Hace algo más de un mes, cuando comenzó a tomar cuerpo la idea de si la Generalitat Valenciana iba a revertir la gestión del Hospital de Torrevieja, algún ex dirigente me preguntó si la administración autonómica tendría capacidad económica para hacerlo. No sólo por el propio hospital, sino por las necesidades sanitarias que aparejaba como construir nuevos centros de salud o atender a reformas de otras infraestructuras. Mi respuesta fue: "Si no mejora el sistema de financiación, lo tienen jodido".
Bueno, la cuestión es que esta semana se han detallado los presupuestos de la Generalitat Valenciana de 2021 para la provincia de Alicante. Y recogen algunas de esas inversiones que Sanidad debe hacer en el departamento de salud de Torrevieja. Por lo tanto, sobre el papel, el Gobierno valenciana exhibe que sí tiene capacidad para hacerlo (otra cosa será la ejecución presupuestaria, algo que comprobaremos en los primeros meses de 2022). Es decir, que el Gobierno del Botànic ha elaborado unas cuentas expansivas, sin disfrutar de una mejora del sistema de financiación, pero gracias a que, como reconoce el conseller Vicent Soler, el 5 de octubre, el Ministerio de Hacienda decidió eliminar el cumplimiento de las reglas fiscales para las comunidades autónomas y, al mismo tiempo, se les garantiza las mismas entregas a cuenta (adelantos) que en 2020. En resumidas cuentas, no hay mejora de la financiación, pero hay relajación en las exigencias del cumplimiento de déficit y hay barra libre en la liquidez, a la que hay que sumar los 16.000 millones que el Gobierno entregó a las autonomías en un fondo no retornable. De haber fallado algunas de las variables, ya me gustaría saber qué hubiera hecho Compromís porque el PSOE sigue sin cumplir la gran promesa con la Comunitat Valenciana.
Y en este contexto, la Generalitat se ha permitido confeccionar unos presupuestos que crecen, pese a la caída generalizada de los ingresos por la crisis. Está claro que el ambiente político para afrontar la recesión es otro en Europa, y por extensión en Madrid, respecto a la crisis financiera de 2008-2012, y eso ha dejado al Botànic mucho margen para presentar una cuentas que recogen importantes reivindicaciones, sobre todo, en servicios básicos como Sanidad, Educación e Políticas Inclusivas.
Aquí la gran duda es saber si se cumplirá todo lo que está en las cuentas porque inversiones hay muchas proyectadas y la duda es si el aparato administrativo será capaz de dar respuesta a todas ellas. Con el plan Edificant se ha dado un paso un importante a la hora de acelerar los procesos de construcción de infraestructuras educativas, pero en Sanidad y Políticas Inclusivas las ejecuciones llegan con mucho retraso. Sólo hay que ver cómo avanza la reforma del Hospital de la Marina Baixa o los nuevos centros de salud para la ciudad de Alicante. Y eso es lo que hace temer que las inversiones que se hagan en el departamento de salud de Torrevieja lleguen con más retraso del previsto.
Pero a diferencia de los Presupuestos Generales del Estado, las reivindicaciones figuran en los papeles, y con partidas importantes. Insisto, otro cosa es que se lleven a cabo. En el caso de la administración central, ya saben que más allá de la inversión social que conllevan, la lista acaba pronto: finalizar el AVE a Murcia; completar tres grandes obras viarias e inversiones necesarias en política hídrica. La red de Cercanías ha quedado en un desdibujado segundo o tercer plano, como han reconocido casi todos y lo que ha servido, además, para que los alcaldes de Torrevieja y Orihuela, cuelen -ya veremos si con éxito- otro proyecto como el tren de la Vega Baja en la listas de los agravios pendientes.
Sea como fuere, las cuentas de la Generalitat para Alicante son mejores que las de Madrid. Son mejores de base, porque el grueso de la inversión va para colegios, centros sanitarios y política social; son mejores estéticamente porque plasman obras que, de ser ejecutadas, pueden afianzar la apuesta por la transformación digital de la provincia de Alicante (educativa y económica) y por la diversificación económica. Y territorialmente, no tienen discusión: 400 millones para la provincia de Alicante, y 158 millones para la comarca de la Vega Baja, aunque se ha haya hecho la trampa formal de meter en un mismo saco las inversiones ordinarias con las previstas con el plan Renhace. En 2022, ya comprobaremos qué se ha hecho de verdad. De momento, parecen una carta de los Reyes Magos sobre el papel.
Y después está toda la pugna política que ha rodeado a las batallitas entre Mónica Oltra y Vicent Soler, y la subida de impuestos sobre la bocina. De lo primero, veo más postureo en Oltra que otra cosa, y excesiva sobradez en la respuesta del PSOE. Una es la que hemos visto públicamente con las declaraciones de Manuel Mata; otra (invisible) es la que han ejercido los satélites presidencialistas sobre Compromís y sus dirigentes. Un poco fuera de lugar.
Y la subida de impuestos, pues sinceramente, en estos tiempos que corren, innecesaria, e insignificante por lo que reportaran de ingresos a las arcas de la Generalitat. Quizás en otro contexto, sí que hubiera estado más justificada, pero no ahora porque al final ha dado la sensación de que ha sido como una especie de reconciliación entre socios de Botànic para, al mismo tiempo, alejar la posibilidad de que Ciudadanos se sumara al pacto presupuestario. Si me apuran, casi tendría más sentido implantar nuevas figuras impositivas de tipo verde para financiar servicios finalistas.
Y su gran asignatura es que mientras han contemplado ayudas para casi todos los sectores, incluido el turismo, no se vislumbra un plan para salir al auxilio de la hostelería. Hay previsto un fondo de 10 millones de euros para la resiliencia, pero a día de hoy ya debería estar detallado y explicado, y a disposición de aquellos, que merced a las medidas sanitarios, no pueden trabajar con normalidad. El conseller Soler dijo el otro día en Alicante que el Consell contempla esa ayuda para el sector. Lo que no se entiende es que no estén esas ayudas ya activas. Antes, la virtud de los políticos era anticiparse a los acontecimientos. Y Ximo Puig ha dado muestras de ello en determinadas ocasiones. Ahora, no sé porqué tarda tanto.