MADRID. Las perturbaciones en los mercados energéticos van a durar más tiempo. Los precios del Brent siguen sobrepasando los 100 dólares por barril, puesto que la ansiedad se suma a un mercado ya muy ajustado; los precios del gas también se dispararon, pero siguen estando por debajo del máximo registrado en diciembre.
Hasta ahora, las sanciones aplicadas al sector financiero ruso han salvado las transacciones relacionadas con la energía. Ampliarlas conlleva unos costes políticos y económicos que probablemente sean demasiado grandes para soportarlos, especialmente en Europa. Rusia podría tomar represalias recortando las exportaciones de petróleo y gas a Europa, pero de momento no ha manifestado ninguna intención de hacerlo.
El aumento de la oferta de Arabia Saudí y otros países del Golfo podría aliviar un poco los precios del petróleo. Pero solo algunos de ellos tienen suficiente capacidad de reserva para compensar un déficit de suministro significativo. Una contribución más sustancial podría provenir de un resultado positivo en las conversaciones nucleares con Irán que llevara al fin de las sanciones a la exportación de petróleo. Sin embargo, no hay que dejarse llevar. La capacidad técnica y el compromiso político de Irán para aumentar significativamente las exportaciones siguen sin estar claros. Por lo tanto, los riesgos para los precios del petróleo siguen al alza.
Por su parte, los mercados del gas parecen aún más complicados; la fuerte dependencia de la UE con respecto a Rusia no puede deshacerse rápidamente y el gas licuado solo puede proporcionar una ayuda limitada, ya que la capacidad mundial adicional parece escasa. A largo plazo, la diversificación del suministro fuera de Rusia aumentará los costes relacionados con la transición ecológica.
Las materias primas agrícolas -presionadas por el mal tiempo- se han disparado, ya que Rusia y Ucrania representan alrededor del 30% de la producción mundial de trigo. Los precios de los metales también se dispararon, dado el importante papel que desempeña Rusia en el paladio y el aluminio. Sin embargo, los mercados podrían empezar a valorar el riesgo que suponen los altos precios de la energía para la actividad manufacturera, lo que podría llevar a una cierta suavización de los metales utilizados para la producción de derivados, como el mineral de hierro.
Paolo Zanghieri es economista senior de Generali Investments