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REFLEXIONANDO EN FRÍO / OPINIÓN

Los valencianos nos roban

16/01/2024 - 

El problema de España, como dije en mi anterior artículo, es que no está gobernada por políticos sino auditada por burócratas. Personajes tibios y sin sangre que si no son capaces de defender ni su propia dignidad cómo van a tener la capacidad de cuidar la integridad de un país entero. Cuando señalé a Diana Morant incapacitándola desde mis humildes parámetros para ser lideresa del PSPV no estaba más que utilizando su nombre como cabeza de turco en la quema de nuestra clase política en la hoguera de las vanidades. No veo a la ministra dando la cara por nosotros, pero es que tampoco creo que Alejandro Soler, Carlos Fernandez Bielsa o incluso Pedro Sánchez vayan a anteponer la justicia a sus propios intereses. No porque no quieran sino porque su labor partitocrática se lo impide; ¿dónde estaba Soler cuando hubo que votar prerrogativas perjudiciales para nuestra tierra? Votando a favor. El otro día dije en una tertulia de televisión que el presidente del Gobierno había ganado a Feijóo en el juego parlamentario porque tiene un poco más de carisma que el gallego y todos me miraron asombrados; ignoran el hito que supone la victoria de un líder socialista aparentemente amortizado, éxito que no se ha conseguido por la destreza propia sino porque el votante no ha visto que hubiese una alternativa mejor al gobierno actual.  

Si Pedro Sánchez tuviese de verdad ese carisma que se le atribuye habría roto toda negociación con Carles Puigdemont en el momento que el alter ego de Napoleón en Waterloo le dijo eso de que aquí los que mandaban eran ellos. Resultó ridículo observar cómo Sánchez intentaba en su investidura seducir a los secesionistas desde la tribuna de oradores del Congreso mientras estos se reían de él ante su palabrería romántica y de cortejo. Amor no correspondido del que no parecen enterarse, Pedro me recuerda (permítanme esta familiaridad) a mí cuando en el instituto me afanaba en tomar los apuntes para así después pasárselos a la chica que me hacía tilín; ella pasaba de mí, no era más que el chico de los apuntes, pero no abandonaba la esperanza de que esas miradas coquetas fuesen algo más que mero endulzamiento interesado. Para ellos nuestro presidente no será más que el chico de los recados, el que se encargue de hacer el trabajo que ellos no han querido hacer. En el corazón de Sánchez creo de verdad que hay una mínima ilusión de que sus cesiones a Cataluña fructifiquen en una normalización del conflicto, sin embargo, los independentistas no han visto más que una caja fuerte común que saquear.

Botín del que se creen hacedores por gracia de su supremacismo innato; de ahí nace ese famoso reproche de España nos roba. En su imaginario egoísta son propietarios de pleno derecho de todo cuanto necesiten, aunque no les pertenezca, deben tener el control hasta de aquello que han perdido. La amenaza de multar a las empresas que se han ido de Cataluña si no vuelven me recuerda un poco a lo que le pasa al Partido Popular con los votantes que se fueron a los otros partidos de la derecha, que se creen dueños de las papeletas y señores de la voluntad de los electores; todo voto que distinto al azul se ha desteñido de manera coyuntural, lo normal es que lo recuperen por la inercia de su estructura. Las empresas como Sabadell que han ido a parar a la Comunidad Valenciana pertenecen a la Generalitat de Cataluña, es una ofensa, un disparate que no estén en los fueros que les corresponde. Los valencianos no somos más que unos ladrones de guante blanco que hemos atracado a los de siempre, a los insolentes catalanes. El secesionismo nace de un síndrome del Príncipe destronado cronificado, de unas administraciones que llevan cuarenta años priorizando a Cataluña por delante de otros territorios; Pedro Sánchez no es el culpable de la desigualdad entre los españoles, él lo único que ha hecho es que nos demos cuenta.

Se acusa al PSOE de ser el sembrador de la semilla que ha germinado la ruptura de los principios básicos de convivencia con el pacto del Tinell pero nos olvidamos de que el PP de José María Aznar regó esa planta carnívora que ahora está devorando la igualdad entre todos los españoles. Que no te engañen, los catalanes y los vascos siempre han vivido mejor que los valencianos, observábamos el sistema de Euskadi como una especie de distopía en la cual la administración funcionaba mejor que en el resto de España. Las cesiones de Sánchez no han hecho más que pellizcarnos, mientras nosotros dormíamos los catalanes brindaban con cava.       

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