reflexionando en frío / OPINIÓN

Los apellidos de la violencia 

14/06/2020 - 

La III Guerra Mundial… Una nueva guerra civil en EE. UU.…Un golpe de Estado en España… Insinuaciones reveladoras de que el odio se abre camino, la tolerancia se trasforma en un emblema de aquel tiempo pasado que fue mejor, y la esperanza se emancipa de las mentes vitalistas. Las batallas campales que se viven en la patria yanqui son un minúsculo reflejo de que el mundo en el que coexistimos está peor que nunca.

Es cierto que a lo largo de la historia los períodos de crisis han abundado más que las etapas prosperas y placidas, pero ahora es diferente, nunca la violencia y el desencanto estuvieron tan latentes. Como reflejó el filosofo del Derecho Emilio Serrano Villafañe en su artículo La violencia y el odio y su papel en la política del mundo actual,Hace 50 años moría un hombre cada minuto víctima de la violencia de sus semejantes. Hoy lo hace cada 20 segundos”. Afirmación que pone de manifiesto la deriva sangrienta, hostil e intransigente que atraviesa nuestra normalidad. Nueva realidad, que es peor que la anterior. Ha sido “dejar atrás”, -permítanme que entrecomille el hecho de avanzar en la lucha contra el virus-, y en EE. UU se reviven los peores años de la lucha racial o en España nuestros gobernantes se acusan unos a otros de querer aniquilarse. Hemos hecho de todo menos aprovechar la coyuntura para cohesionar aún más los objetivos aparcando las diferencias. Paradójicamente, en el mundo del 5G, del futuro, de la globalización estamos más separados que nunca. No vemos compatriotas ni hermanos, convivimos permanentemente con fantasmas inexistentes y con agravios que son un espejismo en la nada del desierto de la crispación.  

Hastío del que los políticos son los primeros en beber. Manan de la máxima existente de que si enfrentas a parte de la población contra otra tienes muchas opciones de ganar o al menos de llevar en volandas a un segmento de la ciudadanía. En otras palabras, divide y vencerás. Nunca se había visto tan clara la utilización de esta estrategia como ahora. Donald Trump permanece impasible ante las protestas raciales refugiándose en su bunker a la par que un Joe Biden saca tajada del malestar afroamericano robándole con holgura la primera posición en las encuestas al actual Presidente, la izquierda española increpa a los manifestantes de una determinada zona adinerada de Madrid deslegitimando sus protestas amparándose en el dinero que tienen en el banco…Los gobernantes anhelan la división, los apellidos, las etiquetas, cualquier herramienta que sirva para sesgar es bienvenida.

El ensayista sirio Anoaur Hatem, manifestó en una ocasión: “Tanto el amor como el odio deberían estar desterrados de la política, puesto que esta debería ser objeto de la sabiduría y la razón, en definitiva, de la justicia”. Ecuanimidad que desconocen nuestros mandatarios. Dirigentes que critican la manifestación de los cayetanos, pero a la vez aplauden concentraciones multitudinarias para luchar contra el racismo o apoyan una comisión de investigación para llevar a la palestra la gestión del Gobierno de Sánchez mientras rechazan un mismo estudio en la Asamblea de Madrid para indagar en la diligencia del Gobierno de la Comunidad de Madrid. Son esclavos de las filias, del corazón y del resentimiento. Hacen todo lo contrario a lo que predica Hatem, una lástima.   

Necesidad imperiosa de confrontar que les obliga a añadir apellidos a la violencia. Que si violencia machista, que si violencia racial, que si violencia animal, que si violencia homófoba… Con esos sobrenombres no hacen más que ahondar en la división. A veces tengo la sensación de que existen diferentes grados de agravios, y que esos ataques tienen una mayor escala de importancia según el colectivo al que se agreda. En lugar de enseñarnos las maldades que tiene el hecho en si de violentar a alguien prefieren adoctrinarnos utilizando esos apellidos de mal gusto que blanquean o endurecen el odio sin ser conscientes de que la violencia, en palabras del sociólogo alemán Wolgang Sofsky, autor de Tratado sobre la violencia, “es el acto mismo de trascender, de superar en apariencia la limitación frente al otro”. Siempre ha sido así. El denominador común del acto violento radica en el rechazo al diferente.  

Desigualdad a la hora de tratar la violencia que se refleja en algunas leyes de nuestro ordenamiento. No es justo que, a la hora de cometer el mismo delito a un sujeto se le imponga una mayor pena que a otro en la misma situación. Otra prueba más de que en nuestra política el legislador se deja llevar por las pasiones viciando el criterio enquistando la verdadera justicia. 

Condenemos cualquier tipo de violencia sin paliativos, no seamos como esos que ejecutaban escraches o los apoyaban y que condenan aquellos actos que ellos practicaban cuando son realizados por los que piensan diferente. Coherencia. Justicia de la que no entienden personajes como la diputada de ERC Marta Rosique que condena los presuntos abusos policiales en España a individuos por su raza al mismo tiempo que el líder de su partido, Oriol Junqueras destacó en 2015 las diferencias genéticas existentes entre los españoles y los catalanes. No hace falta que se vaya tan lejos para palpar la xenofobia. Dime de que presumes y te diré de lo que careces. Es tan catalana que parece no conocer al refranero español…Se debe criticar cualquier tipo de violencia, incluso la verbal. Agravios de los que sabe mucho el agitador dialéctico con complejo de rapero Valtonyc, el que fue respaldado vía email por Carles Puigdemont al enviar un correo a sus colegas eurodiputados señalando que el “artista” era un exiliado al que se le había privado de la libertad de expresión. Hay que ver como blanqueamos la violencia cuando nos interesa… Algunos de ellos tienen a ETA como modelo, incluso tienen defensores integrados en Bildu, partido que condena los ataques racistas en EE.UU. pero que no solo no es capaz de criticar el daño hecho por sus colegas etarras, sino que en ocasiones vitorea a los verdugos. Están muy alejados de la justicia, de la evidencia de que la violencia siempre proviene del odio tenga el apellido que tenga.     

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