Con la conciencia tranquila, los argelinos, protagonistas del Hirak, saben que lo han intentado todo para contrarrestar unas elecciones amañadas y no deseadas. “La única forma viable para neutralizar estas elecciones rechazadas por la población argelina es la huelga general, seguir protestando todos los viernes, sumar la marcha estudiantil de los martes y muchas salidas nocturnas que no pensamos abandonar”, nos afirma con rotundidad Adel Abderrazak, profesor de universidad, economista y miembro activo del hirak.
Mientras los argelinos se seguían movilizando en masa en todo el país para exigir una reforma radical de la clase política dominante, las autoridades argelinas continuaban con los preparativos de las elecciones presidenciales del 12 de diciembre que, ahora sí, parecen ser una realidad. A pesar de los fallidos intentos de ilegitimar estas elecciones por parte de los miembros componentes del hirak, la A.N.I.E (Autoridad Nacional Independiente de las Elecciones) hizo públicas las cinco candidaturas en apariencia libremente depositadas. De los 22 aspirantes a unas elecciones sin precedente, sólo cinco candidaturas fueron seleccionadas por cumplir con los requisitos, según comunica el presidente de la A.N.I.E.
Los candidatos son Abdelaziz Belaïd (1963), doctor en medicina, licenciado en derecho, ex militante del F.L.N, es secretario general y fundador del partido Front Moustakbel (F.M), Frente del Futuro; Abdelkader Bengrina (1962), presidente del movimiento El-Binae Al-watani (La construcción de la nación), único partido de corte islamista; Azzedine Mihoubi (1959), el primero en depositar su candidatura ante la A.N.I.E, ex ministro de cultura durante el último mandato del derrocado Bouteflika y actual secretario general del partido Agrupación nacional para la Democracia (R.N.D); Abdelmadjid Tebboune (1945), ex primer ministro del Gobierno de Bouteflika y Ali Benflis (1944), ex jefe del Gobierno de Bouteflika y presidente del partido, Avant-garde des libertés (Vanguardia de las libertades). De estos cinco aspirantes a la presidencia de la nueva Argelia, dos son conocidos como los “outsiders del sistema”: Abdelaziz Belaïd y Abdelkader Bengrina: dos políticos, dos ideologías y un punto común: ambos de la generación post Independencia.
Al contrario que sus dirigentes, la gran mayoría de los argelinos perciben estas elecciones como la culminación de una estrategia implementada por el “gobierno-ejército” en los últimos meses. Dicha estrategia comenzó después de la renuncia forzada de Abdelaziz Bouteflika y continuó hasta conseguir formar el comité del electorado el pasado 15 de septiembre. Los varios intentos de dividir el movimiento nacional del 22 de febrero, el hirak, a través de controversias en torno a cuestiones de identidad, se incluyen en esta estrategia. “Es cierto que el hirak no cuenta con ninguna hoja de ruta específica postelectoral, pero sí que hay un consenso sobre su sostenibilidad y mantener la presión para una transición democrática. Las incertidumbres son muchas y el equilibrio de poder puede cambiar. El hirak permanece decidido y el gobierno sigue obstinado”, nos afirma el economista y profesor de universidad, A. Abderrezak. Durante este período, las disputas debilitan a una clase política ya desacreditada en gran medida por la calle.
La sociedad civil, compuesta por sindicatos autónomos, asociaciones diversas y gran número de intelectuales, no reúne todas las fuerzas necesarias para poder llevar y hacer que se escuche la voz del hirak, prueba de ello es el fracaso de la huelga iniciada, últimamente, por algunas organizaciones. “Nuestro hirak es un movimiento colectivo, espontáneo y horizontal que carece de dirección o programa y que no cuenta, por ahora, con ningún plan preestablecido, pero su firmeza en seguir con el deseo de democratizar el sistema político argelino es real y rotundo”, alega el especialista en economía A. Abderrazek.
Como resultado, las numerosas iniciativas y los llamados a un acuerdo político no han tenido una respuesta positiva por parte del gobierno que, mientras tanto, ha logrado varios de sus objetivos gracias a la estrategia seguida. Ante un panorama de toma y daca donde cada vez está más claro quién manda y quién anhela, a los argelinos (dirigentes y oposición) sólo les queda remar hacia la misma dirección para conseguir una nueva república que saque a Argelia de la profunda depresión en la que lleva décadas hundida.