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rebus sic stantibus / OPINIÓN

Mansplaining

9/03/2021 - 

Empiezo a escribir este artículo mientras espero a que termine la lavadora para tender la colada, después de dejar a la niña en el cole. Mientras teletrabajo con la lavadora de fondo, cambio las sábanas y saco del congelador el caldo con el que voy a preparar la comida de hoy (ayer para usted) para mi pareja y para mi, ya que ella vuelve del trabajo justo a tiempo para recoger a la peque y que comamos juntos en diez minutos. Y recuerdo el comentario de una de las directivas que ha participado en estos últimos días en una de las muchas jornadas sobre la situación laboral de la mujer: "En la pandemia las mujeres han tenido que asumir toda la carga del hogar, y por eso han teletrabajado con más estrés". Con énfasis en la 'T'. Y me pregunto con qué clase de hombre están casadas esta directiva y las mujeres que conoce, para afirmar categórica tal cosa.

Ya he soltado mi #NotAllMen particular respecto a la conciliación (o la falta de ella), que ha sido una de las parcelas más escrutadas en todas esas jornadas que he tenido que cubrir por razón de mi puesto de trabajo. Y ahora me gustaría pasar a algo que sin duda será calificado de mansplaining, pero un segundo que parece que la lavadora ha terminado.

La otra gran cuestión que se ha abordado en estos debates, y que a mi me parece desde luego 'la' cuestión, es la brecha salarial. En Alicante (son datos del INE y de Hacienda, no mi opinión, y por eso no usaré adjetivos indefinidos o adverbios como "todos", "nadie", "nunca", "siempre"...) hay un 18% menos de mujeres que de hombres trabajando o buscando trabajo, pese a que en población total estamos empatados. Y las que sí trabajan, cobran de media un 17% menos. Eso, no obstante, no nos permite concluir que todas las mujeres cobran menos que todos sus compañeros varones por hacer exactamente el mismo trabajo durante el mismo número de horas, como también se ha dejado entrever en alguna de estas jornadas.

Cierto general de la edad clásica ordenó a sus hombres, durante una campaña, cruzar cierto río a caballo porque había leído que de media tenía cierta profundidad en esa época del año. No recuerdo si era el Alejandro Magno que retratan los versos de la deliciosa 'Nunca es igual', de Andrés Calamaro, en la voz tenebrosa de Antonio Escohotado, pero no viene al caso. Confundir la media, un dato estadístico, con una realidad mucho más compleja llevó a los caballos del citado ejército y a los hombres que los montaban al desastre. De la misma forma, coger los números gruesos, convertirlos en la única y uniforme realidad posible (o peor, en soflama política) y agitarlos solo nos llevará a errar en el diagnóstico. Y sin un diagnóstico certero, no podremos aplicar el remedio necesario.

Lo que sí es cierto, porque vuelven a ser datos y no mi opinión, y parece (al menos para las entendederas de alguien de letras) relacionado con la primera cuestión, es esta segunda: de los altos cargos o direcciones funcionales de las empresas españolas solo el 30% está ocupado por mujeres; solo el 18% de las empresas de Alicante tiene una CEO al frente; y solo dos de cada diez miembros de un consejo de administración de una gran empresa de la Comunitat son mujeres. Las fuentes de todo esto que acabo de afirmar son la Asociación de la Empresa Familiar, la IESE Business School, WomenCEO y el Registro Mercantil. No parece descabellado concluir que de media los hombres cobran más en las mismas empresas porque son los que ocupan los altos cargos (obviamente mejor remunerados), y no porque se les aplique automáticamente un suplemento por cromosoma XY.

Entrando de nuevo al terreno de la especulación, me sumaré a la tesis de Maite Antón, presidenta de Aefa y gerente de Grupo Antón, sobre por qué esto es aún así. La primera generación de mujeres españolas que se incorporó de forma masiva al mercado laboral, su generación, está llegando ahora a los puestos directivos, porque a una no la nombran directora general en cuanto pone el pie en la empresa el primer día (ni a uno tampoco, ojo). Probablemente por eso, el porcentaje de mujeres en altos cargos no deja de crecer cada año que pasa, y probablemente por eso en unos años podremos olvidarnos de las estadísticas y asistir con naturalidad al fenómeno de que un cargo directivo sea hombre o mujer y nos de lo mismo. En la empresa de Antón ya sucede: hay más mujeres que hombres en altos cargos (por tanto, cobran más), y según cuenta ella ha sucedido de forma natural, no premeditada. También en Padima, dirigida por la presidenta del Círculo-Directivos de Alicante, Eva Toledo, ha pasado lo mismo y de la misma manera.

Claro que sigue habiendo desigualdades, y claro que las mujeres tienen en muchos casos condicionantes específicos contra los que tenemos que seguir luchando. Pero no lo hagamos con camisetas. Porque lo contrario sería tanto como aceptar que todos los empresarios (y empresarias) de esta provincia y del resto de España no solo son profundamente machistas, sino también tremendamente estúpidos (y estúpidas). 

Me voy que se está poniendo el cielo negro y todavía se me moja la ropa tendida.

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