DEL DERECHO Y DEL REVÉS / OPINIÓN

Los MIR, en huelga

24/07/2020 - 

En su tercer día de huelga, más de un millar de MIR se manifestó ayer en Valencia para reivindicar la mejora de sus condiciones laborales. Los huelguistas denominaron como “política de silencio” la que desarrolla la conselleria de Sanitat, que dirige Ana Barceló. El colectivo se siente explotado y maltratado, algo que la Asociación MIR España jamás se habría esperado de un partido progresista como el PSPV, según declaraciones de sus portavoces. Consideran que el sistema es deficiente y que no se invierten en él los recursos necesarios para que puedan prestar un servicio de calidad, lo que ha quedado especialmente en evidencia con la pandemia. Al parecer, de media trabajan de un 25% a un 50% más de lo normal, en jornadas eternas que no respetan los descansos necesarios. Por otra parte, las horas de guardia no cotizan y les son abonadas a 10,85€. Cobran casi lo mismo que las asistentas, por poner un ejemplo, profesión esta que no requiere ninguna cualificación, frente a los siete años que como mínimo tarda un universitario en acceder a una plaza de médico interno residente. Las malas condiciones laborales en la Comunidad Valenciana hacen que exista una constante fuga de médicos a otras Comunidades Autónomas con mejores contratos, y a Europa. Es una triste historia, pues los formamos con gran esfuerzo, principalmente de ellos y de sus familias, para luego perderlos, dado que aquí no encuentran el futuro que se merecerían. Retener y potenciar el talento es uno de los grandes retos de una sociedad verdaderamente avanzada.

Al parecer, desde la Generalitat Valenciana trataron de desactivar el movimiento, mediante el pretexto de que no hubiera sido debidamente convocada la huelga. Sin embargo, los MIR han podido demostrar que se habían cumplido los requisitos de previa comunicación, en tiempo y forma. Es una patata caliente en manos de Ximo Puig, que tiene que darle una rápida solución.

He oído a muchas personas hablar de los héroes en estos meses. La mayoría considera que los médicos han hecho un esfuerzo titánico durante la pandemia. Esto es cierto. Han sido el pilar fundamental, junto con el resto del personal sanitario, que ha luchado en primera línea de batalla. Los médicos de familia, los internistas, los de urgencias y los intensivistas han sido quienes en mayor medida han afrontado esta tremenda responsabilidad. No tenían ni mascarillas en condiciones, ni batas, ni el material necesario para poder combatir este maldito virus. Sin embargo, lo hicieron, lo dieron todo en jornadas extenuantes y, como consecuencia de su exposición a la COVID-19, muchos llegaron a estar enfermos y hasta a perder la vida.

Nuestra sanidad está en horas bajas. El sistema ha demostrado que lo de que tuviéramos la mejor sanidad del mundo era una utopía. La punta de lanza de una sanidad moderna en pleno siglo XXI, con todos los problemas que se derivan de la globalización, son los médicos. Los galenos españoles tienen un alto nivel de formación y además, por lo general, de entrega. Se preocupan por sus pacientes y por su bienestar. Pero los buenos profesionales han de tener los medios materiales necesarios a su alcance, para poder desarrollar su profesión en las condiciones idóneas. La experiencia de la pandemia nos ha venido a demostrar lo imprescindible que es la sanidad pública cuando hace falta, para el conjunto de la ciudadanía. Necesitamos que se dediquen más recursos económicos a la sanidad, no sólo en la Comunidad Valenciana, sino en toda España. Y ello no solo de cara a estar preparados si de verdad repunta el virus y se recrudece la situación, sino también para poder prestar una atención de calidad a los ciudadanos, en cualquier momento en que lo necesitemos.

La situación de los MIR, con el grandísimo esfuerzo que tienen que realizar para obtener su plaza, ellos que son de entrada los mejores estudiantes entre los mejores, dado que las notas de corte de la carrera de Medicina así lo exigen cada año, han de recibir un trato justo y acorde al nivel de responsabilidad que tienen entre manos. Esperemos que los responsables públicos escuchen y atiendan sus reivindicaciones. No bastan los aplausos ni las palmaditas en la espalda.

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