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proyecto vitinícola de cristina rodríguez

M de Alejandría lleva la innovación a la agricultura

La nueva marca alicantina, finalista de Desafío Mujer Rural 2018, lanza este año su segunda cosecha de vino de hielo dulce de Teulada con el objetivo de poner en valor el trabajo del agricultor y el paisaje y los productos locales

19/11/2018 - 

TEULADA. Tradición e innovación. Un cóctel cada vez más visible en empresas de sectores tradicionales como la agricultura. La emprendedora Cristina Rodríguez Vicente, con M de Alejandría, es un ejemplo de ello. Ha conseguido poner en pie y sacar adelante un proyecto empresarial que está entre los finalistas Concurso Desafío Mujer Rural 2018, organizado por Ministerio de Igualdad, EOI y el Fondo Social Europeo. Con esta carta de presentación los vinos dulces de las viñas de moscatel de la finca L’Alberca de Teulada van haciéndose un hueco en el mercado.

M de Alejandría nació hace cuatro años y en 2017, tras su primera cosecha, se estrenó en el mercado con 1.200 botellas de vino de hielo en una serie limitada y numerada. “2018 ha sido un buen año y, si todo va bien, tenemos previsto aumentar la producción”, explica Cristina Rodríguez, quien apuesta por crear un producto con seña de identidad propia. “Soy muy respetuosa con las tradiciones pero pienso que la innovación es imprescindible, además, estoy convencida de que una de las claves del éxito es la diferenciación. Por eso decidimos trabajar con una variedad única para hacer un caldo único: un vino de hielo elaborado mediante un proceso de congelación llevado a cabo en la misma bodega”, ha desvelado.

Actualmente el vino de M de Alejandría se puede encontrar en diferentes puntos de venta de la Comunidad Valenciana que han sido seleccionados meticulosamente, tanto tiendas, como distribuidores y restaurantes. “Hemos cuidado todos los detalles al máximo, desde la plantación hasta la presentación de la botella, y queremos que así llegue al consumidor final a través de nuestros puntos de venta autorizados”, explica Cristina Rodríguez. Esta variedad dulce de Teulada tiene como público objetivo “personas que valoran el territorio, el paisaje, los productos locales y la historia de nuestro vino. También que sepan apreciar el valor del trabajo del agricultor y el esfuerzo de todo un año para obtener la botella que tiene en sus manos”. Esta productora se marca como finalidad que su producto ayude a poner en valor el cultivo de viñas en la Marina Alta “que desde antaño han configurado un paisaje único y hay que mantenerlo”.

De la viña a la botella

M de Alejandría es un proyecto único y singular por el tratamiento para lograr un vino de hielo, su presentación, su historia, su presencia en internet y “muchos pequeños detalles que lo hacen diferente”. Desde el principio la marca ha hecho particípe de su historia a todos los usuarios de internet que le siguen en redes sociales y en la web mostrando desde la plantación de la primera viña hasta el primer embotellado el pasado año. “Hemos creado un vínculo muy especial con nuestros seguidores, ya que vamos contando el día a día a pie de viña, en bodega o los eventos. Queremos dar a conocer todo el trabajo que conlleva el obtener a final de año nuestra gran recompensa, el fruto de la vendimia de M de Alejandría”, relata Cristina Rodríguez.


El primer gran reconocimiento de M de Alejandría ha llegado este año de manos del Ministerio de Igualdad que, junto al Fondo Social Europeo y la EOI, ha elegido a esta empresa de Teulada entre los cinco finalistas el Concurso Desafío Mujer Rural seleccionados entre cien proyectos españoles que van superando diferentes etapas de evaluación.

La plantación de M de Alejandría tiene una hectárea y media. Sus planes de futuro son ir creciendo cada año con la producción del viñedo. “Hemos apostado por un producto de calidad, por lo que nuestro crecimiento a medio y largo plazo irá en función de la uva que nos quiera regalar esta hectárea y media de la finca La Alberca cada año”, admite Cristina Rodríguez.

Del turismo a la agricultura

La promotora de M de Alejandría ha cursado estudios de Turismo y Gestión de Redes Sociales en la Universidad de Alicante y comenzó su carrera como directora de Hoteles y empresaria con la creación de una compañía de asesoramiento en turismo y consultoría de empresas. En 2014 dio un giro radical a su trayectoria con la fundación de M de Alejandría, un proyecto personal “que me ha dado la experiencia de emprender en un mundo nuevo para mi. Aunque soy hija, nieta y bisnieta de agricultores esta apuesta ha supuesto y supone un gran aprendizaje que me está regalando momentos únicos. Un gran reto que me ha permitido hacer un sueño realidad”.

Cristina Rodríguez recuerda que “cada año por Navidad uno de los mejores amigos de mi padre de Teulada le regalaba una botella de vino de su propia producción. Aunque yo era una niña aquel detalle entre amigos me parecía mágico, compartir en una botella el trabajo y el esfuerzo de todo un año. Siempre le decía a mi padre que algún día también haríamos un vino”. Por fin en 2014 decidió empezar el proyecto con la plantación de la viña en la finca familiar en Teulada tras un tiempo de estudio, análisis y planificación para el diseño el proyecto empresarial.

“Aunque lidero el proyecto tengo un pequeño pero gran equipo. Ximo y Dani Cabrera, cuarta y quinta generación de Uvas Cabrera de Benissa son los encargados de todos los cuidados de la viña. Daniel Belda, enólogo y viticultor, ha sido responsable de hacer el vino en su bodega de Fontanars dels Alforins. En diseño trabajamos con Alba López, creativa de Benissa. Y en la parte de web y logística he confiado con Isidro Fernández de SEUR y Grupo Ifo. Es un auténtico lujo tenerlos como colaboradores del proyecto. He aprendido y sigo aprendiendo cada día de ellos, uno de los mejores regalos que me ha hecho M de Alejandría”, afirma Cristina Rodríguez.


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