 millones de euros. Tiene los casos de Goldman Sachs, que está invirtiendo en coworking, o la socimi Merlin Properties. Savills Aguirre Newman, JLL, o CBRE, que son consultoras que están pendientes del sector... En Inglaterra hasta Blackstone ha cerrado ya alguna operación [la compra de The Office Group, la pionera del sector en el Reino Unido]. Luego también hay casos como el de Utopicus, de Barcelona, que está creciendo a pulmón.
-Creo que hay una conferencia sobre el tema en el congreso de abril.
-Sí, los chicos de Attico, también de Barcelona, nos hablarán sobre cómo crecer sin el apoyo de un hedge fund.
-Normalmente se asocia un espacio coworking con una startup, o incluso un autónomo que está empezando. ¿Lo usan también las grandes empresas?
-Claro, y cada vez más. WeWork, por ejemplo, gestiona edificios enteros de IBM en estados unidos. Es una tendencia al alza, no se trata solo de freelance, nos encontramos con equipos de 15 personas, por ejemplo. Un centro coworking les ofrece flexibilidad, como gastar en espacio en función de lo que crezca el proyecto. Puedes ir ganando metros poco a poco en lugar de alquilar una oficina más grande de lo que necesitas para prever el crecimiento futuro, o tener que estar mudándote cuando llega el momento. Lo más habitual, en realidad, son los equipos de entre 10 y 20 personas. También se usa para abrir delegaciones periféricas de grandes empresas. Por ejemplo, Glovo en Sevilla empezó en un coworking.
-Al margen de la cuestión práctica de gestionar espacios, ¿los centros de coworking comparten algo así como una filosofía?
-Al principio sí era más una filosofía, podemos decir que éramos más hippies. Ahora estamos más profesionalizados, como decía al principio. Sí que hay un espíritu de compartir, de ayudar, que está en la base de nuestra conferencia sin ir más lejos. En los espacios pequeños se sigue dando esa corriente 'filosófica', pero en los grandes diría que ya no. Por supuesto que se colabora, se establecen redes profesionales, etcétera. Los grandes eso también lo hacen muy bien. Quizá podríamos decir que los pequeños, además, tienen 'alma'. Pero la línea entre un coworking y un centro de negocios es muy fina, en realidad.
-¿Pero hay una especie de sentimiento de pertenencia?
-Al principio sí, porque esto estaba en ebullición, la gente no nos conocía y nos centrábamos en que nos conocieran. Ahora coworking ya no es una palabreja, sino que está normalizada en la sociedad. Pero sí hay gente a la que le gusta seguir el circuito, y que ahora mismo está en la CU Asia, que se celebra estos días en la India. Nuestra CWSC es la segunda más vieja del mundo, celebramos ocho años. Solo se nos adelantó la europea, y nacimos al mismo tiempo que la que se celebra en Estados Unidos.
-¿Se cierran negocios en estos encuentros?
-Bueno, más que negocios yo diría que hay acuerdos, se establecen colaboraciones... y muchas relaciones públicas. Esto está dirigido a los gestores de espacios, nos sirve como aprendizaje. En realidad es una conferencia muy familiar, donde sobre todo se hacen relaciones.
-Volvamos a los grandes operadores. Alicante cuenta con varios ejemplos de coworking de renombre, como Glub [partner local de CWSC, donde se celebra la entrevista], ULab, o el PBC de Petrer. Sin embargo, los gigantes del sector no han llegado. ¿Tiene interés Alicante para ellos?
-Desde luego, Alicante tiene cada vez más interés para los grandes del sector. Es cierto que se trata de una plaza limitada, quizá en línea con Sevilla, porque Madrid y Barcelona lo fagocitan todo, pero esto lo va a traer consigo la evolución de la ciudad, que se está orientando hacia un hub tecnológico.
-Se asocia siempre el coworking y el movimiento startup a la tecnología. ¿Es así?
-No necesariamente. El coworking es un cambio de mentalidad que se puede aplicar a cualquier sector. Al principio, de hecho, nació para cubrir una necesidad de los freelance, que no tenían por qué ser informáticos. En nuestros centros hay muchos abogados, arquitectos, diseñadores... las startups son solo una parte.