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del derecho y del revés / OPINIÓN

Los fallecidos eran otros 

7/02/2021 - 

Estoy deseando que vuelva a abrir la hostelería y que el comercio recupere sus horarios habituales. Que las calles se llenen de gente, que podamos movernos usando de nuestra libertad y quedar con quien nos dé la gana, sin temor a lo que nos pueda suceder. Que los demás, especialmente aquellos a los que queremos, no sean el motivo de nuestro aislamiento, salvo en casos puntuales. Sin embargo, todos estos pensamientos resultan sueños inaprensibles hoy. 

Si la gestión por parte de los diferentes gobiernos fuera más eficaz, los resultados no serían tan nefastos como los que tenemos en la actualidad. Las escandalosas cifras que arrojan los recuentos de más de 5.000 fallecidos en la Comunidad Valenciana desde el inicio de la pandemia, en cifras oficiales o sea que serán más, y de personas en la UCI, ingresadas y contagiadas por COVID en la actualidad no tienen parangón con nada de lo vivido hasta la fecha, porque ostentamos el vergonzoso récord de ser de las peores regiones de Europa en cuanto a control de la pandemia, a todos los niveles. Recordemos que es mejor no escupir para arriba, por las nefastas consecuencias que de ello se pueden derivar para el propio escupidor. En este sentido, hasta hace poco nos jactábamos por aquí de que vivíamos en una especie de isla, apartados de los desastres que nos relataban las noticias del resto de España. Eso fue antes del vuelo de la carpa del hospital de campaña. A pesar de ese optimismo infantil, ya hemos podido comprobar por nosotros mismos que el virus es traicionero y acaba golpeando a todos sin piedad. Es cierto que a unos no los roza apenas y a otros se los lleva por delante, en lo que parece ser una especie de lotería diabólica. Cuando te dan el diagnóstico la preocupación es si serás de los tristemente agraciados con la peor versión del maldito bicho.

Ver las calles de la ciudad de Alicante con las persianas de los bares y restaurantes bajadas causa una inmensa tristeza. Los carteles de se vende y se alquila se multiplican en todas las calles del centro de la ciudad, anunciando la hecatombe que asoma la patita. La otra muerte, la de muchos negocios, está a la vuelta de la esquina como no podamos recuperar algo de normalidad pronto. No digo lo que hay que hacer ni cómo, que para eso están las cabezas pensantes de los que nos gobiernan, pero es obvio que alguna decisión habrá que tomar para tratar de evitar que la economía se hunda. 

La tercera prórroga de los ERTE, aprobada por el Real Decreto-Ley 2/2021, de 26 de enero hasta el 31 de mayo, supone una patada para adelante a la situación. Puede resultar una importante inyección de dinero público a empresas y autónomos por causa de fuerza mayor relacionada con el COVID-19. La duda al respecto es si puede resultar ser pan para hoy y hambre para mañana, a pesar de las medidas de aseguramiento del empleo que también prevé el Real-Decreto-Ley.   

Así las cosas, debo decir que algo que me ha impactado en esta semana han sido las palabras del alcalde a Alicante, Luis Barcala, en recuerdo de una amiga suya, Inma Pérez Gálvez, dueña de la floristería Los Claveles, fallecida por coronavirus sin que supieran en su familia cómo se habían contagiado todos en casa. Dijo Barcala que: “Antes, los fallecidos eran otros. Ahora todos tenemos cerca amigos, familiares, que se están contagiando y están falleciendo”. No estamos acostumbrados a que los políticos hablen en esos términos, como personas. El alcalde aludió de la necesidad de autoprotegerse y de tomar medidas. Tal vez por eso esta semana me haya encontrado tres paquetes de mascarillas, regalo del ayuntamiento, en el buzón de mi casa. Es cierto que evitar los contactos es la manera más segura de no contagiarse, pero además de los tapabocas y del aislamiento siguen haciendo falta otras medidas más sofisticadas, más test y rastreadores, para hacer los confinamientos de manera no indiscriminada, sino orientada a los contagiados y su entorno. Sería una manera para tratar de evitar, con las medidas generales a lo bestia cuya eficacia ya estamos comprobando que es más que dudosa, dado que seguimos con una situación muy preocupante, que se nos hunda el barco con todo el pasaje.

Mónica Nombela

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